El Instituto de la Vivienda de la Provincia, décadas de promesas incumplidas
Miles de familias vieron sus ilusiones difuminarse con los años y padecieron las consecuencias de la negligencia y la mala administración en carne propia, tras confiar un proyecto para tener su casa propia al Instituto de la Vivienda de la Provincia, que lleva una larga lista de barrios inconclusos y promesas incumplidas.
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En Tandil, al igual que en el resto del territorio provincial, son varios los barrios frustrados que dejaron al desnudo las falencias en la política habitacional que lleva adelante el organismo provincial. Entre obras paralizadas y fondos que no llegan, entre dinero que desapareció o que tal vez fue desviado a otros destinos, se encuentran aquellas familias a quienes iban destinadas esas viviendas sociales, que precisamente son quienes más lo necesitan. Ellos fueron las víctimas de un organismo incapaz de cumplir con los compromisos asumidos y darle respuesta a aquellos que más necesitan el techo propio.
Barrio Universitario
Un claro reflejo de la desidia estatal es el caso del abandonado proyecto del Barrio Universitario II, situado en Casacuberta y Vistalli, donde el Instituto Provincial de la Vivienda construyó sólo 8 de las 59 casas que estaban proyectadas.
Luego de cinco largos años de espera en los cuales las obras estuvieron completamente paralizadas, los adjudicatarios alzaron su voz el mes pasado y dijeron basta.
Ahora, completamente indignados, los trabajadores que en su momento adquirieron el predio piden que la Provincia les reintegre sus lotes para que puedan construir por su cuenta.
Hace ya cinco años alrededor de 59 trabajadores no docentes de la Universidad compraron los lotes, los cuales cedieron al Instituto de la Vivienda para que llevara adelante la construcción de las 59 casas. Los fondos -alrededor de 6 millones y medio de pesos- fueron otorgados por Anses al instituto provincial.
Diego Jongewaard de Boer, uno de los adjudicatarios, explicó que en 2010 compraron el lote, hicieron la infraestructura y pusieron todo al día para que se pudiera comenzar con las viviendas. “El convenio decía que en 11 meses se comprometían a terminarnos las viviendas. Una vez que finalizaba la obra te hacían una chequera y a 20 años íbamos pagando ese crédito”, expuso.
Impotencia
A partir de un determinado momento, los fondos dejaron de tener continuidad con excusas varias que tenían que ver con dificultades del Gobierno provincial para desembolsar el dinero.
“No podemos salir de esta encrucijada en la que nos han metido, es indignante y angustiante. Sentimos mucha impotencia, porque la tierra es nuestra, la compramos, fue un proyecto al que le pusimos muchas pilas”, recalcó el adjudicatario.
En ese sentido, afirmó que están en una situación de “rehenes” y que es necesaria “decisión política”.
Hoy, de las 59 viviendas, hay sólo 8 terminadas y las restantes tienen un avance de entre el 10 y el 30 por ciento.
Tiempo atrás, los adjudicatarios se reunieron con el jefe regional de Anses Facundo Llano para solicitar ayuda para gestionar ante el Instituto de la Vivienda y lograr que les devuelvan las escrituras, para así poder construir cada uno por su cuenta o acceder a un crédito Procrear.
Pero la pregunta que queda dando vueltas es dónde están los 6 millones y medio de pesos que en su momento pagó la Anses para el plan de viviendas. El dinero no está y los adjudicatarios no tienen ni sus casas, ni sus lotes, ni sus escrituras.
Barrio Falucho 53: adjudicatarios de 40 lotes esperan los fondos para empezar a construir
Recién a principios de este año fueron entregadas las primeras 32 casas financiadas por el Instituto de la Vivienda del barrio Falucho 53, situado entre las calles Beiró, Bereterbide, Basílico y Langueyú.
Los adjudicatarios esperaban desde el año 2006 la construcción de sus casas. Por los retrasos en las obras, han realizado movilizaciones en más de una oportunidad.
Ahora, aguardan que el Instituto de la Vivienda desembolse los fondos para otros 40 lotes, de adjudicatarios que también esperan desde el año 2006.
El responsable de la cooperativa Falucho de Vivienda Limitada, Ricardo Buquete, explicó que “se firmó el convenio a principio de octubre, se transfirió la tierra al Instituto como es normativa del Fonavi (Fondo Nacional de la Vivienda) y empezó a circular el expediente para que nos paguen el anticipo de obra, pero hasta ahora no se ha pagado”.
Indicó que lo normal es que se debería pagar a los 30 días de firmado el convenio pero consideró que se pudo haber atrasado porque “en el medio tuvimos una elección, cambio de gobierno a partir del 10 de diciembre, se van todos los funcionarios. Yo no sé si hay problemas de plata, eso no lo sabe nadie”.
“Se supone que siempre sobre fines de noviembre históricamente en la Provincia cuando llega el pago de aguinaldos y sueldos hay problemas financieros, y además hay un paro de personal del Instituto que viene de hace ya más de un mes y medio, que indudablemente complica toda la gestión de los expedientes”, manifestó.
Aseguró que “no hay otro impedimento, sabemos dónde está el expediente, en la Dirección de Obras, tiene que pasar a financiero, donde visan y pagan. Nosotros completamos toda la documentación que teníamos. Dicen que están esperando fondos de Economía y que el paro complica todas las gestiones administrativas”.
