Por qué cada vez hay más huertas urbanas en Tandil
Comer sano es la razón principal por la cual cada vez más tandilenses, muchos de ellos radicados en zonas urbanas, deciden tener una huerta en su casa. Así lo aseguraron a El Eco tanto la ingeniera agrónoma Laura Mulazzi, quien está a cargo del programa Por Huerta del INTA en el partido de Tandil, como Silvina Morteo, una de las creadoras del Jardín Orgánico Mburucuyá y organizadora, con otros productores de la zona, de la Feria de Productores Naturales y Artesanales. Cómo influye el alza de los precios, por qué se recomienda el trabajo en la huerta, qué es necesario tener en casa para armar la propia huerta y qué sembrar esta temporada.
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Un programa con raíces.
El programa Pro Huerta no es nuevo en la zona: hace más de 25 años que el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria, en conjunto con el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, lo lleva adelante a nivel nacional tanto en zona urbana con en zona rural. “El INTA es el organismo que lo ejecuta porque es quien tiene los técnicos, que son los que van al terreno, asesoran y entregan los insumos”, explica, a grandes rasgos, Laura Mulazzi. Dos veces por año –para primavera-verano y otoño-invierno– el INTA entrega paquetes de semillas, mientras la red de promotores barriales da charlas, ayuda a quienes quieren realizar su propia huerta y despeja dudas. En el INTA se hacen capacitaciones y talleres. “Trabajamos con las huertas familiares y trabajamos también con huertas escolares e institucionales: ONG’s, centros de salud, el Hospital de Niños, la Escuela Granja, el INTI, Senasa, el Instituto Arana y Cáritas, entre otros”. Además, el INTA colabora con la Facultad de Humanas de la Unicén y con Desarrollo Social.
-¿Por qué se acerca la gente a buscar semillas?
-Cuando se inició el Programa, en el año 92, el contexto era de una situación económica un poco extrema, y la idea era llegar a las personas que estaban con problemas de desempleo o que contaban con muy bajos recursos para tener un complemento en la alimentación. Se buscó que tuvieran la posibilidad de hacer la huerta. Hoy en día las cosas han cambiado, y la demanda es distinta. Entonces, por un lado, se acercan principalmente a la huerta agroecológica para comer verduras sanas que no tengan aplicación de químicos, y por otro lado también me pasa que viene mucha gente por una cuestión de terapia, gente a la que el psicólogo se lo recomienda por la conexión con la tierra, porque en ese momento te olvidás un poquitito de todo ¿no? La huerta significa estar regando, sacando yuyos, controlando las plagas… Te lleva tiempo y, además, esa conexión con la tierra dicen los terapeutas que es muy buena. Entonces, comer el alimento que vos mismo producís es sano y también te ayuda a estar mejor. Es un combo muy interesante.
-¿Qué pasa con las instituciones?
-En general las escuelas hacen huertas por una cuestión de currícula. Cada una de las materias lo utiliza en lo que le corresponde y en lo que le es útil. También se busca acercar a los chicos a los alimentos en el sentido de que son algo que ellos pueden producir. Muchos docentes me dicen que por ahí a los chicos les parece que las verduras nacen en un cajón, entonces la huerta los acerca a ver que salen de la tierra, que tienen un proceso que es importante, que la siembra y la cosecha lleva muchos meses, que la planta va creciendo, que primero aparecen las hojas, las flores, el fruto… eso también es interesante. Y en cuanto a las instituciones, en lo que es el centro de día se hacen mucho por terapia mientras que en los comedores específicamente se usa para el comedor. O me pasa a veces que parte es para el comedor y muchas veces las mismas personas que están ahí se llevan los plantines a su casa y cultivan en su casa. Por eso el doble efecto, en la institución misma y después en sus hogares.
-La suba de los precios de la verdura, ¿hizo que la gente se acerque más?
