TURISMO CARRETERA
Recalde voló en el cemento
Cuarenta y cinco años atrás, el domingo 13 de julio de 1975, se desarrollaba la XVII edición de la Vuelta de Tandil en Olavarría. El recordado piloto de Mina Clavero, Jorge Recalde, inscribía su nombre en una de las clásicas citas del calendario teceista. La entidad serrana organizaba dos competencias en la capital del cemento, mientras cerraba las gestiones y desarrollaba la obra del emblemático circuito semipermanente.
Recibí las noticias en tu email
En nuestro medio y en la región, el Tandil Auto Club ponía en marcha un nuevo tiempo, luego de la compra de un predio cómodo y atractivo.
En esos tramos iniciales de los ‘70, ponía en marcha la actividad en los distintos circuitos, primero de tierra y luego con una capa asfáltica para recibir a la F4 MA, categorías zonales y el TN de la Frad. del Sudeste, mientras apuntaba a un desafío superlativo, que era el circuito semipermanente.
Con reuniones en Tandil y Buenos Aires, se iba conformando el proyecto que no fue fácil, pero algunos dirigentes, empresarios y políticos merced a una ardua gestión, alcanzaban el anhelado sueño, la gran obra desde el paraje La Porteña hasta El Gallo, conformando el circuito pergeñado hacía varios años.
Sin perder tiempo la CD regenteada por Alberto Iribarne, puso proa al AMCO, y con algunos directivos de la entidad olavarriense, como Alberto Hipólito, Pedro Ressia y “Queco” Sgarboza convinieron el desarrollo de la Vuelta de Tandil en el circuito Luciano Fortabat, que también utilizaba la entidad de la capital del cemento, en sus clásicas ediciones.
Después de casi seis años, el 29 de abril de 1973, se cristalizaba la 16° Vuelta de Tandil en el trazado de 17,450 kilómetros de Olavarría, con una competencia extensa sobre 30 vueltas totalizando 523,500 kms.
Nasif Estéfano con el Falcon de la CCF, alcanzaba la gloria, escoltado por Angel Rubén Monguzzi con la Dodge GTX preparada por los hermanos Bellavigna, y el arrecifeño, “Rody” Marincovich (Chevrolet).
La fiesta del ‘75
Mientras tanto, en las sierras se cumplía con la tarea de asfaltado del panorámico circuito, desde La Porteña, hasta el Paraje El Gallo, alrededor de 15 kilómetros, para unir los 32,200 del escenario, operación que iba a concluirse a fines de 1976.
El domingo 13 de julio de 1975, el TAC volvía a utilizar el semipermanente Luciano Fortabat para desarrollar la 17° Vuelta de Tandil. Una jornada con alta convocatoria en el marco del V capítulo del certamen. El doctor Martín Zubledía era el director de la prueba, y Luis Ravettini cumplía la función de comisario deportivo.
En la ciudad cementista, en aquella mañana que había nacido con 4 grados bajo cero y techada por un cielo plomizo, una multitud albergaba el trazado comprendido por la avenida Fortabat, las rutas provinciales 76 y 226 y el camino de Circunvalación, para la carrera que organizaba el TAC por segunda vez en ese reducto.
En esa oportunidad cambiaba el cronograma, los compromisos extensos superando los 500 kilómetros iban quedando marginados, y además a partir de junio de ese año, no se permitía utilizar nafta 100-130 octanos (aviación).
En consecuencia, para la nueva edición teceista, se disputaban dos series a 6 giros, obtenidas por Jorge Recalde y los Hermanos Suárez y una final a 14 vueltas para cumplimentar 244,300 kms.
Los fores marcaban tendencia en la capital del cemento. Recalde y “Pirín” Gradassi mostraban la contundencia de los autos de Pacheco. El “Cóndor” de Traslasierra con el Falcon semioficial, se llevaba la victoria en 1h. 15m. 34 seg. 6/100, superando por más de cuatro segundos a su coterráneo Héctor Luis Gradassi, quedando terceros Octavio y Pedro Suárez.
El “Flaco” Traverso con otro Falcon de la Comisión de Concesionarios Ford y motores del “Polaco” José Miguel Herceg lograba el cuarto lugar, delante de “Nito” Lizeviche con un Dodge, utilizando impulsores de los hermanos de Banfield.
Completaron el club de los diez, Eduardo “Pucho” Sáenz, José Manuel Faraone, Daniel Sancho de Rosario, el “crédito” de Ucacha, Rommel Carlos Viglianco y Jorge Cosma (seudónimo Martín García) con Dodge.
Así, la legendaria institución de la avenida España, fiel a su historia, cerraba otra edición de la máxima, y ponía proa a la apertura de un nuevo camino en las sierras, inaugurando dos años más adelante el emblemático escenario, en una cita memorable.