Condenaron a 14 años de prisión a un hombre acusado de abuso y corrupción de una menor
Se añadió al respecto que todos estos hechos siempre fueron realizados aprovechándose de la inocencia y falta de madurez por la menor edad de la víctima, a quien con engaños y asustándola con manifestaciones en relación a una grave enfermedad que su madre padecía -decía el imputado a la niña- por estar poseída por el demonio, resultaba necesario que la menor permitiera los abusos para que su madre se sanara.
Testimonio
En efecto, a lo largo del relato de la víctima se pusieron de resalto al detallar los abusos, las fantasiosas historias de tipo místico tejidas por el acusado alrededor de la madre de la víctima, dejando al descubierto también el aprovechamiento de la inmadurez mental de la niña para lograr su objetivo.
Sobre la declaración de la víctima, se subrayó que se expresó con absoluta sinceridad y evidente buena fe a lo largo de su extenso relato. Como contracara de lo dicho, resultaron evidentes al entender del Tribunal las contradicciones, mendacidades e improvisaciones sobre sus mismas expresiones en las que incurrió el imputado al brindar declaración.
El juez Echevarría (en coincidencia con Arecha y Galli), dijo creer en la versión integral de la chica. Tanto la que sostuvo desde que era una niña de 10 años, como también en la declaración que diez años más tarde ya siendo una mujer de 21 años y madre de un niño, se escuchó durante el juicio, en especial cuando preguntada en detalle por el fiscal y haciendo evidente la incomodidad que le ocasionaba hablar del tema.
A más argumentos, los jueces señalaron que la declaración prestada en la audiencia de debate por parte de la víctima, permitió precisar y circunscribir las circunstancias expuestas; pudo ser interrogada con más exhaustividad sobre el tema, fundamentalmente por la mayor edad de la damnificada, único beneficio en aras de la verdad material dentro de “la inexplicable morosidad para la tramitación de la causa, que valga mencionar, no fue atribuible al fiscal de Juicio”, se expuso en el fallo.
La joven, quien al momento de los hechos contaba con tan sólo 11 años, prestó declaración desde una provincia lejana, siendo en la actualidad una joven adulta de 21 años. Sus dichos, en relación a los padecimientos de tipo sexual sufridos a manos del acusado fueron coincidentes con los relatados de cuando tenía aquella edad, y más aún, del mismo tenor de los que vertiera cuando era más pequeña, en ocasión de los primeros abusos que sufrió cuando vivían en la ciudad de Mar del Plata.
En la audiencia brindó un relato creíble y cargado de emotividad, aunque esta última circunstancia no le impidió dar detalles de los traumáticos sucesos, los que recordaba muy bien pese a que, como lo expresó, debió realizar un proceso personal y psicológico que le llevó tiempo para tratar de borrar aquellos recuerdos grabados en su mente, que le impidieron acercarse a los hombres durante un prolongado lapso, y que ahora, con angustia, pero sin ningún resentimiento o animadversión, volvió a rememorar.
Acorde a los años transcurridos, los detalles sobre los hechos no fueron excesivos, pero sí los suficientes como para darle pleno crédito a sus palabras. En lo sustancial coincidió en el relato tanto en los lugares donde ocurrieron las violaciones, como en la forma de producción de aquellas, de igual modo en la frecuencia.
Se agregó en el veredicto que hubo un correlato emocional acompañando la narración, pero no se lo advirtió traslucido en lágrimas, sino en quiebres de voz, silencios a veces prolongados, miradas hacia abajo con inclinaciones de cabeza acopladas a las pausas narrativas, muchas veces unidas a una indisimulable ruborización que estaban ligadas a los aspectos más vergonzantes de la evocación. u
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