El camino de la vida
El periodista deportivo Luis Orlando Sánchez cumplirá en 2021 treinta y cuatro años al frente de su programa “Vértigo” que se emite por Eco TV. Si bien en la nota habla de su gran pasión, el automovilismo, repasa aspectos que hacen a su vida desde que llegó de Lobería cuando era apenas un niño: la escuela, el San José, la farándula, el atletismo, su familia, recuerdos y nostalgias. En esta oportunidad el ´fierrero´ le da paso a un Luis más íntimo que afirma: “Soy un hombre con sus pasiones y sentimientos”, como cualquier otro.
El viernes 21 de agosto cumplió 70 años, la mayoría de los cuales ha vivido como periodista deportivo. Sin fiesta, por el momento, rodeado de sus afectos más íntimos Luis agradece a la vida por haber logrado casi todos sus sueños. Le falta uno, convertirse en piloto civil.
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-¿Cuáles son sus recuerdos de la niñez?
-Tuve una feliz y añorada infancia con mis padres, mi familia. Fui compinche de mis abuelos y tíos. Tengo hermosos recuerdos de la primaria en la escuela N1 en Lobería con maestras muy afectuosas, todas me dejaron algo. Nuestro grupo de primario era lindo y divertido y aún tengo contacto con amigos de aquella etapa.
-¿Qué deportes eran sus preferidos?
-En los primeros años, jugaba al futbol en las inferiores del Club Jorge Newbery, pero el acercamiento al automovilismo fue muy fuerte. Papá era directivo de la entidad aurinegra y veía con él las carreras de TC y viajábamos juntos.
-De niño ¿qué quería ser?
-Piloto civil. Me gustaban los aviones, me seducía volar.
-¿Por qué se radicó su familia en Tandil?
-Por el trabajo de mi papá, fue en 1964. Hice la secundaria en el Colegio San José, donde tuvimos con mis compañeros una gran educación, con los hermanos y profesores que nos aportaron una base importante para enfrentar la vida. “Profes” inolvidables, como Lauro Pedro Castorino, Roberto Dabidós, el doctor J. Guanella en higiene, materia de 5° año, que nos hablaba de la importancia del lavado de manos. Era un adelantado. También al maestro Isaías Orbe, Juan Carlos Yotti, los hermanos Sabino, Crisóstomo y Hermenegildo, referentes de la educación.
-¿Cómo se llamaba su agrupación?
-Calpulli, compartida con los compañeros de promoción, las chicas de Sagrada Familia y los amigos en común. Hoy tenemos un grupo de whatsapp con ellos. Fue un tiempo que disfrutamos plenamente y el broche de oro fue el viaje de egresados a Bariloche.
Boliche, cine y deporte
-¿Qué recuerdos tiene del Tandil de su juventud?
-Tenía una intensa vida nocturna finalizando la década del ´60 y en los albores de los 70, ´le menciono las tardes de Flamingo en la Galería Italia, y la previa en Moritat de Oscar Saliani. De viernes a domingo, la noche serrana se vivía en un lugar emblemático y con glamour; Grysby, regenteado por Alberto Cantarelli; otros, como Boliche de la familia Granato, en 9 de Julio al 800, Isidoro C, Casablanca y otro –creo que tuvo dos nombres- en Avellaneda frente a la plaza Moreno. Antes de los ´70, apareció un boliche que hizo explotar la noche de Tandil, fue un verdadero boom, pero por un breve tiempo, Camelot en la avenida Alvear.
-Y con una interesante vida cultural
-Más de seis cines albergaba esta ciudad en esos años, tres en la calle Rodríguez: Cervantes, Americano y Avenida, el Súper en Alem, el del Club Excursionistas en Las Heras, Estrada (hoy Teatro del Fuerte) y San Pacifico en Villa Italia. Luego apareció el cine Alfa.
-Fue un activo atleta y también un entusiasta de la farándula.
-Hay dos íconos de estas serranías: La farándula y las olimpiadas estudiantiles. Nos pertenecen. Teníamos profesores maravillosos, grandes personas como Eduardo Aldasoro y el profesor Garaguso. Competíamos en la plaza y en el Estadio de Ramón Santamarina. Allí también mis hijos disfrutaron del campo de deportes de Roca y Belgrano. Una institución señera, que nunca debió resignar su reducto y su sede, con todos los deportes que se practicaba. Se educaron varias generaciones de chicos y jóvenes. Por la quinta San Gabriel, hacíamos los entrenamientos para las olimpíadas de atletismo, que se desarrollaban en la plaza Independencia. Pude vivir la historia del Tandil Auto Club, desde el circuito Vuelta a la Carretera y las etapas de construcción del semipermanente hasta la inauguración en 1977.
El trabajo y la familia
-En aquella época ingresar en un banco daba prestigio y según se decía “se tenía trabajo para toda la vida”
-Tuve que dar un examen en Azul y en 1975 ingresé al Banco. Era una época muy activa de la institución y estuve en un lindo lugar, la sucursal de la avenida Colón, aunque mi último destino fue en el centro. Mientras tanto, apuntaba a una tarea que me absorbió y me fui insertando en el periodismo.
-¿Cómo siguió todo?
