Discépolo y la inseguridad
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Enrique Santos Discépolo compuso numerosos tangos que son hermosos, aún cuando pintan un triste paisaje: ?Vale Jesús lo mismo que un ladrón?, ?Que el mundo fue y será una porquería?, ?aullando entre relámpagos, Dios, busco tu nombre?.
Pero claro, hay que decir que esa parte de la realidad que inspiró a don Enrique, es una parte nada más, no es todo. Si eligió la parte trágica, es un derecho de los poetas. Pero parece que los argentinos lo tomamos demasiado en serio a don Enrique: no solo creemos al pie de la letra lo que él expresa, olvidando que se trata de arte, sino que lo tomamos como característica de nuestra sociedad en general. Y así se impone la filosofía de la resignación y el abandono.
Ya deberíamos pensar que no somos más que nadie pero menos que ninguno. Reconocer nuestros valores, y comparar. Porque no es cierto que todas las comparaciones sean odiosas. Si no existieran las sombras distinguiríamos la luz. Es por las comparaciones que apreciamos los colores, las dimensiones y hasta lo bueno y lo malo en última instancia. Por eso creo que está bien que comparemos con otros países en nivel de inseguridad y que concluyamos que no estamos tan mal en esta materia.
Por supuesto que si hablamos con familiares de un muerto por delincuentes, será para ellos una enorme tragedia aunque haya sido el único caso en todo el año. Pero si queremos hacer un diagnóstico global acerca de la inseguridad en nuestro país, ubiquémonos en la realidad, y esto se logra sólo comparando con el mundo.
La desesperación y la angustia constituyen las características hoy día, cuando se trata este tema. En gran parte debido a la cerrada negativa de mucha gente a comparar. Y esto nos hace más daño que la delincuencia, porque ataca el corazón de nuestra sociedad.
Y así escuchamos voces de famosos que no parten de una realidad concreta, comparativamente, y se agotan de una prolongada crispación sin plantear solución alguna que no se resume así: ?que haya menos libertad para que exista más seguridad?. Camino muy peligroso que ya conocimos.
Hace falta rescatar la sensatez y la reflexión. Y retornar a las bases culturales que nos caracterizan, con fe y esperanza en nosotros mismos. Disfrutemos de ?ese pensamiento triste que se baila?, que es el tango, pero entendamos que don Enrique quería inspirar rebeldía, para cambiar las cosas, y no resignación. Luchemos contra todo lo que haya que superar, pero sin desesperación y sin angustia, distinguiendo con sano criterio, cuanto de bueno y alentador contamos en nuestra sociedad.
Juan Carlos Mascetti
DNI 5.394.882
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