Castaño: “Que mis colegas se queden tranquilos”
El controvertido abogado penalista Claudio Castaño pasó por el diván y, fiel a su estilo, dejó frases picantes.
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-Si hay un rasgo suyo que no deja dudas es el de provocador.
-Sí, soy un provocador.
-¿Hay una explicación?
-Life’s style. La vida es provocación.
-¿No le genera incomodidad? Raro en un abogado.
-No, porque a mí no me va la pacatería o me va cuando yo quiero, no cuando quieren los demás. Y aclaremos: no me hice abogado, nací abogado. Esa es la diferencia con los que se hacen abogados.
-Acerca de su trabajo tengo una pregunta pero no quisiera agregarle más problemas (interrumpe).
-Yo vivo de problemas, métale.
-¿Por qué le gustan tanto los malos? Siempre defiende a los peores: violadores, torturadores…
-Porque cualquiera es bueno y bol… Para ser malo hay que ser inteligente. No cualquiera es malo. De los tipos de la historia que más me gustaría conocer, todos ellos están en el infierno, los más interesantes.
-Es una cuestión de identificación.
-No, soy un tipo común. Que defienda a los malos no significa que lo sea, pero estando del lado de ellos puedo ver algo que la gente no ve: el drama que subyace en cada uno. Y nadie es malo ni bueno del todo.
-No va a negar que disfruta el papel de villano. ¿Tanto le gusta que hagan cola para insultarlo?
-¡Pero sííí! (risas) ¡Yo no hago pie cuando me elogian! En cambio a las puteadas estoy acostumbrado. Ojo: muchos me felicitan por atrás (largo silencio). Yo sé que soy un tipo que en Tandil nunca tuvo su lugar. Tampoco lo quise a ese lugar, no busqué encajar. De hecho me va mucho mejor en Buenos Aires.
-Entonces le voy a preguntar algo para que pueda congraciarse con sus variados detractores.
-Nooo, no se preocupe: no quiero congraciarme con ellos. Nadie resiste un archivo y si yo resisto es porque me hago cargo de mi pasado, pero mis colegas no. El poder, dicen, está en la información, pero el mayor poder, ¿sabe dónde está? En saber administrarla…
-¿Adónde va con eso?
-Muchos de mis colegas me ven como la reencarnación de Judas. ¡Y no están errados!
-¿Se arrepintió o sintió culpa alguna vez?
-Cometí errores, por inexperiencia, pero nunca adrede y trato de corregir, sino sería un perverso. No he hecho daño. No soy como muchos abogados que me detestan que son perversos, pervertidos y pervertidores, como dice Pappo. Y no se hacen cargo. Yo me hago cargo de todo: lo bueno, lo malo y lo extraño.
-Posiblemente cualquier tribunal ante el que litigue tenga el preconcepto: “uh, el loco Castaño”, ¿no?
-Sí. El “loco” Castaño que come vidrio pero no cag… botellas. Mi conclusión es que en la Justicia siempre pago las consecuencias yo, no mi cliente. Me lo han demostrado jueces de todos lados.
-Está orgulloso de ser el pato de la boda.
-¡Por supuesto! Pero tengo límites. Mire, hay tres “p” para manejarse en abogacía: plata, prestigio y poder. Según el lugar que las ubique será el éxito. Yo me llamo primero prestigio, después poder y por último plata.
-Si algo no le deparó prestigio es la defensa de militares que violaron los derechos humanos.
-Y yo estoy orgulloso. Porque yo también defiendo los derechos humanos, pero los de todos, no de un grupo faccioso que hace negocios. Yo no hago negocio con los derechos humanos.
-¿Está cansado de Tandil?
-Cansado no, tengo miedo de morirme de tristeza acá. Tandil es Macondo, pero sin la sutileza de García Márquez. Es Macondo de lo malo. Tandil no es Mónaco como algunos piensan.
-Es que en su profesión acá siempre hacen “negocio” los que no se exponen. ¿Allí estará su error?
-Siempre lo supe. Pero no ando haciendo “negocio”, no tengo ni doble moral, ni doble discurso. Y mal no me va. Pero no voy a la misa de 11 cuando va todo el mundo, voy a las 8, cuando no va nadie.
-¿Y la calle qué dice de Castaño?, ¿lo mismo que los abogados?
-¿Si salimos a caminar?, creo que tengo más gente que me quiere que la que me detesta. Lo percibo a diario. Como también percibo falsedades. Vienen del lado de mis enemigos, que no se animan a enfrentarme.
-¿Se va nomás?
-Está decidido. Era hora de que mi cuerpo salga a buscar su alma. Estoy en Tandil por mis padres nada más, para cumplir el sueño de ellos. Ya está todo armado para levantar vuelo.
-¿Y sus pobres defendidos?
-Voy a seguir viajando hasta cerrar todas las puertas abiertas. Que se queden tranquilos mis colegas: no le voy a deslindar ningún quilombo a nadie.
-Quién va a defender a los malos de ahora en más.
-Alguno va a aparecer. Siempre hay un Castaño. Eso es lo bueno de esta profesión: siempre hay otro Castaño.
-¿Cree que pagó un precio muy alto por defender su estilo?
-Pago precios altísimos. La gente no conoce esos costos pero ya le dije: es mi estilo, soy así, y no me arrepiento: elegiría una y mil veces lo mismo. ¿Me van a extrañar? No sé. Me tiene sin cuidado. u
Con el equino a otra parte
Polémico y apasionado, el doctor Castaño sólo tiene definiciones filosas. A la hora de su biografía no dice, por ejemplo, que estudió en San José sino “en el centenario colegio de la calle Maipú. No lo nombro -explica- porque si bien académicamente me formó muy bien, esa escuela me cag… la vida”.
En cambio se enorgullece de sus estudios en la Universidad de El Salvador, donde remarca que se hizo de una formación jesuítica y aristotélico-tomista. Y ahora, a los 43 años dice que se irá de su ciudad natal.
La pasión es la que manda y le indica que es el momento de rumbear hacia otro destino aunque eso implique dejar atrás pintorescas escenas que suele protagonizar, como por ejemplo sus llamativos paseos a caballo en pleno centro que él justifica desde el amor hacia los equinos.
“La comunión del caballo con el jinete es casi la perfección misma -dice-, es increíble y hermoso, porque tan sólo con las manos y las piernas lográs que una bestia de 600, 700 kilos te haga caso, mientras que a personas de 70, 80 kilos ni siquiera hablando lográs que te den cinco de pelota”.
-¿Pero tiene que ser en pleno centro?
-Sí. Porque yo estoy concentrado y el caballo también está concentrado en la práctica, que se llama adiestramiento y no puedo hacerla en otro lado porque parte del adiestramiento son ejercicios que requieren un grado de concentración, tanto en el jinete como en el caballo. Y en el centro el ruido de los cascos contra el empedrado a mí me transporta a un ideal…
-¿No habrá otro trasfondo?
-Y… el caballo es por un problema de mi estatura.