-Sí, hemos tenido más demanda. Referido específicamente a ese tema aparecieron mayor cantidad de personas a partir de la siembra de primavera-verano del año pasado. Y ahora también. Pero si tengo que hablarte de demanda, te pondría en primer lugar a la cuestión de la alimentación sana y saludable. La gente está leyendo mucho, se está interesando mucho por ese tema. Luego, a la par pondría el tema de la terapia y de los precios.
-¿Por qué hacer una huerta en casa?
En el programa ProHuerta fomentamos el hacer una huerta agroecológica por una cuestión de no aplicar químicos y de comer lo más natural y sano posible. Lo sano implica muchas otras cosas también, como cercar la huerta. Con el programa llego a todos los barrios y por ahí hay lugares donde hay muchos perros, entonces insistimos mucho con el tema de lo importante que es cercar la huerta porque sabemos que el perro puede transmitir algún tipo de enfermedad. También es importante regar con agua potable. No es solo decir “no aplico químicos, entonces es sano”. No, sano implica muchas otras cosas. Por supuesto siempre hay que lavar la verdura, por más de que uno sabe de dónde viene, que la cultivó uno y en qué condiciones la cultivó, es importante lavarla con agua potable.
Además del cercado, la rotación del cultivo y el riego con agua potable, es necesario para lograr una huerta agroecológica enriquecer la tierra con abono, que se puede hacer con los mismos residuos, con la reutilización del pasto cortado en la misma tierra, con lombrices o mediante el proceso de compostaje, que puede llevar desde dos hasta cuatro meses de proceso. “El abono provoca una tierra muy fértil que luego se puede usar incluso en los mismos plantines al hacer los almácigos”, explica Laura.
Huerta de otoño-invierno.
Arrancaron los primeros fríos y, luego de limpiar y enriquecer la tierra y pensar en la rotación, es momento de comenzar de nuevo. Dentro de las verduras que se pueden sembrar en abril se encuentran la cebolla, el puerro, las habas, las arvejas, la lechuga gallega, la acelga, la zanahoria, la remolacha, la achicoria y el rabanito. “Después hay que considerar que algunas se siembran con almácigo, es decir, almacigo y trasplante, y otras se siembran de forma directa o de asiento que es directamente la semilla al suelo”, explica Laura. En el INTA se entregan los paquetes de semillas. Además, se necesita para armar la huerta “cinco horas de sol directo, no de luz, por día para que se haga el proceso de fotosíntesis que necesita cada planta, un cerco si hay perros, agua potable para regar y herramientas básicas: pala, azada y rastrillo”. Si no se dispone de espacio en el suelo para armar la huerta, se puede sembrar en canteros y macetas. Incluso, con tanques o tambores cortados al medio se pueden hacer huertos muy rendidores con rúcula, tomates, morrones, rabanitos y muchas aromáticas: orégano, albahaca, perejil o menta, entre otras.
De producción local.
Desde hace cuatro años, todos los sábados la Feria de Productores Naturales y Artesanales abre sus puertas en La Compañía, Alsina 1242. Allí se consiguen verduras, semillas y plantines para poder sembrar en casa. Allí suele estar la productora Silvina Morteo, una de las dueñas del Jardín Orgánico Mburucuyá, un espacio que nació hace diez años de la mano del cultivo de hierbas medicinales y aromáticas en Cerro Granito y que con el tiempo se convirtió en un emprendimiento sustentable de producción orgánica de hierbas y hortalizas en la calle Sandino, a dos cuadras de Avellaneda. Además de participar en las ferias, desde el Jardín se brindan charlas y talleres para adultos y niños y se asesora sobre el cultivo natural para promover el consumo consciente y responsable.
“Yo creo que la gente se vuelca más a la huerta propia por una cuestión de salud, porque todo lo que consumimos tiene agroquímicos de principio a fin y además porque hay un antes y un después: una vez que te comiste un tomate de tu huerta volvés a la verdulería y decís “no, esto no es”. O te das cuenta que entre abrir una lata de arvejas o abrir una vaina de arvejas hay un abismo. Las arvejas que uno cultiva son grandes, sabrosas, coloridas…” dice Silvina mientras chequea, una a una, las aromáticas que están frente a ella, sobre uno de los tablones del Jardín.
