Aladro, la “Vikinga” y “Leona” tandilense
Sin dudas, María Laura Aladro está en la galería de grandes deportistas de la historia tandilense. A diez años de su primera convocatoria para el seleccionado argentino mayor de hockey sobre césped, mantiene la vigencia y el nivel que la llevó a ser parte de los exitosos ciclos de “Las Leonas”, siempre con el número 13 en su espalda (“me encanta”, aclara alejando toda superstición).
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por Fernando Uranga, de esta Redacción fdu72@hotmail.com
También identificada con “Las Vikingas”, como se conoce al equipo de River Plate en el cual ataja con el buzo de Marcelo Barovero, es un ejemplo de constancia y esfuerzo para alcanzar objetivos.
Con 32 años recién cumplidos, la arquera surgida en Independiente detalló con este Diario aspectos de su trayectoria y su pasión por el deporte.
-¿Cuándo volvés a entrenarte?
-Las vacaciones se hicieron un poco cortas. Una vez que terminó el campeonato con River seguimos entrenando, tuvimos la fiesta del 16 de diciembre y ya estamos por volver. Este va a ser mi décimo año en el club.
Y en la selección también arrancamos pronto, Santi Capurro ya dijo que habrá un grupo para unos amistosos contra Italia y algunas repetirán para una gira por Estados Unidos.
-Mucho se habla de los cambios en la dirigencia de River. ¿Los notás al participar en un deporte amateur?
-Uno cree que por estar en un club de fútbol tenés más posibilidades, porque económicamente manejan otros valores. La verdad que no es tan así. La subcomisión tiene que trabajar mucho y es fundamental tener a alguien como “Cachito” Vigil, que se movió para lograr cosas.
River nos ayudó en todo lo que necesitamos y ahora tenemos la cancha mixta, que tiene arena y un sistema de riego que la transforma en cancha de agua.
De todos modos, la cancha que usamos es en Cirse, y antes se alquilaba en UBA. Eso hace que se pierda un poco la vida de club.
-¿Vigil es especial para lograr ese tipo de cosas?
-Se movió muchísimo para conseguir la cancha. Me acuerdo cuando llegó al club y me dijo que no se iría de River hasta conseguir tres objetivos: dejarnos con un nivel de A, duplicar la cantidad de jugadoras y tener la cancha propia.
Ahora llevamos tres años seguidos en play off, venimos de ser terceras, se sumaron jugadoras y se tiene este espacio del Cirse, en un convenio por veinte años.
-¿Qué otras jugadoras de selección tienen?
-Macarena Rodríguez y yo somos las únicas. Después está Macarena Ronsisvalli, que está convocada en la selección de Italia.
Allá no tienen el sistema de entrenamiento del seleccionado argentino. Nosotras, desde que empezó el “Chapa” (Carlos Retegui), tuvimos más jugadoras en Buenos Aires, para facilitar las prácticas. Actualmente se hace doble turno de lunes a jueves, y por la mañana los viernes.
-¿Te animarías a repasar todos los campeonatos que jugaste para Las Leonas?
-Soy un horror para esas cosas. Por supuesto que el mayor recuerdo es el Mundial 2010, en Rosario. Ese fue el mejor torneo, lejos. Teníamos la sensación de ser invencibles, sabíamos que nadie nos podía ganar. La gente nos daba un plus, esa localía es importante.
Después fui a cuatro Champions Trophy, a un Panamericano, a dos Sudamericanos, a los Juegos Odesur…
-¿En la reciente Champions Trophy de Mendoza también hicieron valer la localía que mencionás de Rosario?
-Totalmente, esas cosas se sienten. Te cuento una inolvidable. Estábamos cantando el Himno, miré hacia la tribuna y vi a las holandesas filmando a la gente de Argentina, admiradas por la pasión que le ponía el público.
Nuestro seleccionado está en contacto con la gente, eso marca una diferencia. Las chicas van al Cenard y hablan con las jugadoras, eso tienen los deportes amateurs.
-¿Y casi te la perdés por una operación?
-Sí, porque me operaron de sinusitis el año pasado, antes de la gira por Bélgica. Terminé yendo con lo justo por la lesión de Flor Mutio, me fue bien y eso me abrió la puerta para Mendoza.
-Una cuenta pendiente, si cabe el término, ¿sería ir a los Juegos Olímpicos?
-Es la única competencia que no jugué con el seleccionado. Sería buenísimo hacerlo. Salvando las distancias, lo viví en los Panamericanos y en los Odesur, el hecho de compartir con todos los deportes, todos argentinos, esperando que nos vaya bien en grupo.
-¿Qué diferencias hay entre los técnicos que tuviste en el seleccionado?
