Adolfo Carreño, el restaurador
Es un hombre muy vital, lleno de energía y hasta por momentos un poco atropellado; sin embargo, cuando se sienta a su mesa de trabajo para bucear en el fino mecanismo de un reloj, sus manos adoptan movimientos delicados y precisos y con pulso firme se acerca a las entrañas de la máquina, la que mira a través de su lupa que -podría decirse no se ha quitado en años- descubriendo la falla, restaurándola.
Nos quedamos mirando cómo trabaja en su espacio que por momentos pareciera un templo recoleto en el que el silencio sólo es interrumpido por las campanadas de un reloj de pared.
Hace cincuenta años que Carreño es relojero, comenzó de jovencito. Le pedimos que nos cuente de entonces y nos invita a sentarnos convirtiéndonos en la audiencia espontánea de la ceremonia del arte de fumar tabaco en pipa. Tiene 15, que va cambiado según su estado, ya que los que entienden del tema saben cuándo hacerla a un lado, y Carreño es un erudito.
-¿Cuántas pipas al día?
-Depende, pero nunca durante el horario del comercio y siempre cuando estoy solo o cerramos el negocio o puede ser reparando un reloj de pared, un despertador, me relaja, ¡no sabe cómo me calma los nervios!
-¿Qué diferencia hay entre fumar en pipa o fumarse un cigarrillo?
-Al cigarrillo no le siento gusto y el aroma del tabaco en pipa es riquísimo? fumar en pipa es un placer.
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DEL MARTILLO DE MAMA
A LA INUNDACION DEL 51
-¿Cómo fueron sus comienzos?
-Mis padres tenían un almacén en Machado y Moreno y fue allí donde comencé a arreglar relojes despertadores? se los pedía a los clientes. Teníamos un escritorio chiquito con mi hermano (Favio ?Pichón) detrás del almacén y allí armábamos y desarmábamos relojes. En realidad lo que teníamos que hacer era atender el negocio, a la gente, pero un día se apareció mi madre y con un martillo me rompió toda la mesa de trabajo? fue un gran percance ?dice medio entre risas y cara compungida recordando aquel mal trago-.
Recomenzamos y los trabajos de relojería los hacíamos de noche, en la madrugada, arreglando despertadores que no funcionaban, los hacíamos andar? mal pero andaban.
-¿Tenía conocimientos de relojería o era un intuitivo?
-No sabía nada, pero siempre fui un investigador de instrumentales, de un reloj, de un instrumental de avión o de auto, comencé con los amperímetros, arreglaba velocímetros, relojes? ¡Bueno, arreglar arreglar? decíamos que los arreglábamos!, algunos andaban y otros no, a veces se nos rompía algo porque eran los inicios. Después comencé a armar la mesita, a trabajar, sacaba datos de revistas, de libros y con mi hermano comenzamos a arreglar relojes para Alonso & Cía, un tradicional negocio que estaba en 9 de Julio y Belgrano, esto fue a finales de la década del 40.
-Y allí ya comenzaron a andar las cosas mejor?
-¡No!, porque la inundación del ´51 me llevó toda la relojería. Entró un metro y medio de agua en el almacén de mi padre ?en Machado y Moreno-, mis padres junto a mi hermanita se salvaron subiéndose al techo. Recuerdo que tenía los relojes colgados en la pared y salían por la ventana de la cocina, se los llevaba el agua. ¡Fue espantoso! Tuve un cliente que me había dejado su reloj Election y la inundación se llevó todo menos la caja. ¿Cómo se lo decía? Junté coraje y el hombre, macanudo, me respondió que no me preocupara que esperaría, cuando le conseguí la máquina se lo armé. ¡No sabe la alegría de ese hombre y la mía, por supuesto! Esa inundación fue tremenda, me llevó relojes de pared, la mesa de trabajo quedó destruida y las herramientas se fueron quién sabe dónde.
-Primero había sido su mamá con el martillo y luego la inundación, pero vemos que no fueron causas suficientes para desanimarlo.
