“Pupi” Fernández, sinónimo de deporte
Vecino de Independiente, entró al club a los 4 años y no se despegó jamás. Un personaje de la ciudad que abrazó distintas disciplinas, siempre desde la pasión y el compromiso.
Aunque sus documentos lo identifiquen como Juan Alberto Fernández, el deporte local lo reconoce mucho más bajo el apodo de “Pupi”. Docente del Instituto de Educación Superior Tandil y con una rica historia vinculada a distintas disciplinas.
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Nacido en esta ciudad y clase ’62, esa signada por Malvinas aunque no le haya tocado viajar al sur, define a Independiente como “el patio de mi casa”. No es caprichoso el concepto: “Me crié en 9 de Julio 41, era cruzar la avenida Avellaneda y estar adentro del club. Desde los cuatro años me llevaba una tía, hermana de mi mamá, para ir a la pileta”.
-¿Cómo era Independiente en esa época?
-Por donde está el arco de hockey que da a Sandino, pasaba el arroyo y estaba lleno de sauces llorones. La cancha de fútbol ocupaba parte de donde hoy está la de hockey y las de tenis; y la de rugby estaba donde está actualmente la de fútbol. La entrada era por el lugar que hoy ocupa el restaurante. Y no estaba el polideportivo, sino una cancha abierta de básquet, de baldosas rojas y blancas.
-No muchos saben que hubo rugby en Independiente.
-Sí, hasta que una disposición de la Unión Argentina de Rugby dispuso que los clubes afiliados a la Asociación del Fútbol Argentino no podían practicar ese deporte.
-¿En qué deporte entraste primero?
-Arranqué en el básquet, a los 6 años. Vengo de padres bajos, mido 1.67 y hasta diría que soy alto en comparación a cómo eran ellos. “Mandalo a básquet, que va a crecer” era una creencia de la época. No fue tan así, pero me sirvió para incorporarme a un ámbito deportivo.
-¿Y cómo te iba?
-No era alto ni jugaba bien… pero teníamos equipos excelentes. En diez años, salimos campeones nueve veces, con compañeros como Carlos Trueba, Fabián Echeverría, Carlos Zulberti, Guillermo Vaticano, Juan Manuel García, Sebastián Rivera, Javier Cenedese, Pablo Rabitti, Lorand de Zudor, Mauricio Bascougnet, Carlos Jaimovich, Mauricio Kaplun y Daniel Bader, entre otros. Nos dirigía Eduardo Aldasoro y en cada categoría había algún jugador de Primera que estaba a cargo. Jugué hasta los 16.
-¿Te diste cuenta de que no era lo tuyo?
-Sí, además de que me gustaba el fútbol. Un día, después de la pileta, en uno de los picados que se armaban anduve bien al arco y justo me vio Abel Alonso. Me preguntó si quería atajar en el club. Yo quería jugar, pero la puerta de entrada era por el arco.
El sponsor que se hizo apodo
Corrían los primeros meses de 1978, cuando un Juan Alberto Fernández todavía sin sobrenombre se calzó los guantes y el área chica empezó a ser su hábitat. El alias nació poco después.
“Pasó el verano y tenía muchas dificultades para ver cuando oscurecía. Yo usaba anteojos. Al principio Alonso no le dio mucha importancia al tema, hasta que se dio cuenta de que realmente yo no veía. Me consiguieron lentes de contacto, toda una novedad en la época. Por esas relaciones de dirigentes que me habían gestionado el trámite, la condición era que usara un buzo que decía Pupilent”.
-¿Así nace “Pupi”?
-Para pedirme la pelota, el “Indio” Maureles me dijo “Pupilent”. Otros compañeros se sumaron. Dos días después, se acortó el apodo y quedó. Mucha gente que me conoce no sabe mi verdadero nombre.
-¿Buen arquero?
-Para nada. Pero, como con el básquet, me pasó de integrar un gran equipo. Jugaban entre otros Luis Cardozo, Fernando Archuby, Mauricio González, los hermanos Juan Ignacio y Pablo Viana, Marcelo Armento, Mauricio Bascougnet, Horacio Ávila, José De Haro y Juan Alberto Quijada, un chico que falleció muy joven. Y los dos que después trascendieron en el profesionalismo, Gustavo Ghezzi y Walter Oudoukian.
-¿Fueron tus últimos años en el arco?
-Dejé cuando me fui a estudiar a La Plata y volví tres años a Grupo Universitario. Richard Zarini lo había fundado y necesitaba jugadores, así que estuve ahí del ’84 al ’86. Jugaba en Reserva y a veces iba al banco en Primera. Los arqueros eran la “Pantera” Rodríguez y “Tato” Medina, así que no había ninguna chance de que yo jugara. Ahí dejé y me dediqué de lleno a la preparación física.
El profe
Finalizados los estudios secundarios en el Colegio San José, el siguiente destino de Fernández estaba bien decidido:
“Ya cuando terminé tercer año, decidí estudiar Educación Física. Yo me había hecho muy amigo de Marcelo Blasco y Eduardo Infantino, que jugaban al tenis. Se hizo un campeonato argentino en Independiente, cuando ya estaba Raúl Pérez Roldán. Entre las participantes estaba Mercedes Paz y me encantó la entrada en calor, su entrenador dándole indicaciones. Yo quería ser ese tipo que la preparaba para la competencia. La forma de llegar a eso era estudiar Educación Física”.
