La definición de la belleza en la historia
En la segunda mitad del siglo XIX, el reinado de Nasser al-Din Shah Qajar en Irán se destacó no solo por su extensión en el tiempo, sino también por el estudio de fotografía que instaló en el palacio. Fanático de ese arte, el rey contrató a un fotógrafo ruso para que lo retratara junto a su corte e, incluso, hiciera posar a las alrededor de 100 concubinas que formaban parte del harén real. Gracias a ese trabajo, podemos acceder a un documento increíble que muestra la vida privada en la Irán del siglo 19, sobre todo a las mujeres, a las que estaba prohibido fotografiar. ¿Cómo eran las características de las mujeres del harén? Ciertamente, con sus cejas frondosas, bigotes prominentes, y cuerpos grandes y anchos, estaban muy lejos del ideal de belleza que reina en estos tiempos.
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Cambia, todo cambia
Como cantaba la inolvidable Mercedes Sosa, “cambia, todo cambia” también para los estereotipos de belleza. Algo que era bello en el Medio Oriente del siglo XX, en la Buenos Aires del siglo XXI puede parecer hasta grotesco. Pero ¿por qué? ¿Fue siempre así? La subjetividad del Romanticismo -la belleza depende del observador, es decir, del punto de vista- pone fin a la celebración del cuerpo proporcionado, algo común en la Edad Media. Así comienza un siglo 20 de mujeres que pasan al frente como activistas por derechos civiles, o actrices famosas. Incluso, en Buenos Aires se hizo popular la frase: “Mujer bonita es la que lucha”. A pesar de todo esto, el imaginario argentino no se mantuvo al margen de los ideales de belleza de cada década. Por ejemplo, el cuerpo exuberante de Marilyn Monroe, que sedujo al mundo entero en la década de los 50, tuvo su representante argentina en Isabel “la Coca” Sarli, primero como semifinalista en el concurso Miss Universo 1955, y después como actriz bajo la batuta del director Armando Bó. Era incluso un lugar común de los adolescentes escaparse para ver las sugerentes películas de la Coca Sarli en los cines continuados.
La belleza en la Buenos Aires del siglo 21
Exuberantes en los ´50, o modelos anoréxicas en los ´90, las mujeres siempre debieron soportar una presión para que sus cuerpos se adaptaran a determinados estándares. Encontramos algunas pistas de esto en un estudio de Melissa Maldonado-Salcedo, médica antropóloga, sobre las mujeres en la Buenos Aires del siglo 21. Desde empleos que solo se consiguen exhibiendo una apariencia de eterna juventud, hasta un peso ideal que se logra pasando hambre o sufriendo desórdenes alimenticios. Desde la Evita embalsamada hasta el sueño de que viéndote bien podés llegar incluso al trono real, como sucedió con Máxima Zorreguieta. La sociedad de consumo del capitalismo puede ejercer suficiente presión para que una mujer como Sonia Pérez muera por inyectarse vaselina en los pechos, todo por el sueño de verse según los cánones de belleza impuestos.
Los ideales de belleza en los juegos
¿Y qué hay de lo lúdico? Los distintos puntos de vista sobre el ideal femenino también se reflejan en los juegos de casino como las máquinas tragamonedas. Mientras el juego Bikini Party muestra mujeres-objeto al estilo Pamela Anderson en Baywatch, caucásicas, delgadas, voluptuosas y en trajes de baño, la máquina tragamonedas Dragon Lady está protagonizada por una mujer de rasgos orientales, vestida con un kimono rojo que deja ver unas piernas sensuales. Pero nuestra dama dragón se aleja más todavía de la rubia bronceada cuando va a la guerra con su espada y su yelmo plateado. Entonces, volviendo al comienzo, descubrimos que no es posible medir la belleza. Cambia según la época, cambia según la región donde estemos, y cambia, sobre todo, cuando dejamos atrás los estereotipos para abrazar nuestra percepción subjetiva de lo bello.