Daniel Miraglia, en el recuerdo: vive en el corazón del zonal
Hoy se cumplen cinco años de la desaparición de Daniel Miraglia, uno de los emblemáticos actores del automovilismo zonal.
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El 15 de Septiembre de 2012, cuando se preparaba para cumplir con la quinta función del TC 2000 del Atlántico en Mar del Plata, se iba un histórico protagonista del automovilismo zonal.
Miraglia transitó gloriosos trazados bonaerenses, desde las épocas románticas y doradas de Mar y Sierras, pasando por APAC y TC 2000 del Atlántico, categoría que lo cobijó en sus últimos años.
Daniel siempre fue un hombre comprometido y solidario, apasionado de los autos de carrera, de los deportes mecánicos, soporte de pilotos y de categorías zonales.
Sí recuerdo aquellos precoces momentos de los ‘70, con Daniel Mestelán y Anselmo Quintanar, o cuando Alberto Sutter le ponía pasión y garra al Mar y Sierras dos litros, el leoncito verde con el que Daniel peleaba con máquinas de mayor potencia.
Como no me voy a acordar de las entretenidas charlas en Rodríguez, y Garibaldi, la base comercial de Daniel y de Don Pedro Miraglia.
Ese santuario de los fierros, lugar elegido por la gente del ambiente, pilotos, mecánicos, y amigos. Allí se formaban largos y amenos debates del zonal.
Que épocas, cuando romanticismo, tiempo de peñas y asados, de mates y largas charlas, como las que se hacían en la esquina tuerca de las sierras.
Daniel no podía con su genio, siguió prendido a una pasión irresistible, los autos de carreras, y se insertó en varias categorías, pero le gustó una en especial, el TC 2000 del Atlántico, no obstante los problemas institucionales que padecía la divisional, siempre estuvo allí para apuntalar la expresión teceísta, sin protestas, ni quejas, interiormente se sentía cómodo.
“Yo siempre he tratado de ser buena persona, simplemente eso, un buen tipo”, decía. Hoy lo adivino a Daniel, poblado de sensaciones, y sentimientos. Dos palabras que no necesitaba pronunciar. El recuerdo a un romántico del zonal que vivió y se deleitó con los autos y desde el cielo sigue disfrutando el sonido de los motores.
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