-Comencé nuevamente ¡por supuesto! Y me puse a trabajar con Aurelio Ceccón, un grande, mi maestro, no sabe cuánto aprendí con él, a hacer piecitas en torno, por ejemplo. Estuve largo tiempo con él y ya a fines de la década del 50 me puse por mi cuenta?.¡Espere?! ya antes, después de salir del servicio militar en el 56 había instalado un negocio en Uriburu y Rodríguez y después volví a trabajar con Ceccón. Mi hermano decidió irse a Villa Regina, Córdoba, de modo que no seguimos juntos aunque sí en el mismo oficio de relojería y yo me fui con él hasta el 64.
Cuando mi mujer compra una casa de modas, Selecta, en la calle Rodríguez en el depósito me puse mi mesa de relojes y trabajaba más que ella. Cerró la casa de modas y seguí yo con la relojería. Allí estuve 42 años y acá en Rodríguez 807, tres. De modo que tengo toda una vida en este oficio.
EL CABLE A TIERRA
-Se sabe en la ciudad que es un gran coleccionista de autos.
-Es mi hobby, los restauro. Mire siempre fui fierrero, me gustaban los coches de carrera y he armado varios autos antiguos y he tenido que venderlos por alguna cuestión de enfermedad, pero gracias a Dios siempre fui para adelante.
-¿Se quedó con alguno?
-Tengo seis? y le cuento algo, en 1980 me saqué la lotería y compré un paquete de autos viejos y eso me costó un disgusto con mi mujer.
-Tal vez ella deseaba que hicieran un viaje.
-Es que tenía un montón de autos ya?
Después mi mujer se enfermó, tuvo un aneurisma ?felizmente está bien- y allí comencé a vender los autos.
-Y se quedó con seis ¿qué particularidades tienen que no se desprendió de ellos?
-Los he hecho a nuevo de punta a punta. Tengo un Dodge 1923 que es en el que llevo las novias. Además, tiene su historia, cuando mi mujer quedó embarazada de mi hija Patricia estuvo ocho meses en reposo y yo no podía ir a ningún lado, entonces compré ese autito y es el que más quiero, me trae muy buenos recuerdos. Después está el auto que perteneció al corredor Raúl Rigantti y con el que ganó en Rafaela en 1926 a un promedio de 100 kilómetros; un Hudson; un Plymouth 1928; la coupé de TC que perteneció a Críspulo Villanueva que la estoy restaurando y un MG 47 que hace 16 años que lo estoy juntando.
-¿Cómo es eso?
-Lo canjeé por repuestos? al auto me lo entregaron en una bolsa y ya lo tengo casi listo.
-Cuánta paciencia tiene que tener para semejante hobby y quienes lo conocen dicen que es bastante ?polvorita?.
-Y lo soy, tengo mucha paciencia para mi trabajo, puedo estar horas y horas con un reloj que no anda, siempre hay alguno que da dolor de cabeza, entonces los dejo, los vuelvo a tomar y los hago funcionar.
DE CASA LA MOVEDIZA
A LA CONFITERIA NORMA
-Ha vivido casi medio siglo en esta calle Rodríguez y la ha visto cambiar a través del tiempo ¿cuáles han sido los cambios?
-Increíbles, tanto en el tránsito como en la cantidad de gente y negocios que fueron cerrando y aparecieron otros nuevos. Lo que más lamenté creo que fue el cierre de la Confitería Norma porque fue uno de los primitivos negocios de esta calle, después vinimos nosotros, que seguimos en carrera. Recuerdo que en la esquina de Mitre y Rodríguez estaba la zapatería La Movediza a donde íbamos a veces a buscar un cachito de cuero para poner en los martillos de los relojes de pared.
-¿Cómo era la gente de entonces?
-Distinta, no se puede comparar con la actualidad porque hay muchos años de diferencia y en el medio sucedieron muchas cosas; de todos modos, tengo clientes de varias generaciones de familias del ambiente donde me muevo: talleres mecánicos, pintores, chapistas.
-¿Es el más antiguo de los coleccionistas de autos, en Tandil?
-El más viejo, el otro es Metilli y los que hay son posteriores.
-¿Es un hobby caro?
-Sí, pero como hago carburadores, distribuidores, magnetos canjeo mi trabajo por repuestos que me faltan. Si tuviera que sacar plata del bolsillo hubiera sido imposible sostener este hobby a través del tiempo.
