Competidores locales a la espera del 13° Tandil Cortos
El jueves dará comienzo la 13° edición del conocido Festival Tandil Cortos, que reúne a realizadores locales, nacionales e internacionales en una misma competencia entre films de hasta treinta minutos de duración, en sus diferentes categorías, donde, por supuesto, se harán presentes representantes tandilenses. Javier Creparula (guión y producción), Sebastián Nieto (edición y montaje), Nicolás Loustau (fotografía y cámara) y José Luis Inda (dirección y musicalización) conforman un grupo de realizadores que participan del evento desde 2012 de forma ininterrumpida, junto a otros colaboradores, y actualmente cuentan con una productora audiovisual llamada Termopol. Se llevaron el Ojo de piedra con su videoclip musical “‘Dicen’-Zona Sur Rock” como mejor corto local y mejor videoclip, así como también mejor producción local con su corto de ficción “Una piedra en el camino”. Aunque consideran que ingresar a la selección oficial para participar de la competencia ya es un logro en sí mismo.
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A pesar de haber aproximadamente cien festivales de cine en todo el país, sólo ocho les dedican su organización a los cortometrajes. Según la apreciación grupal, el Tandil Cortos “tiene muy buen nivel”, por lo que se intenta que en las producciones se pongan en práctica los mejores esfuerzos, ya que la competencia se torna exigente. Sin embargo, a pesar de tratarse de un certamen competitivo entre films, surge la controversia generalizada, ya que la mirada, los gustos y los juicios de valor son subjetivos, dependen de cada persona. Es por ello que Nicolás afirma que “no es bueno compararse” entre los participantes. Aunque año a año deciden continuar su participación debido a que se trata de un espacio donde es posible encontrarse con nuevas técnicas de rodaje, estilos, equipos, hacer contactos y aprender del trabajo de otros.
Aunque fueron varios los premios obtenidos, que toman como una motivación para seguir mejorando, en ocasiones la suerte no está de su lado. Pero Javier valora el mismo hecho de participar y ser aceptados en la selección oficial, instancia que no todos los postulantes logran alcanzar. Dice que perder no significa fracasar, sino que se trata de un momento de incentivo para analizar las producciones, aprender y evaluar cuáles fueron los puntos débiles y fuertes, con el objetivo de buscar mejores resultados en las próximas oportunidades. Además, los cortos tienen un condimento extra: son hechos “a pulmón”, con los propios recursos de los realizadores y con el entusiasmo que los integrantes del equipo le dedican, a diferencia de los largometrajes, que disponen de inversiones privadas externas y subsidios.
“Uno no va al cine a ver cortos”, expresa Javier, por lo que el festival conforma una gran vidriera dentro del teatro y, este año también en escuelas, para mostrar lo que mejor saben hacer. De cada una de las exhibiciones destacan la importancia y la emoción que les despierta poder observar y escuchar cómo reacciona el público ante su trabajo frente a la pantalla grande, aspecto que no es posible apreciar a través de la publicación en sitios web: “Vale más que mil reproducciones de YouTube”, comenta Sebastián.
Entre rodajes y edición de trabajos, están a la espera del veredicto del jurado y atentos por si alguna de sus obras resulta galardonada el domingo. Deseamos que así sea.
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