BOXEO
“Caníbal”, el canillita que se volvió campeón argentino
A 40 años de su debut profesional, Miguel Ángel Maldonado repasa su periplo deportivo. Sus peleas ante “Martillo” Roldán, los guanteos con “Mano de Piedra” Durán y su recorrido en el fútbol.
Por Fernando Izquierdo, de esta Redacción
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Tras un extenso itinerario como amateur, el 6 de junio de 1980 Miguel Ángel Maldonado efectuó su debut como boxeador profesional.
A días de cumplir los 21 años, “Caníbal” tuvo su estreno ante Ricardo Ruiz, quien en Mar del Plata lo derrotó por puntos.
Aún el tandilense no se había inclinado exclusivamente por el boxeo, dividiéndose entre esa actividad y el fútbol, disciplina en la que llegó a integrar aquel recordado plantel de Racing de Gardey que “coqueteó” con el Nacional en 1984.
Sus orígenes habían estado más vinculados al deporte de los puños, habiendo cumplido con apenas 13 años su debut en el amateurismo, en el marco de una época en la que trabajaba como canillita.
Su recorrido de casi 17 años entre los rentados lo llevó a consagrarse campeón argentino de los súper medianos en Misiones (el 5 de noviembre de 1988 venció por puntos a Julio González), a enfrentar en sendas ocasiones a Juan Domingo “Martillo” Roldán, y a efectuar cinco peleas en Europa.
Radicado en Mar del Plata desde hace varios años, “Caníbal” continúa ligado al boxeo ahora en la faceta de entrenador, además de seguir adelante con su puesto de pochoclos en cercanías del mar.
Desde la ciudad balnearia, Maldonado se prestó a una extensa entrevista con El Eco de Tandil:
“Mis primeras peleas profesionales las hice en Mar del Plata, porque me estaba manejando Olivera, quien era cuñado de “Tito” Lectoure, y Carlos Barrionuevo. De amateur, hice muchísimas peleas porque debuté a los 13 años. Marcos Vistalli me llevó a pelear a Benito Juárez, en una velada en la que también pelearon Carlos Cejas y Morales. Ese día empaté con un chico de Azul”.
-¿Lo hicieron debutar de tan chico porque le veían condiciones?
-No sé si condiciones, era fuerte y aguerrido. Era insoportable y lo volvía loco a Vistalli para que me haga pelear. En ese entonces, yo era parte de un grupo de once o doce chicos que trabajábamos en la calle vendiendo diarios. Incluso, dormíamos en El Eco, nos permitían quedarnos hasta que saliera el diario y nos íbamos a venderlo. La mayoría de ese grupo nos dedicamos al boxeo, pero creo que sólo yo llegué a ser profesional. En mis comienzos, entrenaba en el club Santamarina.
-¿Quiénes lo preparaban?
-Palavecino y “Torito” Ibarra, con Vistalli como mi manager.
-Y al mismo tiempo jugaba al fútbol.
-Sí, era uno de los pocos que hacía eso. Los sábados jugaba en la cuarta o la quinta de Ferro a la tarde y después agarraba el bolso y viajaba para pelear, a Balcarce por ejemplo. Me juntaba en la terminal con otros dos o tres boxeadores y nos tomábamos el micro. Después, en primera, jugué en aquel equipo de Racing de Gardey en el Regional, con el “Conejo” Tarabini como técnico. También estuve en Martín Rodríguez y en otros clubes de Tandil.
-¿Qué tipo de jugador era?
-En esa época se jugaba con dos wines y un centro delantero. Generalmente, yo iba como wing derecho y, en algunas ocasiones, izquierdo. Era rapidísimo y fuerte. También medio camorrero, discutía mucho. A veces, me expulsaban, el “Colorado” Blanco me tenía “de hijo”.
-¿Cómo tomó la decisión de dedicarse exclusivamente al boxeo?
-Cuando estaba por hacerme profesional, vino Marcos (Vistalli) y me dijo: “Mirá, Caníbal, un día vas a tener una pelea y, si llegás a lastimarte en un partido, no la vas a poder hacer”.
-¿Lo privilegió sobre el fútbol por gusto o por motivos económicos?
-Porque desde chiquito me había dedicado al boxeo. Y me acuerdo de que, teniendo 5 ó 6 años, estaba en el campo y miré la pelea en la que Bonavena le dio una paliza bárbara a Mildenberger. Es como que eso me hizo enamorar del boxeo. Mi papá tenía la faja de gaucho y, cuando nadie me veía, yo me la ponía, me subía a la cama y levantaba los brazos, sintiéndome campeón. Las vueltas de la vida me permitieron cumplirlo.
