Adiós al amigo
El tandilense Roberto Alfredo Ciappa fue uno de los íntimos amigos del recientemente fallecido expresidente Carlos Saúl Menem. La relación comenzó con un llamado telefónico y continuó por el tiempo que estuvo detenido en Tandil y hasta el momento de su fallecimiento. Muy apenado por su muerte contó situaciones de su estadía en la ciudad que no muchos conocen y también de su presidencia. No faltaron las jugosas anécdotas y las menciones a Zulema Yoma, Zulemita y Carlitos Menem Jr.
En uno de los departamentos del edificio de San Martín e Yrigoyen, vivió el riojano durante su estadía en Tandil, el lugar se convirtió en punto de encuentro de militantes y amigos. Zulema venía a visitarlo con los chicos desde Mar del Plata. En una oportunidad los dejó unos meses con el papá y asistieron a la Escuela 1 General Belgrano.
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-¿De dónde viene su relación con Menem?
-Mi primer contacto con el doctor Carlos Menem fue telefónico. Corría el año 1974, siendo gobernador de La Rioja, llamo a la Municipalidad de Tandil para hablar con el intendente Jorge Lester, como estaba en La Plata yo –como secretario de Gobierno- tomé el llamado. Hablaba por una coprovinciana que venía a radicarse en Tandil. Sentí que era una persona humilde, totalmente desestructurada. Me sorprendió gratamente. Nunca olvidé a ese caudillo riojano. Por otro lado no se me cruzó la idea de que con el tiempo tejeríamos una hermosa relación humana.
-¿Cuántos tiempo estuvo en Tandil y dónde vivía?
-Poco más de un año. Primero lo alojamos en el Hotel Crillón por unos días hasta que regresó de Capital Federal el querido amigo y compañero Luis Macaya y desinteresadamente cedió su departamento de San Martín e Yrigoyen, si mal no recuerdo en el piso 6to. Y allí vivió Menem hasta que le permitieron radicarse nuevamente en Capital, eso fue en Febrero de 1980.
-Tenía libertad vigilada pero se paseaba por Tandil como un vecino más ¿Cuál era la reacción de la gente?
-Efectivamente el régimen de libertad vigilada le marcaba una serie de restricciones. Entre otras, no poder circular fuera del ejido de la ciudad, presentarse una vez por semana a firmar un libro de registros en la Comisaria Primera. Tenía dos custodios que registraban sus movimientos. En cuanto a la reacción de la gente fue maravillosa. Ni bien salió a conocer Tandil cautivó a sus vecinos que lo saludaban cariñosamente y algunos se paraban a saludarlo y conversar. Tenía una mirada amistosa, humilde y una sonrisa compradora. De modo tal que compró a los vecinos que lo conocieron.
-¿Hacía deportes?
-Era un enamorado de los deportes. Dos o tres veces por semana salíamos a trotar, dando la vuelta al Lago y si había ambiente nos jugábamos un picadito. Después hubo cuestionamientos porque nos alejábamos del centro y decidimos hacer nuestras caminatas dentro de las cuatro avenidas.
-¿Quiénes lo visitaban?
-Al principio no eran muchos. Desde el primer día estuvimos a su lado el suboficial retirado Alderette, que lamentablemente no lo vio Presidente porque falleció antes de las elecciones ganadas por Menem. Este, estando en campaña vino a Tandil y se hizo un lugar para visitar y agradecer al compañero que estaba internado en el Sanatorio Tandil. Nunca se olvidó de ese hombre. Otro fue Francisco Vistalli, presidente del PJ. Todas las tardes se aparecía con galletitas para tomar el té y conversar largamente. También Roberto “Chango” Nievas, militante también fallecido, lo mismo que mi “hermano y amigo” Miguel Santoyanni que aun siendo empleado público, con los riesgos que eso llevaba, nunca dejó de estar en el grupo de apoyo. Igual que esa gran mujer “Tita” Brivio y ni que hablar de Luis Macaya. También había un marplatense llamado René que venía todas las semanas y colaboraba con cajones de verdura del mercado de Mar del Plata y un riojano, Carmelo, un petiso enorme en cariño y sentimientos. Después, se acercaron todos los dirigentes y militantes de Tandil. No los nombro porque no quiero ser injusto y olvidarme de alguno. También muchos vecinos que querían saludar al hombre, al ser humano. También lo visitaron políticos, gremialistas de primer nivel nacional.
