El informe perital ratifica que no hubo fallas en el funcionamiento del horno siniestrado en Metalúrgica
Trascendió del expediente que dicho informe no hace más que ratificar la principal hipótesis del ministerio público que fuera publicada por este Diario y que despertara un sinfín de cuestionamientos de parte de los letrados que se presentaron como particulares damnificados.
Según se confió en fuentes judiciales, el peritaje consistió en verificar desde el inicio el funcionamiento del horno y cómo se desarrolla el proceso de fundición, ratificándose lo que oportunamente ya se había evidenciado, acerca de que no hubo un desperfecto mecánico sino que el accidente se habría producido por una falla humana.
Vale reseñar que dicho informe devino del peritaje practicado en el horno seis, tarea que demandó unas seis horas (del domingo 31 de agosto y el 1 de septiembre) a cargo del perito oficial Hugo Piazza del Departamento Judicial de Azul, quien estuvo secundado por responsables de la firma metalmecánica y los abogados de los familiares de las víctimas, María Rubiales y Carlos Bastarrica.
El procedimiento se concretó tras un primer intento fallido, cuando el fiscal había citado a las partes pero los abogados de las víctimas plantearon la necesidad de que se pusiera en funcionamiento el horno que había sido afectado por aquella explosión que provocó la muerte de Lucas Serén, Luciano Vargas y Juan Cruz Andrade.
Salvada la situación, entonces, se concretó el pretendido procedimiento, con la premisa de observar in situ, en el mismo horario del turno en el que sucedió el fatal accidente, cómo se trabaja en el lugar y, a partir de allí el perito cerró sus conclusiones sobre lo que a su entender y saber ocurrió aquella madrugada trágica.
La investigación
Las conclusiones finales del experto no hicieron más que ratificar aquellas primeras impresiones una vez analizado el horno siniestrado, a lo que se le suma además de los testimonios recogidos y la documentación secuestrada oportunamente en pos de esclarecer cómo era el funcionamiento, en qué condiciones se estaba operando y demás detalles que hacen al trabajo cotidiano de los operarios.
Dichos detalles también servirán para esclarecer una de las demandas de los deudos, que no sólo hacen al estado de la maquinaria con que se realizaban las tareas sino también a la necesidad y/o obligación de contar con un supervisor, personal de mayor jerarquía a la hora de tomar decisiones frente a una contingencia.
El caso
El dramático accidente ocurrió en la madrugada del 9 de enero, dejando como saldo a tres operarios con quemaduras graves, tras haber explotado uno de los hornos de la histórica fábrica tandilense. Con el paso de las horas, y a pesar del esfuerzo de los facultativos, las víctimas fallecieron ante la magnitud de las lesiones.
Lucas Serén, de 27 años; Luciano Vargas, de 31 años y Juan Cruz Andrade, de 34, se encontraban realizando las tareas habituales cuando explotó un horno en la planta. Rápidamente fueron trasladados y atendidos en el Hospital “Ramón Santamarina”, con quemaduras extensas secundarias.
En el lugar donde ocurrió la explosión se encontraba además otro trabajador, quien afortunadamente no resultó herido y fue el encargado de socorrer y dar aviso a los bomberos y a la policía.
El cuarto obrero informó cuáles eran sus tareas laborales al momento en que ocurrió el hecho, él en forma fortuita estaba en otro sector, fue algo circunstancial, él pudo escuchar la explosión y posteriormente observar lo que pasó con los tres operarios y fue quien pidió ayuda para con las víctimas, según se informó a horas del suceso desde la policía.
Se remarcó luego que salió ileso de este episodio porque eventualmente lo habían mandado a hacer una tarea a unos metros del lugar, y ante la explosión se tiró al piso y se salvó de haber sido alcanzado por las llamas y el calor que produjo el horno. Precisamente el operario en cuestión es la clave, la llave, que permitió a los investigadores cerrar los interrogantes de lo que pudo haber ocurrido aquella madrugada de enero.
El testigo de lo sucedido comentó que instantes antes había ido a hacer unas tareas, unas soldaduras en cercanías del horno, pero unos metros alejado. Y una vez que finalizó con el trabajo que le habían encomendado, cuando estaba volviendo, sintió la explosión y, viendo la peligrosidad de lo que estaba pasando, se puso a cubierto, se arrojó al piso y trató de cubrirse de lo que estaba volando en la explosión, que no era más ni menos que hierro en estado líquido por la temperatura del horno, según se informó por aquellos días.
¿Qué pasó?
De lo que se pudo observar del curso de la investigación, la explosión se generó cuando en el horno los operarios no advirtieron que un material que introdujeron para fundir se selló cual tapa a presión, dejando una cámara de aire dentro que detonó como la erupción de un volcán.
A saber, según se desprende del relato del testigo, el encargado del horno se equivocó a la hora de querer fundir el “tocho” (cilindro de rezagos de otras fundiciones) que había quedado atorado un poco más abajo de la boca del horno en forma diagonal. Frente a dicha situación, los operarios resolvieron colocar con una pala más líquido fundido para que precisamente derritiera el “tocho” y se mezclara con el resto del material que se fundía en el fondo del horno.
Al parecer, presumen los investigadores, al ver la coloratura de dicho líquido desparramado encima del tocho se desentendieron de la situación, sin advertir que en vez de fundirse el material se solidificó y quedó como tapa sellada. Eso habría generado la explosión.
Cabe consignar que dicho tocho es recurrentemente utilizado como los fardos de fundición y otros resabios de fundiciones ya realizadas. Precisamente con el material descartado de un anterior proceso se lo vuelca en lo que se lo llama la tochera (molde) donde se solidifica el hierro descartado y queda fundido, quedando como un cilindro aplastado, como si fuera una tapa, a la cual colocan una especie de manija o gancho en el centro de hierro con la que luego una grúa lo levanta y lo introduce al horno para formar parte del proceso de fundición.
Por causas accidentales, se cree que dicho gancho en el tocho no fue colocado en el centro de la circunferencia y eso provocó una mala carga del tocho al horno (ingresó torcido) y se trabó en los laterales.
Frente a esa escena, se produjo la explosión y la erupción fue de tal magnitud que los tres operarios fueron presas del metal en estado líquido.
Al momento de establecer las responsabilidades del personal de mayor jerarquía en la supervisión de las tareas que los operarios realizaban, en la causa se desprende que era habitual que los trabajadores fueran absolutos responsables del horno al que cada uno era destinado, siendo de rutina trabajar así, sin ningún otro superior detrás de ellos. u
Este contenido no está abierto a comentarios