-¿La Plata era el destino obligado?
-Había varios lugares, pero siempre me gustaron los desafíos. La Plata era el mejor lugar, el más difícil. Mis padres hubieran esperado una carrera con mayor peso, pero me apoyaron en todo.
Había cupo para 500 inscriptos y entré con el número de orden 492. Tras las revisaciones médicas, exámenes físicos y cursadas, quedamos 90.
-¿Buen alumno?
-Fui un profesional del estudio. Junto con Marcelo Blasco, que era el otro tandilense del curso, estuvimos entre los mejores promedios de la Universidad. En mi caso fue el cuarto, con 7.08.
-¿De inmediato salieron posibilidades de trabajo?
-Sí, pero yo sabía que me esperaban en Independiente. A los pocos días de recibirme, estaba otra vez en el club.
Volver a casa
La vuelta a Tandil fue a pleno: “Empecé con la colonia del club, con el equipo de fútbol y con el seleccionado juvenil de la Liga, con Abel Alonso de técnico”.
-Un todoterreno…
-Sí, se fue sumando la preparación física de “Caníbal” Maldonado en boxeo, la del equipo de básquet de Grupo Universitario, en la época en que vinieron los norteamericanos Brett Crawford, Michael White y Northon Barnhill. Volvería a ese deporte entre el ’99 y el 2000, en Independiente.
En 1985, llegué a tener ocho trabajos. Empezaba con los boxeadores a las 6 de la mañana y terminaba con el equipo de fútbol de Jorge Newbery, que estaba en Primera B, a las 11 de la noche. Obviamente era soltero y sin compromisos familiares.
-¿También en escuelas?
-Trabajé siete años en el Colegio del Sol, pero nunca estuve de acuerdo con el sistema educativo en la parte de Educación Física. No alcanzan para nada las cargas horarias habituales, es imposible obtener resultados de esa manera.
-¿Te fuiste quedando con algún deporte por encima de otro?
-Trabajé ocho años en el fútbol de Independiente y paralelamente en el seleccionado juvenil. Fuimos campeones de Federación del Este, con un equipazo de clase ’70.
“El hockey no me gustaba”
-¿Cómo se dio la transición del fútbol al hockey?
-En el club, me habían ofrecido hacerme cargo de la preparación de los equipos de hockey, deporte que no me gustaba demasiado y del cual no tenía un gran conocimiento.
Hasta que en el ’93 venía renegando por temas del fútbol y me frenaron Aída González y Elsa Arrizabalaga: “Con el hockey no vas a tener esos problemas”. Les pregunté cuándo querían que empiece.
-¿Te fue bien de entrada?
-Salimos campeones en ese ’93, tanto en damas como en caballeros, y los buenos resultados siguieron varios años.
-¿Hay una famosa racha sin derrotas del equipo femenino de Independiente?
-Sí, faltaron dos días para cumplir diez años sin derrotas en el ámbito local. El 16 de agosto de 2000 perdimos con Los Cardos, 1-0; y el 14 de agosto de 2010, con Uncas, 2-1. En el medio, hubo 138 partidos, con 17 empates y el resto victorias.
-¿En todo tu ciclo el entrenador fue Javier Perotti?
-Yo entré con Guillermo Nuevo y en el ’95 empezó Javier Perotti. Desde ese momento, compartimos dupla. En el 2000 se sumó Juan Pina como ayudante de damas y entrenador de caballeros, y también se mantiene hasta hoy.
-¿Además te tocó incursionar en la parte dirigencial?
-Sergio Torchia sugirió que tomara su lugar en la Federación Tandilense de Hockey y llevo dos años tratando de confeccionar un calendario ordenado. El objetivo es que cada institución, cada entrenador y cada jugador pueda planificar su temporada.
-¿Cómo se dan tus primeros vínculos con el tenis?
-Eduardo Infantino está a cargo de centros de rendimiento de juveniles en Italia y empezó a traer jugadores a hacer pretemporada. Así, tuvimos a Simone Bolelli, Alessandro Giannessi y Federico Gaio, entre otros. Actualmente está viniendo Tristan Boyer, un norteamericano que participó en los Juegos Olímpicos de la Juventud.
Correr y correr
-¿Cuándo empezaste a dedicarte al atletismo?
-Siempre me gustó el deporte y competir. Soy competitivo, sanamente. Salía a correr, cuando podía, hasta que en 2008 había llegado a 82 kilos. Mi mujer me dijo que me armara una dieta y lo hice, para bajar un kilo por semana. Ahí empecé con un entrenamiento ordenado. Llevo 235 carreras, con 87 podios en mi categoría.
-¿Alguna distancia preferida?
-No, corro de todo, desde maratones hasta la Pequeña San Silvestre con sus 5.600 metros. Hice el Cruce de Los Andes cuatro veces, ahora se viene la OSDE en sierras. No tengo preferencias, me gusta correr todo.