-¿Algunos nombres?
-Leonidas Saadi, Deolindo Bittel y otros políticos. En lo gremial Diego Ibañez secretario General del SUPE, entre muchos otros. No faltaron artistas de la talla de Luis Landriscina.
-¿Cómo era su humor? ¿Se deprimía por estar “preso”? ¿Renegaba de su situación?
-Su humor era muy bueno. Nunca lo vi deprimido ni renegar. Solo una vez lo vi muy triste y fue cuando murió Carlitos Jr. Sé que eso lo destrozó interiormente.
-¿Cómo era un día de su vida?
-Se levantaba muy temprano. Pasaba un buen tiempo en su aseo personal. Desayunaba, le gustaba caminar y a veces hacía las compras. Almorzaba con alguno de nosotros y no se perdía su siesta riojana. Después leía hasta que comenzaban a llegar las visitas. Largas charlas. Frugal cena y alrededor de las 22 ó 23 se retiraba a descansar.
-¿Por qué vino a vivir a Tandil?
-Dada su popularidad en Mar del Plata, las Fuerzas Armadas decidieron sacarlo de la ciudad y le dieron tres destinos para que eligiera: Ushuaia, Santa Rosa en La Pampa o Tandil. Eligió Tandil porque era la más cerca a Mar del Plata donde residían sus primos y Zulema.
-¿El entonces destituido gobernador le llegó a hablar de sus sueños de ser Presidente?
-Estaba convencido y se preparaba diariamente para ello. Leía muchísimo a los grandes estadistas y la historia contemporánea, especialmente la de Argentina. Le preocupaba mucho la decadencia de aquellos años, la falta de libertades y principalmente la visión de la democracia futura. La ubicación del país en el concierto de las naciones del mundo… una anécdota sobre este punto: Llego al departamento y lo encuentro leyendo un libro, creo que se llamaba “El significado de las palabras” que es como un diccionario ampliado. Me sonrió y le digo “hay que estar aburrido para leer un diccionario…” Se sonríe y con esa paz interior que tenía y me contesta: “No, hay que estudiar para ser Presidente…”.
-¿Lo acompañaba a otras ciudades, por ejemplo, Ayacucho cuando fue Alfonsín y el que recibía los saludos era Menem?
-No en esa oportunidad. Estaba en San Juan. Pero en muchas otras sí. Durante la campaña lo acompañé a varias ciudades de la provincia de Buenos Aires y del interior de Córdoba, San Juan y La Roja. Y siendo Presidente y funcionario, al exterior.
-¿Qué análisis hace ahora de su gestión de gobierno?
-Cualquier análisis político se tiene que hacer teniendo en cuenta el tiempo, la época en que se desarrolló la gestión. Cuando asumió Menem teníamos una hiperinflación que nos había carcomido los cimientos como nación. Sin infraestructura, con los salarios por el piso y un pueblo desesperado. A nivel internacional cae el Muro de Berlín y el mundo pasa a ser unipolar donde prima el consenso de Washington para los países de Latinoamérica. Menem era sumamente pragmático y creyó que ese era el camino para sacar al país del atraso y postración en que se encontraba. Se tomaron medidas muy fuertes para frenar la inflación y hacer despegar Argentina. A nivel Internacional comenzamos a ser reconocidos y respetados. Vinieron grandes inversiones como Toyota. Las privatizaciones permitieron que se les pagaran bonos que tenían de varios años. En fin, el país comenzó a funcionar… ¿Que hubo errores? Claro que sí. Pero el que hace se equivoca. Con el paso de los años cuando la historia, alejada de las posiciones de los mortales haga su estudio estará la verdad.
