El dueño del primer grito
Aldo Norberto Varales puso la cabeza y se metió en la historia. El 21 de mayo de 1978, un frentazo suyo terminó con la pelota dentro del arco de Francisco Rago. Fue nada menos que el primer gol en el flamante estadio de Mar del Plata, inaugurado esa tarde.
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Cuarenta años después, es la hora del recuerdo para el delantero, que en ese momento jugaba para Ferrocarril Sud. “Esa selección se armó pocos días antes del partido, con la dirección técnica de Mario Conti. Convocaron a los que andaban mejor en el torneo local y se fue a jugar ese partido, que terminó siento todo un acontecimiento porque incluso fue televisado en vivo para Tandil”, rememora.
Vestir la camiseta celeste y blanca, con el logo de la Piedra Movediza, era algo habitual para el “Ñato”, quien refresca que “mi primera convocatoria había sido en 1969, con 19 años, así que ya tenía mucha experiencia dentro del seleccionado. Incluso, jugué los campeonatos Argentinos que tuvo Tandil en la década del ’70, en Río Cuarto, nuestra ciudad y San Juan”.
De esa tarde en particular, Varales tiene recuerdos para siempre. “Lo primero que me viene a la mente es el primer gol, porque con el tiempo fue lo que más quedó en la memoria de la gente. Fue de cabeza, tras un centro cruzado de Perandones. Y el segundo lo hice de zurda, aunque soy derecho”.
El anecdotario también guarda otra situación llamativa, según rememora el goleador surgido en La Movediza: “Me hicieron un penal al minuto de juego. Lo pateó Gamalero, que era el encargado, y lo tiró por arriba del travesaño. Si lo metía, hoy la entrevista se la estarías haciendo a Juan Carlos”, remata entre risas.
Al paso de los años, aquellos goles cobraron mayor dimensión. “Cuando estás jugando, no te das cuenta de la importancia que tiene. Al terminar el partido, me empezaron a hacer reportajes. Con el paso del tiempo, todos le dimos mayor valor a lo que ocurrió esa tarde”.
La trayectoria de Varales lo llevó al profesionalismo ya de grande, en Loma Negra de Olavarría e Instituto de Córdoba. Pero aquella tarde marplatense quedará por siempre como la más recordada de su carrera.
El uno por
uno del “Ñato”
Invitado a describir a cada uno de los integrantes del seleccionado tandilense que jugó aquel amistoso en Mar del Plata, Varales dedicó un concepto para cada uno de ellos.
Burtovoy: “Era compañero mío en Ferro y después me dirigió. Nunca nos hizo sentir que era superior por haber atajado de manera profesional. Un arquero con muchas condiciones”.
Lecuona: “Un marcador aguerrido, que nunca daba la pelota por perdida. Sabía ubicarse para no perder la posición”.
Ferrero: “Un defensor fuerte, que sabía utilizar el cuerpo y era muy difícil de pasar”.
Gamalero: “Era el otro central, también fuerte físicamente. No por nada jugó tantos años en primera división”.
Alonso: “A Beto no lo pasaba nadie. Cuando jugábamos contra Independiente, yo me iba a la otra punta para tratar de ganar alguna. Muy bueno técnicamente”.
Perandones: “Un exquisito, la pegada que tenía era increíble. En los centros miraba para un lado y la ponía para el otro, en la cabeza del delantero”.
Ramella: “Marcaba el equilibrio en el medio. Jugaba muy bien, y cuando tenía que pegar, te mataba. Imponía mucho el físico”.
Villar: “Gerardo tenía gran precisión y visión de juego. Fallaba muy pocos pases. También me tocó jugar con su hermano Aldo, que era más aguerrido”.
Lorea: “Tenía una polenta increíble. Encaraba y pasaba, porque sabía con la pelota y marcaba diferencia por la fuerza”.
González: “El Cabezón hacía jugar mucho a los compañeros. Acomodaba el cuerpo y no le podían sacar la pelota. Y definía muy bien”.
Varales: “El más malo de los tres de arriba (risas). Yo le pegaba fuerte y tenía buen cabezazo. Trataba de aportar lo mejor para el equipo”.
Quetglas: “Mucho temperamento y capacidad para ubicarse en el área. Hacía goles, era muy oportuno.
Sommi: “En esa época era de los más pibes y se notaba su potencial. Un delantero bárbaro, rápido y goleador”.
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