-Tuvo un debut profesional no registrado.
-Claro, en el club Santamarina, a los 18 años. Esa pelea no terminó tomándose como válida, porque yo no tenía la edad para ser profesional. Le gané por puntos al paraguayo Diego Vega Ramírez.
-¿Cómo se da su salida de Tandil?
-“Uby” Sacco me contrató para que sea su sparring. Fui yendo cada vez más seguido a Mar del Plata, hasta que me radiqué.
-¿Qué pelea atesora como la más especial?
-Cuando fui campeón argentino. Después de tanto buscarlo en lugares cercanos, terminé consiguiéndolo en Misiones.
“Mano de Piedra” y “Martillo”
A fines de los 90’, el panameño Roberto “Mano de Piedra” Durán, legendaria figura del boxeo latinoamericano, visitó Mar del Plata en sendas ocasiones, contando con la colaboración de Maldonado en los entrenamientos:
“Fui su sparring dos o tres veces. Él vino a pelear con Omar ‘Príncipe’ González y con ‘Roña’ Castro”, repasa “Caníbal”.
-¿Cómo era?
-Una tremenda persona, muy humilde. Tenía una mano pesadísima, te pegaba “jugando” y no sabés lo que te dolía, como si te martillaran un dedo. Imaginate cuando peleaba con 60 kilos, era tremendo. A Esteban De Jesús lo liquidó con un derechazo. Cuando estuvo en Mar del Plata, tendría cerca de 80 kilos, yo estaría en 76 ó 77. Debuté con 48, como amateur, y fui subiendo.
-¿Cómo fueron los enfrentamientos con “Martillo” Roldán?
-El primero, durísimo. Fue el año anterior a que él pelee con Tommy Hearns. Nos enfrentamos en Rosario y me acuerdo de que Ubaldo Sacco padre me dijo “boxeá, pero no te prendas demasiado porque éste pega como un caballo”. Lo peor que me podría haber dicho es que me ponga a correr, sonó la campana y salí a buscarlo. Le pegué algunas pero eran más las que venían. En el primer round no pudo tirarme, pero en el segundo me noqueó con un derechazo en el pecho. Tenía la mano muy pesada, comparable con Durán.
-¿Y la segunda?
-Fue antes de que “Martillo” pelee con Michael Nunn. Viajé en tren, a San Miguel. Esa vez me noqueó en el sexto.
-¿Era factible vencerlo teniendo un buen día?
-Se le podía ganar. A “Roña” Castro nunca lo enfrenté, pero también era ganable, más allá de que tenía la mano pesada. Pero en esa época, los primeros diez del ranking argentino eran muy buenos boxeadores.
El tramo final
-También peleó en el exterior.
-Sí, hice diez peleas afuera. Perdí por puntos con el alemán Henry Maske, que era campeón del mundo. También anduve por Inglaterra. Y mis últimas peleas fueron en Brasil.
-¿Pudo hacer una diferencia económica con el boxeo?
-Sí, pero el dinero así como llega, se va. Y también aparecen “los amigos del campeón”. Eso fue algo que también padecí, aunque supe alejarme a tiempo.
-¿Cómo tomó la decisión del retiro?
-Lo venía pensando un tiempo antes. Ya no tenía ganas de entrenar. Un día dije “listo, ésta es la última” y me retiré, haciendo una pelea en Brasil (N. de R.: perdió por puntos ante el local Luciano Torres el 21 de abril de 1997).
-Siguió ligado como entrenador.
-Claro, tengo a un pibe que está por hacerse profesional, Lucas Arce. Hace unos años peleó en Tandil. Entrenamos en el gimnasio de “Mono” Briñón, quien fuera entrenador mío. Además, estuve con Gonzalo Manrique, quien ganó algunas peleas como profesional y se fue a España. Y también he entrenado a uno de mis hijos.
-¿Sigue de cerca la carrera de “La Cobrita” Rueda?
-Sí, es un boxeador que siempre me gustó. Es un tipo que pega muy fuerte. Además, es un buen pibe, muchos creen que es agrandado pero no, es calladito, humilde. Él se presentaba en 57 kilos, siendo 58 su peso habitual. Cuando tuvo que prepararse para pelear por el título mundial estaba en 59, casi 60. Y tuvo que dar 57, con lo cual quedó flojo. Sin quitarle méritos a un boxeador durísimo como Valdez. Más allá de eso, los méritos de Rueda son innegables, un tipo como él que ganó casi todas sus peleas por nocaut, es aceptado en cualquier parte del mundo.