-El trabajo mecánico es de precisión igual que el de relojería, aunque este último parece mucho más delicado.
-Trabajando en relojería, la mecánica uno la toma ?no fácil- pero la maneja bastante bien. Y eso me pasa, hago carburación, encendido principalmente? soy un enfermo de los fierros, soy fierrero de alma.
ANTIGUO RELOJ DE COBRE
El taller de Carreño tiene varias estancias, una para cada tipo de reloj. Los tradicionales, los más nuevos, los cucúes, los hermosos de pared que parecen sacados de una casa de antigüedades? o dejando ir la imaginación, fueron parte de alguna casona solariega de otras épocas o de oscuros castillos medievales ¿por qué no? Carreño sonríe mientras le contamos nuestras fantasías, esperando la próxima pregunta
-¿La gente sigue trayendo esos relojes tan importantes para arreglar?
-No sólo de Tandil, sino de ciudades vecinas, Juárez, Tres Arroyos? en este lugar tengo la máquina lava relojes, el torno para hacer piecitas, el banco de prueba, entre otras cosas.
-También tiene una colección de cucúes, ¿son suyos o son para arreglar?
-Algunos? la gente los continúa trayendo y entrego por semana, por lo menos dos.
Las paredes de esa parte del taller están tapizadas de relojes bellísimos, verdaderas piezas artesanales, los cucúes son realmente encantadores y Carreño disfruta de los tesoros propios o por el tiempo que dure la restauración
-¡Qué placer poder trabajar en estas piezas!
-No se imagina, por eso paso tantas horas acá, soy feliz. Mi señora a veces se enoja porque llego tarde a comer o simplemente llego tarde, pero es que la relojería y los fierros me pueden, me vuelven loco.
LOS PASOS DE GUILLERMO
?Tengo también una máquina para grabar cartógrafos, para las medallas, las copas, pero esto es monopolio de mi hijo Guillermo ?no se me vaya a olvidar de ponerlo en la nota-, dice sonriendo
Le aseguramos que no, porque estábamos por preguntarle justamente quién le seguiría los pasos.
-Cuéntenos de Guillermo
-Me sigue de cerca y está estudiando joyería en Olavarría, hace platería criolla, cuchillería, cincelado a mano, grabado. Tiene un profesor de primera.
-Los relojeros de antes ?como hablábamos hoy- eran más intuitivos que otra cosa.
-Uno tenía que usar la imaginación y la lógica.
-¿Le gusta la joyería?
-No simpatizo demasiado. Me tira más lo que es mecánico.
-¿Quién fue el primer relojero en Tandil?
-Laudau, aunque creo que fueron? cuando iba a buscar algún repuesto no me echaban pero les faltaba poco.
-¿Por qué?
-Ninguno quería dar a conocer el secreto de cómo se hacía un reloj? pero con el tiempo fueron cambiando, me aceptaban un poco más.
LA MESA DEL TIEMPO
Nos lleva hacia la parte posterior del negocio de venta de relojes y alhajas y señala una pequeña mesa al costado de la pared.
-Este es el gran amor mío? la mesa de trabajo.
-¿Cuántas horas pasa allí?
-Doce o trece horas por día, pero cuando me entusiasmo con algún reloj a última hora, cuando estoy más tranquilo ni me acuerdo de la hora, y mi señora se enoja.
-¿Se renueva el entusiasmo frente a un nuevo desafío?
-Claro que sí, no hay nada más grande que pelearle al reloj, su problema? y ganárselo.
-¿La calidad de las piezas de antes son iguales a las de hoy?
-Nada que ver.
-Antes, hablar de un Omega eran palabras mayores.
-Y sigo reparándolos, tengo repuestos de toda esa línea. Trabajar en un reloj suizo de hace cuarenta años atrás es un deleite? no hay mayor satisfacción que hacer andar un reloj de esos.
-Le gustan los relojes tradicionales, parece que los actuales no son de su preferencia, acá entra Guillermo?
-Claro, porque anda en los relojes electrónicos y ya me pasó por arriba, yo no lo puedo seguir, pero además porque como le decía no simpatizo con el electrónico, me quedo lejos con el mecánico? no sé por qué no me gusta el electrónico? será porque me salieron los dientes con el reloj mecánico, ya que empecé desde muy pibe, a los quince, allá en el fondo del negocio de mis padres.
