Con la derrota de Scioli, el peronismo local recibió otro golpe que será difícil de asimilar
Ni cerca estuvo de ser la fiesta anhelada. La tensión que fueron arrojando los primeros números aparecidos no se modificó en absoluto a lo largo de las horas. Es más, pasadas las 21, y mucho antes que Daniel Scioli reconociera la derrota, ya la sede del Partido Justicialista se encontraba casi vacía.
No hubo ánimo para nada, el golpe recibido fue muy duro. Quizás no impensado, porque estaba dentro de las probabilidades, pero sucede que para un movimiento plagado de éxitos de repente perder la Provincia y ahora la Nación resultó un cimbronazo enorme.
Un reducido grupo de jóvenes fue hasta la puerta del bunker, cantó “bancando” a Cristina Fernández de Kirchner, hizo sonar los bombos y hubo algo de pirotecnia, tan sólo fueron unos escasos minutos de desahogo profundo, gritando para sacarse la angustia que perdurará en el tiempo porque la derrota era y es difícil de digerir.
La esperanza de lograr el triunfo en la Nación estaba intacta, y siguió de la misma manera por más que el monitor donde estaba sintonizada la TV Pública no modificaba nunca los números, que seguían igual o se incrementaban a favor de Mauricio Macri.
Un militante que no creía lo que el canal estatal indicaba sostuvo “aún no se llegó al 40 por ciento de mesas escrutadas en la Provincia, hay que esperar”, frase que se repitió una y otra vez, cada vez con menos convencimiento porque la tendencia terminó siendo irreversible.
El peronismo quedó envuelto en una crisis que se extiende a nivel local, provincial y nacional. Será tiempo de profundas autocríticas, replanteos, que surjan los responsables de este doloroso resultado que marcó un final abrupto después de haber permanecido en el poder durante los últimos doce años.
Recibí las noticias en tu email
Silencio
La noche, que se imaginaba de festejos hasta bien entrada la madrugada, porque el pueblo había avalado el modelo nacional y popular, se cerró antes de lo pensado. Los bombos, las banderas, los estandartes, quedaron guardados para una nueva oportunidad. Ni siquiera permanecieron aquellos que párrafos anteriores mencionábamos. El silencio se sentía. Las compungidas caras de los dirigentes no se podían ocultar, al igual que la tristeza de los militantes. Quizás la imagen más cruda que reflejó lo que pudo haber sido y no fue, haya sido el salón principal de la sede con muchas sillas vacías, las que se habían ocupado pasadas las 18 con muchas ilusiones.
Anoche en el PJ no había ganas de nada. El pueblo se expresó en las urnas y le dejó un claro mensaje al peronismo que perdió una elección y abrió heridas puertas adentro que serán difíciles de cicatrizar.
Este contenido no está abierto a comentarios