Condenaron al acusado de intentar matar de un disparo a un joven
Antes de iniciarse la feria judicial se desarrolló un juicio en el que el TOC 1 emitió un veredicto en torno al grave incidente ocurrido en la Navidad de hace dos años, en el Lago del Fuerte.
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A más datos, los jueces resolvieron condenar a Roberto Oscar Mendizábal, a la pena de seis años y cuatro meses de prisión e inhabilitación especial para portar o registrar armas de fuego por el doble del tiempo establecido, al ser considerado autor penalmente responsable de los delitos de “homicidio calificado por el uso de arma de fuego, en grado de tentativa, en concurso real con portación ilegal de arma de fuego de uso civil sin la debida autorización y no registrada”
Según se describe en el fallo, el Tribunal dio por acreditado que el 25 de diciembre de 2013, aproximadamente a las 3, a la altura de la salida del estacionamiento del playón del Dique ubicada sobre la avenida Zarini, en momentos en que una cantidad indeterminada de personas se encontraba allí reunida para celebrar los primeros momentos de la Navidad, el sentenciado portaba un revólver y le disparó a Jonathan Ezequiel Acuña con el propósito de darle muerte, no logrando el propósito por razones ajenas a su voluntad.
En modo previo a ello, Jonathan Ezequiel Acuña quien había concurrido al lugar acompañado de un tío y de un amigo y su pareja, al ver estacionada frente a la pirca de piedra que limita con la avenida, a mitad de trayecto entre la entrada y la salida del playón, la camioneta Saveiro color blanca, propiedad de Mendizábal, con quien mantenía conflicto por haber éste interferido en la relación de pareja que mantuviera por siete años con Nora Gabriela Salvo; en ese momento Acuña arrojó una botella de vidrio contra el parabrisas del mencionado vehículo para luego dirigirse con quienes lo acompañaban hacia la salida del playón. Hacia el lugar en su búsqueda se dirigió Mendizábal acompañado de varias personas y, luego de mantener un intercambio de palabras y golpes, oportunidad en que Acuña le arrojó una botella sin impactarlo, aquel extrajo de atrás de su cintura el revólver efectuando el disparo desde una distancia de cuatro a cinco metros.
El testimonio de la víctima
En la audiencia, con previa aclaración que sólo habría de referir aquello que podía recordar en el tiempo, y no lo que le hubiesen contado posteriormente, Acuña refirió a los jueces tener presente que el 14 de enero de 2014 en su declaración ante el Fiscal había manifestado no recordar lo sucedido. Dijo el testigo que el 24 de diciembre de 2013 luego de haber cenado en casa de su abuela en el Barrio Las Tunitas, siendo Navidad y encontrándose alcoholizado, junto con su amigo y la señora de éste, fueron al Dique por ser el lugar donde se reúne mucha gente a festejar. Que caminando por el playón pasó por al lado de Roberto Mendizábal quien le dijo “cornudo”, en ese momento le dice a su amigo “se pudre o se pudre” a lo que éste le contestó “yo te segundeo”; dijo que en ese momento tomó una botella de vidrio y le rompió el vidrio parabrisas a la camioneta de Mendizábal.
Indicó Acuña que por la cantidad de alcohol ingerida se encontraba en estado de ebriedad, que sus dichos responden a “flashes” de lo sucedido. No tenía un recuerdo completo de los hechos, no tenía presente en qué zona del Dique tuvieron lugar los hechos, es el día de hoy que no lo sabe y no se lo preguntó a nadie igual.
Refirió que con el paso del tiempo le fueron llegando algunas imágenes aparte del botellazo que arrojó, así recordó que empezaron a juntar botellas, que ellos eran un montón, sabía que se iba a armar y de alguna manera se tenían que defender. No había comenzado la agresión, presumía ello iba a pasar por haber roto el vidrio de la camioneta, “era obvio que se iba a armar”, que mientras él estaba con Nahuel Hermida, se acercaba Mendizábal y sus amigos, eran muchos, un grupo, no puede decir su número, que Mendizábal desde una distancia de cinco metros aproximadamente dijo “quien me bardeó la camioneta”, a lo que él respondió “fui yo”, al tiempo que le arrojó una botella que no le impactó, y fue cuando estaba en busca de otra botella que vio “una luz” y no se acuerda de nada más.
