El artista Juan Carlos Liberti expone el desconcertante mundo de sus figuras
Juan Carlos Liberti ama las figuras humanas y junto a ellas incorpora exultantes cielos que nos recuerdan las tormentas tropicales o el encendido y genial universo de Turner.
Sería difícil buscarle a su obra influencias concretas. Sus telas (y dibujos) nos impactan y las épocas se mezclan en nuestra retina y no sabemos si su pintura es del renacimiento o formará parte del futuro espacial que velozmente se acerca a las pieles terrenas. Forma y color concretan la fiesta -o el golpe- que su creatividad nos arroja.
Se lo podría catalogar como un pintor ?metafísico?, ?onírico?, ?surrealista?, pero su pintura posee más facetas que cada una de esas palabras que marcan nada más que una porción de su inventiva.
Sus telas son mágicas; hay muy poco de ?objetivo?, de ?material?, en sus contornos. Podríamos denominarlo un ?romántico del delirio?. Es matemático y preciso en la construcción, sus líneas son firmes y definidas, su color es impecable y hermoso, su técnica es de alta escuela, perdurable, hecha para vencer el tiempo físico, y el milagro se concreta en esa maravillosa ceremonia de exactitud y desenfreno que cada cuadro suyo posee.
Figuras humanas descarnadas, extrañas, limítrofes, impactantes, de nuestro bienamado pintor Juan Carlos Liberti, creador de figuras humanas conmovedoras.
Alberto G. Bellucci, director del Museo Nacional de Bellas Artes comenta al respecto: ?Hace 40 años que Juan Carlos Liberti viene construyendo su imaginario propio, sus personajes fragmentarios, sus propias lunas, su propio cielo. Aunque en su caso más que de construcción había que hablar de visiones, y más que de solideces debiéramos hablar de aire, ?esa materia de la cual están hechos los sueños?, al decir de Mercurio, el inquieto soñador shakesperiano. La permanente atmósfera onírica de Liberti -que duda cabe- es la misma del viejo surrealismo del Bosco y de Arcimboldo, mucho más viejo por cierto que el de Chierico, Magritte, Dalçi o Max Ernst. Es evidente que un poco de cada uno de estos enfoques surreales aflora y se despliega en los dibujos y las pinturas de Liberti, pero el mandato subliminal que emana de su apellido y la circunstancia de haber sido autodidacta en su formación artística, le ha permitido beber libremente de distintos maestros y lograr y expresarse de manera personal e independiente.
Porque si bien en él pueden encontrarse rasgos del humor de Arcimboldo, ilusionismos cercanos a Dalí, íconos afines a los de Ernst y De Chierico, combinaciones atrevidas a lo Magritte, y comprensibles ecos de Batlle Planas y de algunos contemporáneos, el resultado es siempre original e intransferible. A través de las perplejidades que entregan sus extrañas composiciones figurativas, Liberti abre el juego para que el espectador inicie su propio sueño e intente su propio razonamiento intelectual. Podríamos hablar de una prolija operación de engarces desconcertantes y eliminaciones sorpresivas, asociaciones cuya ambigüedad de sentido inquieta al mismo tiempo que complace, debido en gran medida, a la rotundez del oficio clásico con que han sido tratadas. Como ha escrito Carol Damian, se asiste a ?una realidad basada en la destrucción de lo conocido, y que a través de un frío, calculado y organizado método de pintar, trae orden al caos que tal destrucción implica. Una realidad que sólo existe en la imaginación, pero presentada con convincente precisión?.
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Los temas
Alberto G. Bellucci agrega que ?dentro de esta invariable poética de fantasía, Liberti ha transitado por diversas temáticas que incluyen ilustraciones para obras de Borges y Shakespeare, jugosas series sobre el tango y festivos conjuntos de instrumentos musicales, retratos imaginarios de pintores queridos, visiones de ominosas murallas urbanas, cielos abiertos y nubosos con inquisidores astros lejanos, personajes, maniquíes sin facciones y sin tiempo, etcétera. Repertorio muy amplio aunque le quedan muchas páginas en blanco para llenar, aunque estoy seguro que esas páginas tampoco se dedicarán a explicarnos texto alguno sino que se obstinarán en presentarnos -ojalá- más de esos placenteros y ambiguos desórdenes organizados a través de los cuales seguiremos reconociendo la persistencia del difuso realismo mágico que de alguna manera misteriosa nos identifica en lo exterior y nos conmueve en las entrañas…?.
El artista
Juan Carlos Liberti, nacido el 18 de febrero de 1930, en Buenos Aires, es autodidacta, con una larga y brillante trayectoria, expuso en Argentina en los museos Nacional de Bellas Artes, Nacional del Grabado -Buenos Aires-, Biblioteca Nacional Buenos Aires, Fundación Internacional Jorge Luís Borges -Buenos Aires-, Comisión Nacional de Energía Atómica -Buenos Aires- y veinticinco museos provinciales.
Su obra traspasó las fronteras y es así como exhibió sus trabajos, en Colombia, Museo de Arte Moderno de Cartagena, Costa Rica; Museo de Arte Costarricense, San José, El Salvador; y Museo Forma, San Salvador.
En España, Museo de Bellas Artes de Granada, Biblioteca Nacional de Madrid, Museo Reina Sofía; en Estados Unidos, Museum of Ameritas, Washington DC Hirschhorn Museum y Sculture Garden, Washington DC; Library of Congreso, Washington DC; Detroit Institute of Arts, Detroit, Michigan; Museum of the University of Texas, Austin Texas; Italia, Gallería Degli Uffizi, Florence; México, Instituto Nacional de Bellas Artes, México DF; Museo José Luis Cuevas, México DF; Puerto Rico, Museo de Río Piedras, San Juan; Museo de Arte de Ponce, Ponce.*
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