Emanuel Ginóbili, genio y figura
Por Eduardo Aldasoro
Recibí las noticias en tu email
El tema es apasionante, siempre a flor de piel para todos los que aman el deporte y cobra relevancia la noticia del retiro de “Manu” Ginóbili. Y mucho más entre nosotros, con tantos héroes de canchas, pistas y circuitos que nos vienen acompañando desde sus gestas internacionales.
Es complicado comparar entre actividades puramente “humanas” y mecánicas, entre deportes colectivos e individuales. En ese sentido, el fútbol y el básquetbol tienen una exigencia superior: sus competiciones abarcan a todos los países, sin distinción de poderío económico ni social. Y en el caso del fútbol, es el más popular, el más practicado.
Ginóbili, oriundo de la “capital” del básquetbol argentino como es Bahía Blanca, no fue un prodigio juvenil. Ni asomaba siquiera como el más promisorio de los basquetbolistas de su generación. Sin embargo, cumplió un paso triunfal por las ligas europeas. Y luego recaló en uno de los consistentes equipos de la NBA, San Antonio Spurs, donde hizo historia con títulos, records y las estadísticas con las que nos abruman día a día y que él se encargó de engordar aun con 40 años, en la que fue su última temporada.
Vamos a sintetizarlo así: en una competición donde se compite día a día y donde los reyes se llaman Michael Jordan y “Magic” Johnson para los memoriosos, Le Bron James o Kobe Bryant para los más cercanos, “Manu” es un argentino, un “extranjero” que se insertó de igual a igual. Competir entre los mejores de la mejor liga jamás conocida por poderío físico, deportivo y estructura organizativa, supone la escalada del Everest para un simple mortal. Ginóbili lo hizo.
“Manu” simboliza a la generación dorada, probablemente la mayor expresión colectiva en la historia del deporte argentino (junto a los seleccionados campeones de fútbol), que fue capaz de tumbar dos veces -una en su propia casa- a los seleccionados de la NBA. Y la que le dio a Argentina una de sus más celebradas medallas de oro en la historia olímpica, en Atenas 2004.
La admiración por Ginóbili no disminuye la que podemos sentir por el resto de nuestros grandes. Pero puestos ante el desafío de la elección “cruel” y ante la fría sentencia de los números, “Manu” fue el más grande en los desafíos de un deporte tan duro, la NBA, y los Juegos Olímpicos. Fue el deportista más grande de la historia.
Este contenido no está abierto a comentarios