-¿Cómo era entonces la relación con su familia?
-Con los altibajos que todos conocemos. Zulema venía muchas veces a Tandil. Nunca dejó de visitarlo y traerle los chicos, Carlitos y Zulemita, para que vean a su padre que los adoraba. En una venida se los dejó unos meses y mi esposa, con quien Zulema tenía una linda relación, los anotó en la Escuela 1. Sus hermanos Eduardo y Munir también lo visitaron varias veces.
-¿La amistad siguió siendo Menem presidente?
-Sí, pero lógicamente el tiempo que disfrutamos no fue el mismo. El ejercicio de la presidencia hace que no te veas con la frecuencia anterior. Pero sabés que la amistad está, el sentimiento no se pierde aunque uno no se vea con tanta asiduidad. De todos modos tenía esas cosas propias de él, me sorprendió dos veces siendo Presidente, viniendo a mi casa. En una de ellas entró a uno de los negocios que teníamos, peguntando por nosotros, como uno más. La sorpresa de la empleada fue tremenda. Así era Menem.
-Debe tener unas cuántas anécdotas como la que relata…
-Muchísimas. Recuerdo una de 1982, vamos a almorzar en un restaurante en la zona de Congreso. Estábamos sentados con mi esposa y Carlos, vemos entrar a un oficial de la Policía Federal, se dirige a nuestra mesa… ¡Uy! Dijimos. El hombre se cuadra le extiende la mano mientras dice: “Permítame saludar a quien en un futuro será Presidente”. Respetuoso dio meda vuelta y se retiró. Sorprendente. Una premonición, ocho años antes y aun en plena dictadura… Hay otra que es la contracara de la que le conté: En julio de 1979, viene a casa a las cuatro de la madrugada a buscarme porque había recibido un radiograma que le indicaba que debía estar a las seis en la Regional de Azul. Dejé indicaciones a mi esposa de lo que tenía que hacer si no regresábamos antes de las 13. En esa época no había celulares. Partimos en dos autos porque era más seguro. Llegamos a la hora indicada muy preocupados. Nos separaron. Pasadas tres horas lo traen y lo introducen en otra oficina donde no permanece más de tres minutos. Sale y me indica que nos vayamos. Camino al auto le pregunto qué querían. Me contesta: “confirmar el número de documento”. Me dio bronca y el me tranquilizó sonriendo y diciendo “vamos por el buen camino”. Cómo definir este hecho más que como ¡presión psicológica!
-¿Cómo recuerda a Carlos Menem Jr.?
-Fue un chico maravilloso, bondadoso y creo que no le gustaba la política. Su pasión eran los fierros. Los autos. El último verano, precisamente en febrero, se reunieron en La Rosadita que era la casa en la que veraneaban en Pinamar, con mi hija mayor Alejandra Karina para charlar y practicar los deportes acuáticos que eran su otra pasión. Fue la última de mi familia que vio con vida a Carlitos Jr. Murió al otro mes, el 17 de Marzo.
Cuando chicos jugaban en casa con mis hijos. Mis tres hijas mujeres y Zulemita eran futboleras. A Carlitos Jr. no le gustaba mucho, su pasión ya era otra, los autos.
Son tantas las vivencias que tengo con Menem y su familia que no pasa un día sin que recuerde alguna. Por ejemplo y es una casualidad claro, Zulemita y yo nacimos un 25 de diciembre, pero esto llevó a que en la Navidad de 1979 hiciéramos una gran fiesta en casa con Carlos, Zulema, Eduardo y Munir Menen y otros invitados.
-Cuentenos cómo siente su pérdida
-Con mucha, mucha tristeza. Siento que se fue una parte importante de la historia de País. Que no tengo dudas en mi balance que fue positiva y será reconocida en el futuro. Además en lo personal, siento que se fue un importante trozo de mi propia historia. Por otra parte contento porque partió con su familia unida y lleno de cariño.