Posteriormente supo que fue un disparo, él sólo tiene presente una luz, no escuchó nada, y tampoco vio que Mendizábal tuviera un arma, que cuando se acercó identificó correctamente a Mendizábal y por eso le tiró la botella.
Explicó Acuña que su situación conflictiva con Mendizábal resultó porque éste se “agarraba” a la que entonces era su mujer, en relación a ello dijo “hacía pollo el gato” (sic); refirió que con la mujer convivió varios años y tenían un hijo, que un par de meses antes se había enterado de la relación que su pareja mantenía con Mendizábal, por un mensaje de texto que leyó en su teléfono.
Dijo no recordar exactamente qué decía pero que a consecuencia de esa circunstancia se separó, que al principio ella lo negó para luego sí reconocer la situación. Que Mendizábal vivía a una cuadra de la casa de su mujer, ella iba todos los días al kiosco que atendía la mamá de Mendizábal, él no tuvo relación con Mendizábal, que una sola vez lo saludó por un vecino que necesitaba un hacha, y esa fue la única vez que lo cruzó antes de descubrir la relación. Posteriormente, una vez vio a Mendizábal quien “salió huyendo como una rata”, porque él quería “cag… a trompadas”, porque Mendizábal sabía que él estaba en familia y su intromisión era una falta de respeto. Que cuando Mendizábal le dijo “cornudo”, había mucho ruido, mucha gente y no sabe quién más pudo escucharlo.
Agregó en su relato que su intención de romper el vidrio fue para que saltara, “en algún momento nos íbamos a agarrar” y “no fue directo a cag… a trompadas porque eran 10, 20 o 30 personas, era un grupo grande”.
Recordó que la camioneta estaba sola, no había nadie y reconoció que cuando toma alcohol puede ser que se ponga violento. Que cuando arrojó a Mendizábal la segunda botella, éste era acompañado por un grupo de personas, por atrás suyo y venían todos juntos, no puede decir si las otras personas participaron, que todo fue muy breve, tres segundos habrá durado y no sabe si otra persona lo agredió.
Después contó que tras el hecho estuvo internado 13 días en el Hospital, volviendo a trabajar a los 7 o 9 meses, a raíz de una úlcera en el pie que le impedía caminar como resultado de haber estado en coma y no haber tenido circulación de sangre.
Tras su testimonio, desfilaron varios testigos que con relativa suerte también lograron reconstruir los incidentes que terminaron con un herido de bala aquella madrugada.
Planteo defensista
En la sentencia, el Tribunal responde al planteo del defensor que aludió a la inexistencia de dolo homicida. Al respecto y como lo apuntó en su alegato el fiscal, para los jueces no existió una versión proporcionada por el imputado al respecto, por el contrario, los testigos fueron coincidentes que existió una actividad de Mendizábal de ir en búsqueda de Acuña, dirigirse hacia el lugar donde éste se encontraba, provisto de un arma de fuego y motivado por el daño que éste había causado en su vehículo.
“La circunstancia de llevar un arma de fuego lejos estuvo de ser utilizada con fines intimidatorios frente a quien estaba desarmado; por el contrario, en simultáneo a cuando le es arrojada la botella, que no dio en el blanco, desde una distancia de dos metros aproximadamente respondió con un disparo dirigido al medio del pecho. Su propósito no fue, evidentemente, herir o inutilizar al contrincante, sino el de dar muerte con el único disparo que efectuó con el revólver Tanque calibre 32, por otro lado, la proximidad que mantenía con Acuña no permite considerar que otra dirección hubiera querido o con otro resultado”, señaló el fallo.
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