Gustavo García rumbo al Festival Nacional de Malambo 2018 tras ganar la etapa provincial
Gustavo García participó hace unos días de los preselectivos provinciales del Festival Nacional de Malambo 2018 de Laborde. El dos veces campeón de Buenos Aires en la categoría Malambo Veterano, competirá en enero por el título nacional. Tras un arduo trabajo físico y de destreza, el director de los ballets de la peña El Cielito dialogó con El Eco de Tandil sobre esta experiencia.
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-¿Cómo fue la selección y qué te permite haber ganado?
-En primera instancia, para poder participar de esta competencia, hay que ser campeón provincial. De esta forma, cada provincia hace su selección y los ganadores van en enero al Nacional de Malambo Laborde 2018 donde está representada cada una de las ellas. Yo gané el selectivo provincial, por lo tanto soy campeón provincial y me da derecho de competir en el nacional en categoría Veterano del 7 al 13 de enero.
Soy dos veces campeón provincial en mi categoría ya que el año pasado también lo gané.
Quiero llegar de la mejor manera posible, ahora tengo cinco meses para prepararme para el Nacional. A mi edad es largo porque eso me obliga a cuidarme en las comidas y entrenar; sumado a la exigencia diaria del trabajo, dar clases en El Cielito y tengo familia. Yo no pudo darme el lujo de descansar un mes porque mis músculos no reaccionan en ese tiempo; por lo tanto tengo que mantener un ritmo ya que parar en el malambo es terrible, es como si se durmieran las piernas.
Uno arma una rutina que debe ser como máximo de cinco minutos. El preselectivo solo es en la provincia de Buenos Aires.
¿Qué implica ser malambista?
-Hay que estar bien preparado porque el malambo tiene una exigencia física tremenda. En primer lugar, el cuerpo no está preparado para hacer malambo sino para correr o saltar ya que nosotros quebramos los tobillos, giramos las caderas, rodillas, flexiones y todo sobre el peso del cuerpo. Por lo tanto la exigencia física, sobre todo con el correr de los años, es más dura.
Así es que se entrena físicamente no sólo en malambo sino también en la parte física. Además del baile contamos con una preparación física en el que se trabajan ejercicios explosivos y de reacción. El boxeo es el deporte que se parece al malambo en cuanto al esfuerzo que implican las piernas. Al nivel de los más jóvenes es el doble la exigencia.
En realidad hoy el folclore en general es muy exigente, no solo el malambo ya que es impresionante la cantidad de músculos que se mueven cuando uno baila.
Es una pasión así que tampoco es una exigencia que se sufre.
-Y es un ejemplo para tus alumnos…
-La verdad que sí. Yo soy el director de todos los ballets de la peña El Cielito y eso hace que los chicos vean que lo que uno predica en cuanto a la responsabilidad, disciplina, entrenamiento, el cuidarse. Esto sirve como ejemplo para ellos y se nota. Yo tengo 47 años y esto hace que me mantenga bien físicamente, en actividad y que uno se actualice.
Yo me preparo con el Campeón Nacional de Malambo que es Ariel Pérez y lo físico lo entreno con mi profesor Roberto Lema y los que trabajan en FMC Gym. Con ellos armamos una rutina y fue por eso que pude volver al ruedo ya que no es un trabajo solamente que implica el malambo.
Esto me permitió volver a ser alumno porque me entregué a los preparadores y disfruté de la experiencia. Uno siempre tiene la presión de exigirle a otro o decirle lo que tiene que hacer, pero en este caso solo ejecute y me deje llevar por los profesionales. Me hizo muy bien que me cuesten las cosas y a pasar por este proceso. Que uno esté ocupando un rol de director, no quiere decir que sabe todo; o tal vez sos un buen director pero a la hora de ejecutar, te cuesta volver a trabajar. Todo esto me dio una inyección de modernismo.
-Dijiste que el año pasado también fuiste campeón provincial ¿Antes de eso hacía mucho tiempo que no competías?
-El año pasado también estuve en otras dos competencias que gané pero lo hice a manera de entrenamiento y tuve la suerte de ganar. La realidad es que ganar no significa ser el mejor ni perder ser el peor sino que son momentos de cada uno. Sin embargo, tengo la satisfacción de que hice todo lo posible para ganar y no dejamos nada librado al azar. Por lo tanto la felicidad viene por ese lado y es acompañada por mi familia, toda la peña, el presidente Miguel Rouaux, mis alumnos, todos.
-¿Cuánto hace que bailas?
-Desde que tengo cinco años, así que hace 42 años que bailo. Hubo momentos en que paré de bailar y zapatear pero siempre estuve vinculado al folclore. Igualmente, la pasión siempre fue el malambo y, de hecho, cuando fui a competir el año pasado había estado 18 años sin zapatear y volví. Así que el sacrificio fue muy grande porque volver a sincronizar y mover las articulaciones fue duro. Me llevó seis meses aunque previamente estaba corriendo y entrenando lo físico, no arranqué todo de cero.
-¿Cómo está Tandil respecto al folclore y el malambo?
-Tandil siempre trabaja bien pero es en general en todo el país y los chicos que salen de acá nos representan muy bien. El problema que tenemos es una cuestión lógica de habitantes, no podemos competir con Buenos Aires con miles de chicos, clases, escuelas, etc. Lo nuestro es limitado y ya no hay recambio de gente grande sino de chiquitos y hasta que crezcan, se sufre un montón.
Un bailarín en Buenos Aires tiene todo al alcance de la mano y nosotros para hacer algo tenemos que traerlo y pagar. Eso sumado a que hay un nivel muy bueno y hoy el folclore está al nivel de un deporte.
-¿Y hay muchos jóvenes de Tandil que migran a Buenos Aires?
-Sí, se van a estudiar allá. Acá sucede lo mismo que el fútbol: yo ensayo dos horas porque los chicos estudian y trabajan pero en Buenos Aires ensayan ocho porque están dedicados exclusivamente a eso. Nosotros estamos en una ciudad chica y hay ciertas cuestiones que no están dadas para revertir esta situación; por lo tanto no podes competir con Buenos Aires.
Es real que hacemos fuerza desde acá. El año pasado salimos campeones nacionales con el cuarteto a fuerza de ensayo pero justo agarramos cuatro chicos que dejaron todo por eso. La realidad es que hay que hacer el doble de esfuerzo y muchas veces no se puede.
-Además implica una inversión no sólo de tiempo sino económica…
-Sí, no se dan una idea cuánto. Solo con la vestimenta, la inversión es muy grande. En mi traje (el de la foto) las botas salen 3 mil pesos; los cribos blancos, 2300; el poncho vale 8 mil pesos; el sombrero 600; la chaqueta otros 500, entre otras cosas. Por lo tanto solamente en esa vestimenta, hay cerca de 20 mil pesos. Todo eso para tres minutos 40 segundos.
Por lo tanto el sacrificio es muy grande. Si uno lo piensa fríamente, estamos locos. Por supuesto que pasa por otro lado, pero es para que se dimensione la inversión que se necesita. La pasión que tenemos se la contagiamos a todos y esto es lo importante.
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