-Tuve a Minadeo, Retegui, Roggero y ahora Capurro. Todos son obsesivos, fanáticos, y de cada uno se sacan cosas positivas. El “Chapa” es muy motivador, eso lo destaca.
También nosotras tenemos más contacto con el entrenador de arqueras, es un puesto especial.
A “Cachito” Vigil no lo tuve en seleccionado, solamente como ayudante en Junior y los últimos años en River. Es más para procesos, va armando cosas, ideal para largo plazo.
Las selecciones, vistas
de adentro y de afuera
Las primeras convocatorias de Laura Aladro para seleccionados nacionales fue para integrar el combinado Junior, que derivó en el subcampeonato mundial en Quilmes, en 2001.
La arquera recuerda que “me tomaba el micro el lunes a la madrugada, llegaba a Buenos Aires a las 7, me tomaba un taxi al Cenard y entrenaba toda la semana. Volvía para jugar el fin de semana con Independiente. Era desgastante”.
Ya en 2004 llegó “la primera convocatoria para mayores, a través de Gabriel Minadeo. El empezó a llamar jugadoras que habían estado en Junior”.
-¿Cómo tomaste haber quedado afuera en su momento?
-Cuando volvimos de los Panamericanos, quedamos afuera con Sole García. Fue un año y medio sin convocatorias, hasta que me volvió a llamar “Manucho” Roggero. Después siguió el “Chapa” y me mantuvo.
-¿En algún momento pensaste que se terminaba la selección para vos?
-Todo el tiempo fui muy consciente de que te elige o te saca un entrenador. Hay jugadoras increíbles que no tienen la chance de estar en el seleccionado. Hay otras que estuvieron y no aprovecharon su oportunidad. La exigencia es total. A veces la ves a Carlita Rebecchi, después de romperla en un partido, irse enojada porque alguna jugada no terminó en gol.
Siempre me sentí afortunada de lo que me tocó vivir en el hockey, pero también sé que nada es eterno.
-¿A veces parece que las cosas fueran para siempre?
-Claro, pero una debe darse cuenta de que todo se termina. Yo tengo novio, tengo en mis planes ser mamá algún día. Son etapas y cada una tiene su prioridad. Amo el hockey y tuve la oportunidad de vivir un proceso maravilloso en ese deporte.
Todas sabemos que fuera de la selección tenemos que salir a laburar como cualquier persona.
-¿Disfrutás de ver jugar a tus compañeras en semejante nivel?
-Totalmente, se lo digo a ellas. Soy muy consciente de lo que vivimos ahí adentro. Por ahí les hago ver a las chicas una realidad que a veces ellas no notan. Me tocó estar adentro y estar afuera.
Tampoco lo tomé de una manera exagerada. Cuando no estuve convocada, le dije a “Cachito” Vigil que yo iba a estar cien por cien para River. No me iba a volver a Tandil a pasar unos meses para recuperarme por estar deprimida, nada que ver.
“No me podía perder el retiro de Lucha Aymar”
Laura Aladro compartió varias veces plantel con Luciana Aymar, la mejor jugadora de hockey de todos los tiempos. Y participó en la despedida de la rosarina, en el título logrado en la Champions Trophy de Mendoza, el mes pasado.
-¿Aymar es tan distinta al resto?
-Lucha es única. No creo que nunca haya alguien que la pueda igualar. Hay jugadoras más completas, que puedan defender de otra manera o tener algún gesto técnico. Pero ella hace cosas con el palo y la bocha que no las hace nadie.
Es increíble, en el cambio de ritmo, el movimiento del tobillo.
Ver a Lucha en los entrenamientos es como cuando ves a Messi en la televisión hacer cosas que parecen imposibles. Para una jugadora que ama al hockey, es un placer.
-Y te tocó estar en sus últimas funciones…
-Yo le decía a mamá y a toda la familia: “Tengo que estar en la Champions, porque no me puedo perder el retiro de Lucha”. Y a ella siempre le digo que somos afortunadas de compartir la misma camada con semejante jugadora.
-Además de su talento, ¿qué otras virtudes tiene?
-Pocos sabemos lo que Lucha dio por el seleccionado durante toda su vida. Siempre entrenándose al máximo, dejándolo todo.
-¿La notabas distinta en el torneo en Mendoza, al ser su despedida?
-La vi muy tranquila, se nota que lo disfrutó. Sí la noté dolorida, muy cansada, como que intentaba dar más de lo que por ahí era lógico. Se tenía que inyectar la rodilla, ir a la cámara hiperbárica todas las noches.
Además es la más golpeada, las rivales terminan chocando con ella por su habilidad.
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