Quiere recibirse para ir a ayudar a África
La Ingeniería social
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Se llama Walter Vargas. Es oriundo de La Pampa, está a pocas materias de recibirse de Ingeniero Civil en la Facultad de Ingeniería de Olavarría, y quiere terminar su carrera para volver a África, y poder allí trabajar en el acceso al agua potable.
Vargas estuvo durante enero y febrero en Marruecos, donde enseñó francés a niños del país, y se enfrentó a una cultura donde el agua potable es un lujo. Había accedido a esa experiencia mediante una beca de movilidad internacional gestionada por su Facultad.
“Desde que soy chico tenía el sueño de hacer algo significativo en algún lugar de África”, contó el estudiante, que el 19 de enero se subió a un avión con la única compañía de una mochila de ocho kilos. “En el marco del intercambio que hice junto a otros compañeros el año pasado aprendí francés, incluso ahora estoy dando clases en Olavarría. Por eso busqué lugares en África donde se hablara el idioma. Vi que en Marruecos se habla y me di cuenta que mi sueño estaba más cerca de lo que creía”, detalló.
Walter se contactó con una ONG, y compró los pasajes sin saber si iba de turista o a colaborar con un centro educativo en Biougra, donde se ofreció como maestro de lenguaje. Dos semanas después viajaba por primera vez a un destino desconocido, que tiene al árabe como idioma oficial. “No había marcha atrás”, recordó el joven.
El círculo perfecto
Una vez en Biougra, al norte del desierto de Sahara, se encontró con dos voluntarios más: un hombre y una mujer de Brasil. Se alojaban y daban clases en una especie de centro educativo donde se enseñaba gratuitamente inglés, francés y español a niños de todas las edades. La institución se sostiene con colaboraciones de la comunidad. “Yo daba francés dos horas por día, tres días a la semana”, contó.
“Quería mostrarles todo. Como salir del país a conocer otro lugar es difícil porque, les piden muchos permisos y tienen restricciones, les dibujé un planisferio y empecé a hablarles de Argentina. De dónde venía yo, les conté como llegué hasta allá, nuestras costumbres, y se las dibujaba, mientras ellos me decían qué hacían en su país. Respecto de la tecnología, “acceden pero poco a la tele o otra cosa. Pasan muy poco tiempo dentro de las casas. Son chicas y están hechas prácticamente para dormir”, destacó.
Agua que has de beber
El baño del lugar donde se hospedaba era muy pequeño. “No hay ducha. Calentaba el agua y me bañaba con eso. Al principio era incómodo pero con el tiempo aprendí que no tienen ciertas comodidades porque directamente no pueden. Es un gran problema adquirir el agua”, explicó. El agua que utiliza la comunidad para cocinar y tomar la tienen que comprar envasada. O sea que quienes no tienen recursos no acceden. El agua para limpiar o el baño la sacan de pozos pero quien no puede comprar la consume. “Y no está ni estudiada ni pasa por ningún tratamiento para poder tomarla. Hay aljibes, esa imagen me impactó: estaban haciendo la cola y felices, compartiendo, para mi fue duro pero no están apenados por cómo están viviendo, viven y ya está”, reflexionó el joven.
Esta experiencia, según Walter, ha cerrado esa idea que tenía desde pequeño, de ayudar a los demás. Tal vez la ingeniería no fue su primera opción para hacer una carrera profesional, pero fue la que más lo acercó a su anhelo de realizar algo útil por otra persona. “Y creo que esto me hizo saber que esta es la razón por la que estoy estudiando ingeniería”. Por eso, una vez que tenga el título en la mano volverá al continente africano, donde ya está anunciado internacionalmente, que será la primera zona en quedarse sin agua. “Imaginar que puede ser aún peor la situación en otros lugares me ha reavivado esto y siento que quiero ir ya”, expresó. “Ya averigüé sobre organizaciones que trabajan con el agua. Quizá pueda sumarme o crear algo yo. Será con el agua porque es lo que siento que más se necesita trabajar, ver la forma de obtenerla o mejorar la calidad de la que ya tienen”, concluyó.
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