A pesar del intento de algunos de reconvertirse, los peloteros agonizan y no pueden más con los gastos
Se convirtieron en cafetería con patio de juegos pero con las restricciones vigentes tampoco pueden trabajar. “Para mí todos los días son domingo, no tengo horarios de nada, necesito trabajar, ocuparme de algo”, expresó con desesperación la dueña de uno de los peloteros que se transformó en confitería. Están desesperados por las deudas.
Una difícil situación atraviesan los dueños de peloteros de la ciudad considerando que el año pasado no pudieron trabajar y ahora hace meses que tampoco lo pueden hacer. En ese contexto, dos de ellas decidieron reconvertirse en cafetería con patio de juegos, pero resulta que con las restricciones vigentes hace ya varias semanas, tampoco pueden trabajar, situación que se torna desesperante.
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Romina Angrami, propietaria del pelotero Aladín, recordó que “recién en marzo pudimos volver a trabajar como pelotero, ese fue el único mes que pudimos abrir las puertas porque volvieron a prohibirse las reuniones sociales. Así que fuimos en busca de respuestas al Municipio, fuimos a ver a la secretaria de Desarrollo Productivo Marcela Petrantonio”.
“Las respuestas en todos lados eran que nos teníamos que reinventar, el tema era que reinventarnos sin tener un peso para nosotras era totalmente difícil”, expuso.
En ese contexto, señaló que “cuando se pudieron volver a hacer las reuniones sociales primero eran hasta 10 personas en noviembre, la gente obviamente no quería contratar un cumpleaños hasta 10 personas y después otra cosa es que para nosotros diciembre, enero y febrero es temporada baja, así que tampoco tuvimos trabajo, si bien ofrecíamos el servicio igual, no trabajábamos”.
“Por ejemplo en mi caso en Aladín en enero tuve tres cumpleaños en todo el mes, es realmente temporada baja, para enero nos dijeron que podíamos hacerlo hasta 30 personas ahí tuvo más aceptación de la gente entonces en marzo pudimos trabajar”, indicó
Por su lado, Carla Braki, dueña del pelotero Travesura Cósmica destacó que “cuando volvimos a cerrar a principios de abril yo le escribía a Marcela Petrantonio casi todos los días y siempre me respondió, tuvimos una reunión con ella y nos tiró la idea de reinventarnos como cafetería más patio de juegos, para poder aprovechar lo que ya teníamos”.
“Aceptamos porque tanto panorama oscuro fue la luz que vimos. De todos los peloteros fuimos sólo nosotras dos las que aceptamos la propuesta”, indicó.
Una esperanza que no fue
Romina Angrami comenzó la última semana de abril, que el horario estaba restringido hasta las 18, por lo cual “no hubo mucho movimiento, justo cuando nos dejaron hasta las 20 fueron los últimos tres días que trabajamos”.
“Pude trabajar muy poco pero tuve más posibilidad que Carla, que estuvo sólo una semana abierta como cafetería, pero igual no nos alcanzó a ninguna de las dos porque cuando la gente estaba empezando a conocer este nuevo rubro tuvimos que cerrar”, manifestó.
Carla Braki lamentó que “a mí no me alcanzo a conocer nadie. Es algo novedoso, en Tandil no hay algo así pero lleva tiempo que la gente conozca. La inversión fue más de lo que imaginamos porque Marcela (Petrantonio) nos ayudó con un subsidio para poder comprar la cafetera que necesitábamos pero hubo un montón de cosas como mesas, sillas, vajilla, otros gastos, mercadería, comprar gaseosas, insumos para ofrecer, comida y demás. Lo único que tuvimos fue el subsidio para comprar la cafetera”.
“Para mí todos los días son domingo”
“Yo sigo cada vez más endeudada, es más mi contadora me avisó que aumentó el monotributo así que tengo una deuda un poquito más abierta de enero a mayo, así que los familiares nos siguen apoyando y le seguimos debiendo plata a ellos”, señaló.
Y deseó que “ojalá nos iluminara Dios y pudiéramos abrir como realmente quiero trabajar como pelotero. Obviamente si hay restricciones y sólo podemos abrir esto por lo menos necesito tener la cabeza ocupada. Para mí todos los días son domingo, no tengo horarios de nada, necesito trabajar, ocuparme de algo”.
“Me tuve que acostumbrar a mirar la billetera a ver si me quedan 10 pesos para hacer las compras”, expresó con tristeza.
En tanto, Romina Angrami contó que “en mi caso al saber hacer un poco de pastelería y chocolatería empecé a buscarle la vuelta y estoy intentando ofrecer eso pero obviamente las ganancias no son las mismas”.
“Que no se olvide el sector, el pelotero, que es por lo que nosotras luchamos, es lo que nos gusta y no queremos que se pierda. No es lo que nosotras pedimos que se vuelvan a hacer fiestas simplemente poder volver a trabajar como veníamos, con higiene y todos los protocolos. Son cumpleaños de 2 horas, con no más de 20, 30 personas, por el bien de los nenes porque ver la satisfacción que tienen cuando van a jugar es única. Y por nosotros porque necesitamos trabajar sí o sí para poder afrontar los gastos”, finalizó.