-Este espacio existe desde hace años ¿cómo fue variando la demanda?
-Hace diez años no se hablaba de huerta orgánica. Nosotros empezamos vendiendo aromáticas en restaurantes. Hierbas frescas. Cosechábamos y llevábamos el paquetito, pero no había mucha cultura de lo orgánico. Hace cinco años más o menos, en el 2011, empezamos a juntarnos con otra gente que también producía y a hacer las ferias, donde comenzamos a difundir por qué es importante cultivar o consumir orgánico.
-¿Y por qué es importante?
-Por una cuestión de salud, porque todo lo que consumimos de la verdulería y de los supermercados tienen un montón de agregados totalmente innecesarios y por una cuestión ecológica también: uno, el planeta, y todos cuidando todo. Las ferias ayudaron muchísimo en este sentido porque más allá de la comercialización, es un espacio donde tratamos de difundir los beneficios de consumir local, de consumir orgánico. Con las ferias crecimos bastante. Y tenemos más para crecer.
-¿Qué necesita una persona que quiere tener una huerta orgánica en su casa?
-Ganas. Porque el “no tengo tiempo” y “no tengo lugar” son excusas. Podés tener algunas cosas de huerta en macetas, y si bien hay otras para las que por ahí necesitás más lugar, lo que lleva es tiempo, dedicación y observación. Tenés que estar ahí y ver qué es lo que necesita la planta. Si no tenés lugar podés hacer una huerta intensiva, que es cuando hay mucha producción en un espacio pequeño. En un patio podés tener tres plantas de tomate que te van a dar tomates todo el verano. La rúcula por ejemplo se puede poner en un espacio pequeño porque es de crecimiento rápido. En una macetita o un rinconcito, no es necesario tener gran espacio. Eso sí, necesitás tener buenas semillas. Lo ideal es usar semillas de producción local, que son frescas. En la feria se encuentran.
-¿Cuál es la diferencia entre una semilla de producción local y una envasada?
-Como todo lo que esta industrializado pierde hasta el alma y el espíritu. Una semilla industrializada capaz que no se junta en el momento adecuado o se seca artificialmente y pierde poder germinativo. Puede pasar que pierda también su poder germinativo porque son viejas. Yo, como productora local, junto la semilla hoy, la seco, la envaso enseguida y mi semilla capaz que dentro de cinco años sigue germinando. Las semillas compradas no.
-Además semillas, entonces, ¿qué más se necesita?
-Un poco de tierra y riego… Después, si ya se ponen más cancheros, pueden hacer un compost. No es que en las huertas orgánicas no se usa nada más. Se utilizan productos naturales tanto para ahuyentar insectos como para fertilizar.
-¿Qué principios debe cumplir una huerta para ser orgánica?
-Hay varios. Si hacemos un montón de tomates, aunque no le pongamos agroquímicos, no se trata de un tomate orgánico. Para que sea orgánico debe haber rotación de cultivo y asociación. Donde por ejemplo hoy puse una planta de hoja la próxima puedo poner una de fruto o una de raíz. En la huerta orgánica además se pone el tomate, al lado se pone la albahaca, y se asocian, ya sea por beneficios (como ahuyentar insectos) o porque se ayudan en el crecimiento. También se puede sembrar por familiar: repollo, brócoli, coliflor: las tres pertenecen a la misma familia y tienen las mismas enfermedades, las mismas condiciones y los mismos requerimientos. Y por último debe haber biodiversidad. Y respeto a la vida. ¿A qué me refiero? Si vamos a aplicar un producto, tabaco con jabón por ejemplo, que sea cuando haya una infestación grande, una plaga. Ahora, si veo que hay algunas chinches, algún caracol, eso podemos sacarlo con la mano. Hay controladores biológicos. A veces que tenemos las plantas llenas de pulgones y las dejamos porque existe el control biológico de la baquita de san Antonio, que pone huevos y cuando nacen las larvas se comen a los pulgones. Esa biodiversidad hace que haya un equilibrio.
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