CRISTINA GARCIA Y LA ESCUELA MEDIA DE VELA ?Me preocupaba que acá la gente o era tractorista o se tenía que ir del pueblo?
Allá por el ochenta y uno, poco antes de la guerra de Malvinas, Vela era una población que tendía a decrecer. Al igual que tantas otras del interior del país, había sido sacudida fuertemente por la pérdida del ferrocarril, en un país increíble y a contramano del mundo entero.
Por lo tanto, acceder a viajar al pueblo de María Ignacia para dar clases tenía otras connotaciones.
Actualmente, Vela cuenta con servicios públicos que no poseen muchas gigantescas poblaciones del Gran Buenos Aires.
De la mano de la ola de inseguridad y de la valorización por parte de la gente de la calidad de vida, estos pueblos han vuelto a crecer demográficamente. Si hoy usted quiere ir a vivir allí, difícilmente encuentre casa para comprar o alquilar.
La por entonces joven profesora Cristina García empezó a dar clases de Literatura, carrera para la que se había formado.
Con el tiempo la vida la llevó al matrimonio allí mismo y se radicó en ese lugar.
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LA JUGOSA ENTREVISTA DE LA REVISTA LOCAL
Después de dos años, la revista ?Debocaenboca?, de Vela, dejará de circular. Como ocurre habitualmente en estos casos, por razones económicas.
En la última edición se publica un reportaje a la profesora Cristina García. Transcribimos algunos párrafos sustanciales, porque Vela nos compete a todos los tandilenses y porque tanto las preguntas como las respuestas son de un notable interés general.
?Es raro no verla apurada?, comienza diciendo en la nota la joven colega Guadalupe Sabugal, quien con un esfuerzo considerable mantuvo durante este período una excelente publicación regional.
Y añade: ?Es natural encontrarla impecable y activa pero esta vez, no abundan las urgencias. Cristina ha empezado su mañana bien temprano y para las diez ya viajó a Tandil en busca de un televisor para la escuela. Imposible no vivir para la escuela. Lo ordenaron los médicos, se lo pide su familia, se lo recuerdan los vecinos en la calle. Pero Cristina García de Di Fonzo mueve los hilos de la Escuela Media desde hace quince años. Y nunca imaginó que esta mañana de abril estaría sentada en su casa, charlando de su nueva etapa como ex directora del colegio.
?Cuando mucha gente depende de vos terminás agotada. Pero sentir que nadie depende de vos, creo que es peor. Me llevó varios días reponerme cuando me dijeron que no me daban el alta. No me pude preparar para no trabajar. Ni yo ni nadie?.
?DE GOLPE? NO SABES PARA QUE ESTAS EN LA VIDA??
En octubre del año pasado le detectaron un aneurisma que la mantuvo varios días en terapia intensiva. En enero le sacaron otro. Ahora está a la espera de lo que los médicos puedan determinar sobre una enfermedad que no presenta síntomas. La única certeza es que no puede retomar el cargo de la dirección.
?Extraño mucho el contacto con los chicos, me encanta trabajar con ellos, verlos evolucionar, crecer y perder eso? es como que vos tenés un espacio en la vida y de golpe no sabés para qué estás?.
-No es consuelo de tontos decir que el proyecto de su gestión se concretó con creces?
-Sí, se concretó, pero tengo miedo porque los proyectos tienen que superar a las personas y me pregunto qué pasaría en este caso si no estuvieran las personas. Yo veo que la gente que viene de Tandil no alcanza a hacer cosas. Se tienen que ir, su casa está en otro lado. Tal vez con la ONG pueda llegar a funcionar.
-Se refiere a la ONG que formaron desde la escuela?
-Esa ONG ya salió, sólo falta terminar de darle formato. Ahora tengo una entrevista con un diputado provincial que también fue director de escuela y vamos a ver cómo podemos hacer para que el edificio de la escuela vieja pase a manos de la organización y podamos desarrollar los microemprendimientos ahí. Tony (Ferrer) se fue el año pasado, Néstor (Agriello) también se jubila pronto. ¿Quién va a seguir con eso?
LA PROFE DE LENGUA
Lo primero que hizo Cristina en la escuela media de Vela fue organizar el acto de fin de curso 1981; había venido a cubrir una suplencia como profesora de Lengua y Literatura. Después vino la afinidad con un grupo de profesores con los que organizaba viajes de estudio, proponía proyectos. Poco a poco se involucró con esa escuela de pocos alumnos y salones de chapa sin calefacción.
“Me parecía que la escuela iba por un lado y la sociedad por otro, me preocupaba que acá la gente o era tractorista o se tenía que ir del pueblo. No había nada. Yo los veía a los chicos sentados en la plaza, fumando y tomando mate; se acostumbran a no hacer nada y no hacen nada”, reniega. “La inspectora que me tomó el examen para ser directora me dijo: \’tenés que ser sí o sí vos\’. Es que tenía muchos años acá adentro y me había involucrado en distintas cosas pero las horas como profesora no me alcanzaban para lo que yo quería hacer, para eso necesitaba la gestión”.
NO SOLO DE LA SECUNDARIA VIVE UN ADOLESCENTE?
“Me preocupa la educación no formal porque las escuelas toman a un sector mínimo de la población. De hecho este año, de treinta y pico de chicos que teníamos en primer año pasaron siete. Antes tenías las escuelas de oficio pero hoy a eso no lo absorbe nadie. Y no todos tienen que ser abogados, escribanos o seguir una carrera universitaria, no todos lo pueden hacer ni quieren hacerlo y no por eso les tiene que ir mal en la vida. No todo el que termina el secundario es al que le va brillante, a veces terminan el secundario y no saben qué hacer”.
