Historias con acento azteca
Graciela Morales es de Olavarría, y hace casi 30 años que vive en Saltillo, México. Egresó de la Facultad de Ingeniería de la UNICEN con el título de Profesora en Química y Física allá por el ’85. Luego de dar clases en Olavarría y Azul, con su marido, graduado de Ingeniero Químico Industrial también en esa institución, se mudaron a México por cuestiones laborales. “La idea era venir por poco tiempo, entonces quise hacer algún curso de perfeccionamiento y logré contactar a personas de una Maestría en Polímeros”, contó a través de teleconferencia.
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Para poder avanzar en su formación, Morales debió revalidar su título, y luego se incorporó como investigadora.
“Las bases que nos han dado en UNICEN han sido realmente muy buenas. Aquí me lo reconocieron y revalidaron a la licenciatura sin ningún problema, la verdad es que tenemos una muy buena formación”, resaltó la especialista.
Adaptarse
Morales define a los mexicanos a partir de la amabilidad. “He podido conseguir trabajo, la gente ha sido muy amable, aunque al principio me ha costado un poco; hace unos años todavía era una sociedad un poco para los hombres, entonces que llegue una mujer extranjera fue un poquito difícil. Pero bueno siempre he tenido mucho apoyo, entonces me he podido desarrollar sin ningún problema”, aseguró.
Recordó no haber escuchado hablar de México “más de lo que aparecía en las películas viejas, el mexicano con el sombrero. No teníamos ni idea de adonde veníamos”, dijo. “Primero llegamos a otra ciudad y en el aeropuerto nos dijeron ‘¿van a Saltillo? Es muy chiquito!’ Yo le pregunté a mi esposo si tenía idea de dónde realmente íbamos. Pero resultó que Saltillo tenía 700 mil habitantes. Lo chiquito aquí en México es gigante”, afirma con la tonada incorporada.
Respecto a la Argentina, si bien visita el país seguido, consideró que “a esta altura creo que extraño un poquito ver tanto verde pero realmente hemos encontrado gente muy amable y muy cariñosa y nos han hecho sentir muy bien. Imaginate si veníamos por dos años y ya son 28”, resaltó.
Hijos que mandan
“Aquí nacieron aquí mis hijos. Ellos son bien mexicanos, y ya con los chicos aprendí otras cosas. El sistema educativo acá es muy diferente del que tenemos allá, no solo por la cuestión de los títulos sino por la forma de enseñar; pero está bastante avanzado aquí también, hacer colaboraciones y viajar, es muy normal acá”, sostuvo. En cuanto a la crianza de sus hijos, contó que la ayudó una señora que “era espectacular. Me ayudó muchísimo a criar a mis hijos. Realmente he encontrado gente muy buena”, reiteró, y contó que en sus tiempos libres le gusta cocinar, ayudar a su hija que es diseñadora con el trabajo y recibir gente. “Somos muy amigueros con mi marido. Él trabaja en una de las empresas más grandes de México en la industria cerámica. Afortunadamente hemos podido desarrollarnos en lo que nos formamos, nos gusta mucho”.
Además de investigar, la olavarriense da clases. Como requisito, los investigadores deben también desempeñarse en las aulas, y las investigaciones, en lo posible, deben ser aplicadas. “Hace más de 10 años que son constantes los proyectos con la industria o el gobierno”, agregó.
“La química pareciera que es una de las áreas más difíciles para relacionarse, pero sin embargo hemos podido. Trabajamos con empresas de todo tipo, incluso de Estados Unidos”.
¿Volver? “Nunca digas nunca”, afirma Graciela. “Pero mis hijos son mexicanos y ya son los que nos indican el camino…”.
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