BOXEO
Rueda, pandemia y resabios de la chance mundialista
“La Cobrita” se refirió a la inactividad y las limitaciones para entrenar. Además, repasó su viaje a Las Vegas y su vínculo con Margossian, a quien catalogó como “una basura”.
A casi cinco años de su pelea mundialista en Las Vegas, Matías Rueda mantiene vívidos recuerdos de aquel viaje a Norteamérica.
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Desde la satisfacción por afrontar una chance de consagrarse a nivel ecuménico, hasta las peripecias atravesadas en una aventura que lejos estuvo de forjarse en condiciones ideales.
En el marco de pandemia y peleando de manera esporádica, el tandilense sostiene sus entrenamientos en pos de mantenerse óptimo con vista a eventuales desafíos.
En diálogo con el programa Elegante Sport, emitido a diario por Tandil FM, “La Cobrita” abarcó variados temas vinculados a su carrera boxística.
-¿Cómo te impactó la pandemia?
-Mi ventaja es que nunca dejé de entrenar, ya sea en mi casa o el gimnasio. Haciendo de todo un poco. Cuando no hay competencia, es un entrenamiento de mantenimiento para cuando llegue el momento de apretar el acelerador y estar óptimo para el guanteo fuerte y la parte física dura.
-¿Y actualmente?
-Estuve con sesiones de kinesiología, ya no me duele pero tuve una lesión en la rodilla. Ya estoy entrenando normalmente.
-¿Cuál es la sensación de pelear con un estadio vacío?
-Es triste, de verdad. A quienes estamos habituados a pelear con público y sentir el apoyo de la gente, nos duele.
-¿Apuntás a un eventual enfrentamiento con Herring (campeón mundial OMB)?
-Eso no depende de mí. Si fuera por mí, le apunto enseguida. Pero depende de los promotores, de quien maneja mi carrera. Hoy, estoy número 1 del ranking argentino, aunque es algo que me interesa muy poco.
-¿Por qué?
-Ya fui campeón argentino, y combatir por ese título es una pelea más en el país. Esto es un negocio y en Argentina es imposible hacer una diferencia económica. Además, estoy en la etapa final de mi carrera, sin pensar en un retiro a corto plazo, pero ya tengo 33 años.
-Después, tenés la alternativa de las exhibiciones, a lo Mayweather, que acaba de enfrentar a un “Youtuber”…
-No, no estoy de acuerdo con esas cosas, ensucian mucho el deporte.
Hace 17 años que me vengo sacrificando para estar donde estoy y de repente viene un “pelagato” y se lleva un montón de guita por la que nosotros luchamos años y, así y todo, no la conseguimos. Pero en Estados Unidos hay mucho consumismo de esos shows.
-¿Estás cómodo en superpluma o evaluás la posibilidad de un cambio de categoría?
-Ya no voy a volver a pluma, sería un sacrificio muy grande. Superpluma me cuesta, pero es un poco por el tiempo de inactividad que he tenido a raíz de una pandemia que me limitó. Pero, sacando eso, estoy cómodo en la categoría.
-¿Subís a las peleas con la camiseta de Santamarina por ser hincha o porque es el equipo de la ciudad?
-Ninguna de las dos.
-¿Entonces?
-Soy demasiado cabulero. Antes de una pelea, vino el “Cabezón” Michel con un compañero suyo y con Pablo Bossio a mi vestuario y me regalaron la camiseta. Venían de lograr un ascenso y, como agradecimiento y reconocimiento, me la puse antes de subir. Me fue bien y lo mantuve. Otra cábala que mantuve mucho tiempo era la de pelear con el mismo calzoncillo, a lo último no daba para más, estaba todo agujereado y me ponía una calza arriba. Me acompañó durante 60 peleas. Ahora, tengo otro que uso sólo para las peleas.
-¿Qué recuerdos tenés de aquella experiencia mundialista?
-Me di cuenta de que tenía un representante que es una basura como Mario Margossian. Lo percibí cuando volví a Argentina y rescindí el contrato.
-¿Qué ocurrió con él?
-De entrada, cuando llegamos al MGM, hotel en el que nos hospedamos, el banner de la pelea decía “Valdez vs. Ruedea”, habían escrito mal mi apellido. Después nos enteramos de que fue porque habíamos ido sin una visa de trabajo ni un seguro social. Cualquier cosa que me hubiese pasado en Estados Unidos, tenía que pagarlo. No teníamos un lugar para entrenar allá. Terminamos consiguiendo un gimnasio muy alejado de la ciudad y la parte física la hacíamos en un estacionamiento, frente al hotel. Esas cosas son lo mínimo.
-¿En otras condiciones hubieses tenido otro tipo de chances?
-Del entrenamiento no puedo decir nada porque hicimos un campamento excepcional. La gota que rebalsó el vaso fue Margossian dejando entrar al vestuario a periodistas de TyC Sports. Más allá de que reconozco la superioridad de Valdez ese día, me hicieron dos preguntas que repercutieron demasiado en mi cabeza.
-¿Cuáles?
-Hacía tres meses que no venía a Tandil, sólo estuve de pasada a buscar la ropa antes de tomarme el avión, me preguntaron si dedicaba la pelea a Tandil. Le dije: “Flaco, hace tres meses que no voy, no podés traerme eso a la cabeza”, con toda la melancolía y tristeza que significaba. Y después, también hicieron referencia a mi viejo, que había fallecido hacía poco, totalmente innecesario.
-¿Y la pelea?
-No fueron tan duras las manos de Valdez arriba. Abajo, sí, me “pinchó” justito. Él declaró que había sentido mis manos, que no por nada tenía mi récord. Sólo pude alcanzarlo con un jab. En esa época yo estaba inmaduro, en un momento de mi carrera en la que no estaba preparado para una pelea por el título del mundo.
-¿Hoy sería distinto?
-Puede ser. Quizá, se dé el mismo resultado, nunca se sabe. Me gustaría tener una revancha.