Dueños de una panadería cerraron sus puertas tras sufrir su cuarto asalto
La propietaria de la panadería Jireh, situada en Colombia 695, tomó la drástica decisión de cerrar las puertas del comercio tras sufrir el cuarto asalto en el lapso de un año y medio, el viernes pasado. En este último atraco, que fue protagonizado por dos delincuentes, la amenazaron con un arma blanca y se alzaron con la recaudación.
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Los malvivientes ingresaron en el comercio, que está situado en la esquina de Colombia e Italia, alrededor de las 21, aprovechando que es un horario en el que está muy cerca del cierre y no había movimiento en la zona.
Dos delincuentes ingresaron rápidamente al local y empujaron a la empleada contra la pared, amenazándola con un arma blanca para luego exigirle que les entregara el dinero de la recaudación. Los ladrones actuaron en forma muy violenta y estaban muy nerviosos, lo cual asustó mucho a la joven que estaba al frente de la panadería en ese momento.
Finalmente, sustrajeron todo el dinero que encontraron en la caja registradora, una notebook y un celular para luego darse a la fuga a pie, con otros jóvenes que oficiaban de campana en la puerta.
De acuerdo a la descripción que pudo aportar la damnificada, se trató de jóvenes de entre 18 y 20 años, de tez morocha y uno de ellos llevaba puesto un buzo color azul.
Cerrado por robo
El sábado los clientes se encontraron con la desagradable noticia de que su propietaria, Eugenia Mayandes, había tomado la determinación de cerrar las puertas del comercio, debido a la gran cantidad de robos a mano armada sufridos en el último tiempo.
En el frente de la panadería había dos carteles: uno de ellos decía “cerrado por robo”. El otro explicaba la decisión a la que se vio obligada a tomar: “Clientes, vecinos, ayer (por el viernes) me volvieron a robar por cuarta vez. Pero éste fue más terrible, y por eso tuve que tomar esta decisión tan triste, ya que es el lugar que con tanto amor logré tener y trabajar para vivir con mis hijos, pero ya no puedo porque el miedo no me deja estar más en esta situación. Le puse todo de mí, pero ya no puedo ver esto más, no tengo palabras para decir lo mal que llevo esta situación, perdón por tomar la decisión de cerrar la panadería”.
Asaltos que no cesan
El primer atraco que sufrieron fue el 25 de marzo del año pasado. En ese momento hacía tres años que la panadería había inaugurado.
El hecho ocurrió cuando la propietaria del lugar, Eugenia Mayandes, fue sorprendida mientras se encontraba realizando otras tareas por un hombre que directamente pasó hacia la zona de atrás del mostrador.
Exhibiendo un arma, el asaltante comenzó a pedir la entrega de dinero. Ante la falta de respuesta de la comerciante, que quedó paralizada ante la situación, se dirigió hacia la caja registradora.
Inmediatamente, comenzó a recoger los billetes. Su búsqueda continuó hacia otro sector del mobiliario, donde halló una bolsa con monedas. Disconforme, exigió la plata para los proveedores, según narró a El Eco de Tandil en ese entonces la damnificada. “No tenía más que lo de la caja. Recién había empezado a trabajar”, explicó.
A ello, sumó algunos atados de cigarrillos y el celular de la propietaria. Una vez logrado el botín, el ladrón se dio a la fuga a pie por Colombia en dirección hacia Portugal. “Fue muy rápido”, afirmó la damnificada.
La comerciante había trazado un escenario complejo en cuanto a la seguridad en la zona de la Terminal. No obstante, la damnificada en ese momento había asegurado que iba a tomar otras medidas de seguridad para prevenir futuros hechos.
“No podés cerrar por un robo. El tema es el susto y la impotencia que te da pensar que uno trabaja y en un segundo una persona te apunta con un arma. Prefiero que se lleve todo antes que te haga algo”, dijo en aquella oportunidad, sin pensar lo que sucedería tiempo después.
Cuatro meses después, el 21 de julio del año pasado, un delincuente a cara descubierta portando un arma de fuego, sorprendió a la dueña del local, quien se encontraba junto a otra mujer. En un rápido accionar y sin ejercer violencia, extrajo el arma y comenzó a exigir la entrega de la recaudación, y se llevó entre 600 y 1000 pesos.
En cuanto al tercer atraco, no se dio a conocer públicamente, al igual que este último asalto acerca del cual la policía se negó a dar información con la excusa de que podía obstaculizar la investigación.
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