-Un año después, en marzo de 1976 me casaba con Olga, comenzaba otra etapa, creciendo y aprendiendo junto a mi mujer, luego llegaron Matías y Ramiro, mis hijos y sueños, que me han acompañado desde muy chicos. Dos hijos que amo, compañeros y en quienes confío plenamente. Tengo un amor incondicional con mi familia, sufro mucho pensando que quizá tendría que haber compartido más tiempo con ella, pero las obligaciones de esos años y los compromisos eran otros. Hoy, mis nietos, Baltazar y Camilo armonizan otro momento de mi vida. Es una etapa muy linda esta de verlos crecer. Con mis nueras, Natali y Flor conformamos una linda “bandita”.
Recuerdos y nostalgia
-¿Cómo se define a grandes rasgos?
-Cuando me miro por dentro, veo que soy un tipo normal, con sensaciones, sentimientos y pasiones como cualquier ser humano.
-¿Es nostálgico?
-A veces y sobre todo de algunas etapas. Vivo muy pendiente de mi familia, quizás es heredado ya que mis abuelos y padres eran así. Siempre tuvimos una relación muy cercana y los recuerdos a veces se asemejan a la nostalgia.
-Hoy decía que incursionó en el periodismo ya estando en el Banco
-Pero fue en el secundario donde apareció la vocación, si bien quería volar. Tuve grandes maestros que me impulsaron en esta profesión que había que combinar con amor y convicción.
-¿Es relajado o exigente con usted?
-Soy riguroso conmigo mismo. Me gusta revisar la historia, geografía, las epopeyas ilustres, la “cocina” y la actualidad. Siempre hay que innovar y estar aggiornado en esta actividad cautivante que es el automovilismo. Me gusta, puntualizar el trabajo de figuras y notables dirigentes que han llevado con esfuerzo esta disciplina adelante.
-¿Cómo ve el automovilismo hoy?
-Ha perdido fuerza y convocatoria, faltan ídolos, aquellos notables que movían multitudes, los Gálvez, Fangio, los Emiliozzi. Hoy ha quedado el “Flaco” Traverso, que tiene un magnetismo muy particular y es reconocido por los chicos y los grandes.
Proyectos significa futuro
-¿Cómo lleva la cuarentena?
-En esta etapa de pandemia, pude hacer otras investigaciones, contactos, recuperando episodios olvidados.
Narraciones y detalles que son ejercicios maravillosos y es muy lindo compartirlos y reflejarlos con mis hijos, con Leo (Moreno) y el resto de los chicos y colegas. El material archivado en el arcón de la historia hay que desempolvarlo, ya que hay mucha gente que participa y se interesa por esos recuerdos.
-¿Tiene algún proyecto entre manos?
-La edición del libro, con vivencias y narraciones emocionantes de la época de oro, historias muy ricas de la actividad en Tandil, en la región, pero recorriendo lugares emblemáticos de las sierras. Los seis escenarios donde los tandilenses disfrutaron sus ediciones, las clásicas entregas del Turismo Carretera. Hay vecinos que aún recuerdan cuando el TC pasaba frente a sus casas, en las avenidas, Avellaneda, Rivadavia o Juan B. Justo.
-¿Es un hombre agradecido?
-Tengo la mejor familia. Más no puedo pedir.
Octavio y su tragedia
-¿Cómo vivió la muerte de Octavio Suárez en el circuito de Tandil?
-Teníamos un acercamiento especial, Octavio era amigo del equipo cuando estaba con Legnani y muchas veces las acotaciones las hacía él y compartíamos buenos momentos. Nos pegó muy fuerte. El se había montado al hombro el TC, era el presidente de la categoría, estaba encauzando el TC porque en 1979 la categoría había quedado acéfala y comenzó a autofiscalizarse. Octavio empezó a trabajar en momentos durísimos. Peleó con todos los gobiernos y siempre llevó el turismo TC adelante. Tenía éxito y carisma y cara de malo. Era un tipo de trabajo y colectivero. Murió un 23 de septiembre. Le pegó muy fuerte al TC e hizo un click en la categoría.
-¿Allí se comenzó a hablar de sacar el TC de las rutas?
-Incluso hubo gente del gobierno que lo quería sacar antes de eso…
-¿Lo de Octavio, entre otros que dejaron su vida en las carreras, significa “morir en su ley”?
-No lo sé… el automovilismo es un deporte de riesgo y por eso es tan familiero. Hoy no tanto pero en aquellas épocas lo era más. En 1992 tiene el accidente y muere Roberto Mouras, el Pato Morresi en 1994. Eso lo vivimos todos porque estábamos muy cerca en el afecto y fue tremendo.
(Extracto de una nota realizada en 2016, con motivo de los 30 años de Vértigo TV)
Artesanos al servicio del automovilismo
-Cuando empezó tanto en la Radio como en la tele, el trabajo era casi artesanal.
-Era artesanal. Cuando empezamos en el ´86 había 4 ó 5 cuadras de cable, recién comenzaba y nosotros nos metimos charlando con Edgardo Carra, Jesús Rocha y después vino Enrique Girodo que nos dio una mano bárbara. Se hacía todo en vivo. Cuando se hacía la carrera de TC en Tandil, teníamos en el programa la noche de gala e iban los pilotos al piso. En el ´87 que definían al otro día en el semipermanente Castellano con Oyhanarte y estaban los dos en el piso y en el medio el Intendente. Todo eso lo hacíamos a pulmón. Y en 1991 hicimos en vivo desde Mendoza la clasificación, la enviamos por cable coaxil, fueron dos periodistas, dos camarógrafos. Tenemos todos estos archivos que los vamos tirando en el programa porque es una manera de traer al presente recuerdos muy lindos. Se hacía todo muy artesanalmente.
(Parte de la charla con Luis en septiembre de 2016)