EL DULCE DE LECHE Y OTROS PROYECTOS
-Cuando tomó la dirección del colegio, ¿se imaginaba este presente?
-No. Cuando decidí ser directora de esta escuela me preparé con una idea de que el colegio fuera empresa y no una escuela cadenciada. Me propuse diez años para concretar cosas. Para entonces ya habíamos escrito el proyecto del dulce de leche artesanal con José María Basconcelo y un grupo de chicos. No fue fácil lograrlo, por suerte se prendió mucha gente y en general los resultados superaron mis expectativas.
-¿El edificio nuevo era parte de ese proyecto?
-Ahí empezamos como quince formando una comisión y terminamos tres o cuatro. Hoy tienen un edificio bárbaro, a algunos les haría falta haber ido unos días a las aulas de chapa, valorarían mucho más (suelta una carcajada). De todos modos lo cuidan mucho, si hay algo que sorprende en esta escuela es la limpieza y el cuidado, las porteras son pilares fundamentales en eso. El edificio me parece hermoso, se ha superado el trabajo de la gente, desde las porteras hasta las preceptoras, todos trabajan por la escuela.
ELEGIR QUEDARSE EN UN PUEBLO CHICO?
-¿Por qué Vela?
-Creo que fue un destino: yo no tenía ni idea dónde quedaban Gardey ni Vela, jamás había salido de mi casa. Mi padre era de la época de que la mujer no tenía por qué estudiar. Cuando me recibí había una compañera trabajando en el Consejo Escolar, me llamó por una suplencia y atendió mi abuela, entonces le dejó el mensaje. Llamé al número que había dejado y me dicen “Consejo Escolar”. Colgué, creyendo que me había equivocado pero ella me conoció la voz y me volvió a llamar, así enganché la suplencia en Vela. Después terminó renunciando la profesora que había pedido licencia y me quedé con las horas de Lengua.
-¿Cómo fue tomar la decisión de radicarse en Vela?
-Cuando ya estaba casada me ofrecen la dirección de un colegio privado de Tandil y de la escuela de Comercio. Lo pensé un año, pero era irme a vivir a otro lado y decidí que mi lugar estaba acá.
-¿Y por qué radicarse acá?
-Creo que cuando decido tomar la dirección de la escuela de Vela es cuando digo: “Mis hijos tienen que crecer acá”. Yo veía cómo crecían los chicos, la tranquilidad, la libertad, eran cosas que me parecían fantásticas.
-En la misma escuela no hay grandes problemas de disciplina?
-Hoy saben que tenemos un límite y que cuando lo pasan quedan afuera. No hay vuelta. Los chicos tienen que saber que hay un límite, o se acomodan o se tienen que buscar otra escuela. La disciplina costó con los docentes también, hubo algunos que se fueron.
LA PARADOJA DE UN PUEBLO SOLIDARIO
PERO INDIVIDUALISTA A LA VEZ?
-¿Cómo describiría a la sociedad velense?
-Un día le escuché decir a un funcionario: “Vengo de un pueblo chico totalmente solidario y terriblemente individualista”. Creo que eso es este pueblo también. Si pasa algo juntamos cosas y nos solidarizamos pero por otro lado acá todos queremos hacer lo que queremos (se ríe). De todos modos yo no cambiaría este lugar y si me fuera a vivir a otro lado sería un pueblo parecido a éste; no me gustan las grandes ciudades, ya me molesta Tandil (se queda pensando). Yo no sé cuándo lo adopté al pueblo. En algún momento pasó, y no me podría ir a otro lugar. A otro lugar no.
-Es una de las personas que mejor conoce a los adolescentes de la localidad ¿Cómo los ve?
-¿Sabés qué me preocupa? (dice que “ahora cuando lean la nota van a pensar que el aneurisma se me corrió”). Que el chico no quiera ni siquiera copiarse. Esa apatía es peor que nada. Están abúlicos. Firman las hojas y las entregan vacías, no se presentan a las mesas? Acá todavía se les tira propuestas y por ahí se prenden pero son los profesores los que proponen.
-Podría decirse que lo que escasea es la creatividad.
-Se los ha anulado. Realmente el Estado ha logrado lo que quería, nos han dejado una juventud que nos va a llevar años recuperar. Antes llegaban a séptimo grado y el chico tenía un certificado que lo acreditaba. Ahora las escuelas de oficio desaparecieron. Yo conozco chicos que no van a terminar jamás el secundario y son excelentes con un torno o con un motor.
?LOS PADRES SE HAN CORRIDO DE LUGAR?
-¿Y el gran número de embarazos adolescentes?
-Es parte de la abulia. También el papá corrido de lugar, cuando los hijos pasan a ser padres de los padres, chicos de doce años que dirigen una casa. Yo les digo a los padres en las reuniones iniciales que si quieren venir a hablar conmigo vengan pero que no me pidan que yo no les diga a los hijos que vinieron. ¿Por qué se tienen que esconder? Mi papá no me tenía miedo, yo veo que les tienen miedo a los hijos y eso hace que los chicos más miedo tengan. Con esto de que nuestros padres fueron tan represores y nosotros no queremos ser así con nuestros hijos, aparece la generación de los no-padres, que creen que al chico hay que consultarlo. Y el chico se queda sin modelos, sin referentes.
(Por Guadalupe Sabugal y Néstor Dipaola)
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