La emotiva carta de José Luis Burtovoy tras el fallecimiento de Maradona
El santafecino José Luis Burtovoy, reconocido arquero que supo ser bicampeón en la década del 70 en Ferrocarril Sud después de pasar por Boca e Independiente, redactó una emotiva carta tras el fallecimiento de Diego Armando Maradona.
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“Pretendíamos saberlo perfecto, cosa que entre los humanos a nadie encontramos; confundíamos sus habilidades con los laberintos borgianos; sus resoluciones inesperadas con las metáforas de Neruda”, redactó el también taquígrafo, periodista, pintor, escritor y amante de cualquier tipo de actividad con las manos.
La carta:
“Consternado por la noticia, no puedo callar mi voz de dolor ante un repetidamente anunciado desenlace que enluta al mundo deportivo.
Muchas veces su salud estuvo en juego y como estaba acostumbrado a ganar continuaba apostando al desafío. En el juego como en la vida los riesgos abundan y es el discernimiento el que regula las chances; cuando no existe este recurso la deriva es el timón y las tormentas se burlan amenazantes.
Ese deseo de protección que generó en la sociedad, ese sentimiento de amor que despertó en los estadios adornado por sus increíbles gambetas, lo hicieron tan lejano que sólo la resignación podía entenderlo, la misma resignación que atenuará el dolor de perderlo, y digo “perderlo” porque siempre lo hemos considerado parte de nuestro patrimonio.
Pretendíamos saberlo perfecto, cosa que entre los humanos a nadie encontramos; confundíamos sus habilidades con los laberintos borgianos; sus resoluciones inesperadas con las metáforas de Neruda; su juego estaba impregnado de poesía que embellecía los rostros del espectador extrayéndole una sonrisa de admiración y agradecimiento.
Diego no fue ejemplo de vida, su autenticidad fue el rasgo más sobresaliente, y la autenticidad suele traer aparejado opiniones contrarias, que siempre existen, sobre todo cuando proviene de personas que idealizamos perfectas.
Analizar cada rasgo de su personalidad y hacerlo con autoridad, es arriesgar tocar el ridículo, porque chocamos siempre con el afecto que conquistó y que permanecerá inalterable promulgado por el tiempo, que no olvida.
QEPD.
De José Luis Burtovoy”.