Allí eran mis conejitos de indias los clientes del negocio, aunque de alguna manera hacíamos andar los relojes.
-¿Se usan actualmente los mecánicos?
-Sí, pero casi no hay. Restauramos los relojes y los vendemos usados.
QUISIERA TENER NIETOS
-¿Cómo fue construyendo su familia?
-Empezamos muy jovencitos a andar de novios con María Berta, ?Chiche? vivía cerca de la casa de mis padres, después de seis años de novios nos casamos y llevamos 46 de matrimonio. Tengo dos hijos, Patricia y Guillermo? tendríamos uno mayor pero se nos murió. Con la llegada de los otros dos se fue armando la familia.
-¿Tiene nietos?
-No, pero aprovecho este medio para decirles a mis hijos que tengo muchas ganas de ser abuelo y que ojalá le gustaran los fierros y los relojes y les enseñaría con mucho gusto y paciencia.
-¿Quedan muchos relojeros en Tandil?
-No, están desapareciendo? queda Ceccón hijo, Renato, Rivero y muy pocos más.
-Por un lado, es un trabajo paciente pero, por otro, estresante.
-Claro y es por eso que yo me tranquilizo con los fierros, ahí se me va toda la bronca que acumulé si no pude dar con la tecla de uno. El hobby me salva? pero me encanta la relojería y los nuevos desafíos, siempre está la curiosidad de saber qué tiene, qué le pasó, tiramos un poco la bronca cuando nos traen relojes estropeados, tornillos cortados? un montón de cosas y cuando lo vemos estropeado arrugamos la cara, después se nos pasa.
OMEGA EL GRANDE,
ROLEX EL INEXACTO
-Ahora no es necesario ir a una relojería para comprarse un reloj. Se venden en los hipermecados, en los paseos de compras y hasta en los kioscos, ¿cómo lo ve?
-A mis clientes les digo que compren el reloj que le guste y donde quieran y le hacemos la reforma. Por ejemplo, a un mecánico se le pone una máquina Citizen adentro y sale de vuelta en carrera; están las imitaciones que vienen con la máquina descartable? tengo un Rolex falsificado era mecánico, la máquina mala y lo estoy haciendo a pila.
-Hubo una época de furor por los Rolex, recuerdo que empezaron a entrar los truchos? nadie admitía, si lo tenía, que era falsificado, aún cuando iba desapareciendo el dorado de las mallas? todo el mundo tenía un Rolex.
-El genuino es uno de los más batalladores y buenos, pero no son exactos. Siempre tienen un poquito de variación en la semana.
-Es increíble con lo que valen.
-Pero hay otro buenos que son exactos, no fallan.
PUESTA A PUNTO
-¿Qué prioridad tienen los autos para usted?
-Los fierros son número uno para mí? me pongo a hablar de autos y me alegran la vida. Cuando veo que en la calle alguno se para o tiene dificultades me acerco y meto mano, no puedo con mi genio. Muchas veces mi mujer me tira las orejas porque ensucio la ropa, pero si veo que puedo solucionar el problema, es más fuerte que yo? tantos años entre fierros algo conozco de mecánica ?dice sonriendo.
-¿Lo asaltaron alguna vez?
-Gracias a Dios, no? me robaron hace poco un anillo de vidriera, también me han sacado relojes de la vidriera siempre hay alguno que mete la mano. Vivillos hubo siempre.
-Sé que no fue una pregunta muy feliz? pero ante tanta inseguridad? ¿Qué significan todos estos años como relojero?
-De muchas gratificaciones, también de desafíos?. de haber arreglado relojes que otros no quisieron o no pudieron. Me gusta lo que hago.
-Si volviera a nacer ¿se imagina haciendo otra cosa?
-No, la verdad que no. Me encanta mi trabajo porque se trata de restaurar todo tipo de reloj.
-¿Qué estaba restaurando cuando llegamos?
-Un cronómetro Citizen de más de 300 piezas, bilingüe, calendario, automático, taquímetro?
-¿Y ahora cómo anda?
-Como un relojito ?dice sonriendo
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