De la ilusión a la decepción, grandes y chicos vivieron la final en Independiente
El club Independiente, la cuna tenística de Juan Martín Del Potro, fue el lugar de Tandil en el cual se vivió con mayor intensidad la definición del Abierto de los Estados Unidos.
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Grandes y chicos, estos en su mayoría integrantes de la escuela de tenis del club rojinegro, le aportaron un marco de cancha a la final entre el tandilense y Novak Djokovic. Algunos de ellos estaban naciendo cuando Delpo ganaba su único título de Grand Slam, en 2009, en el mismo escenario neoyorquino.
Desde una hora antes del comienzo del partido, el buffet de avenida Avellaneda al 700 fue adquiriendo el color y el calor mayormente aportado por los niños. La reunión concitó la atención de medios de comunicación a nivel nacional; escritos, radiales y los móviles de los canales de televisión ESPN y Todo Noticias.
La derrota del primer set golpeó en el ánimo general, aunque el aliento no cesó en ningún momento. El ya tradicional “Y pegue Delpo pegue” atronó en varias ocasiones, sobre todo cuando el tandilense amagó con llevarse el segundo parcial y nivelar el resultado.
“Le tengo fe si llega a ser un partido largo”, se esperanzó en esos momentos Osvaldo Dadiego, presidente del club local. “Tiene posibilidades si logra soltarse con el revés”, explicó Mariana Pérez Roldán, conocedora del circuito y partícipe de los grandes torneos a fines de los ’80, cuando empezaba a reinar la alemana Steffi Graf, con la argentina Gabriela Sabatini como una de sus mayores contrincantes.
Ajeno a los análisis más profundos, el piberío vestido de rojo y negro siguió el ejemplo que su ídolo pregona con hechos. Mantuvo su energía, no se rindió nunca y prolongó la esperanza ante la adversidad. Pero el tie break del segundo parcial quedó en manos del serbio y el juego pareció encaminarse definitivamente en su favor.
Del Potro volvió a mostrar su temple para remontar un 1-3 en el tercer set. Aunque Djokovic retomó la ventaja, quebró para ponerse 5-3 y resolvió el partido con su saque en el siguiente juego. Recién entonces, entre decepción y reconocimiento para ambos finalistas, la hinchada local apagó su aliento y lo archivó hasta la próxima vez.
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