Además, sostuvo que en cuanto a documentación está todo entregado ya que “el hecho de que ya esté el barrio consolidado, tener la obra de infraestructura, cada lote tiene su cédula catastral, los planos aprobados con los derechos de construcción pagos, así que documentación administrativa no puede ni debe faltar nada”.
Promesas incumplidas
En tanto, Buquete explicó que ni bien comenzaron a firmar los convenios con los dueños de los lotes se les empezó a cobrar un pequeño adicional para empezar a comprar materiales para la primera etapa y hacer acopio.
“En esta etapa de las 40, nosotros teníamos un orden establecido por asamblea de cómo se seguía el proceso. Empezamos a citar a la gente. Algunos ya solucionaron su problema de vivienda, a otros les cambió el grupo familiar, otros heredaron, entonces no reúnen las condiciones del Instituto, así que hubo un proceso de selección de 40, y ya se limpiaron los terrenos”, indicó.
Recordó que el proceso de inscripción para el barrio comenzó en 2006, “con una promesa de que iba a haber financiamiento, pero no hubo”.
“Se empezó a hacer la obra de infraestructura con la plata de los asociados, se hizo el agua, las cloacas, energía eléctrica, 95 por ciento de cordón cuneta, apertura de calles y después se empezaron a buscar alternativas”, rememoró.
A su vez, recordó que cuando estaban entregando las casas del barrio Falucho 22, el subadministrador del Instituto de la Vivienda fue a ver los lotes y les dijo “ya estamos empezando, presenten la carpeta. Pasaron 4 años y logramos sacar 32, después continuamos avanzando con la subdivisión, que fue muy complicado porque es un predio muy grande, algunos pudieron acceder al Procrear”.
En tanto, sostuvo que 40 de estos lotes son familias que no tienen recursos para acceder a un Procrear o por otros motivos optan por hacer su casa a través del Instituto de la Vivienda.
La única alternativa
“Si bien las cuotas no son bajas, como antes, hoy una cuota de 2.500 pesos es baja, fija, en pesos, 180 cuotas, con el 1 por ciento de interés, no existe. Yo creo que independientemente de que saben que se va a demorar porque siempre pasa, y tienen que pagar 80 mil pesos que no paga el Instituto, las cuotas son muy bajas”, sostuvo.
En tanto, aun el Instituto no comenzó a cobrar las cuotas a los 32 que ya tienen terminadas sus casas. “A fines de 2012 empezamos a construirlas y en 2 años se terminó, el tema es la gestión hasta lograr que te den la plata. Siempre hay gente que no tiene los recursos para entrar en el Procrear, entonces su única opción es un crédito de esta naturaleza”, afirmó.
Además, hay unas cien familias que están construyendo a través del Procrear y otras cien que aún no tienen nada definido.
“El Instituto tiene sus tiempos, yo nunca tuve una operatoria en la que presenté las cosas, en seis meses salió y en 24 meses se terminó, nunca. Les pasa a todos, en Tandil para tomar el ejemplo tenemos distintas situaciones similares con respecto al mismo organismo que financia y el mismo programa que es para entidades sin fines de lucro”, finalizó.
Smata: el barrio que nunca se terminó
El postergado barrio Smata es un fiel reflejo del olvido. Hace ya cerca de 40 años que sus adjudicatarios están esperando que se construyan las viviendas prometidas.
El proyecto se originó para los empleados agremiados a Smata Tandil. Luego fue abierta la inscripción a todo aquel necesitado de vivienda que cumpliera con los requisitos. Con ilusión y compromiso, unos 248 postulantes comenzaron a pagar cuotas en el entonces Banco Comercial de Tandil.
Alrededor del año 1981 se realizaron cimientos de viviendas de un dormitorio, cocina y baño, las cuales quedaron perdidas entre los pastizales.
En 1982, firmaron una sesión ante escribano público a favor del gremio, pero poco después comenzaron los reclamos al no tener novedades. En el año 1999 con un crédito del Fondo Provincial de la Vivienda se levantaron y techaron 50 viviendas.
Los adjudicatarios esperaron durante años la culminación de las obras, suspendidas indefinidamente y que además, fueron objeto de una ocupación, en la que lo poco que se había construido, fue deteriorado, en el marco de un largo litigio para poder desalojar el barrio.
La lucha de los propietarios llevó años de idas y vueltas, de reclamos al gremio Smata y al Instituto de la Vivienda, sin avance alguno. Incluso hubo casos de adjudicatarios que fallecieron y tomaron la posta del reclamo sus hijos.
En el año 2010, después de tantos reclamos, se realizó el sorteo de esas 50 casas (sin terminar) y los lotes restantes.
En 2013, un adjudicatario tomó la decisión de mudarse a su casa y comenzar a repararla ante la inminente amenaza de nuevas usurpaciones. Un par de adjudicatarios más siguieron sus pasos pero no fue fácil y no lo es ahora tampoco. Se cuidan entre ellos y viven con la poca infraestructura barrial que consiguieron en estos últimos dos años.
En tanto, los adjudicatarios de los más de 200 lotes que también forman parte del barrio se agruparon el año pasado cuando comenzaron a tomar sus terrenos también.
A su vez, siguen tramitando las escrituras. El año pasado los propietarios de los lotes lograron que se sancionara una ordenanza a través de la cual se les reconocía el derecho sobre cada uno de los lotes, con lo cual pudieron comenzar a tomar posesión de sus tierras y el Municipio realizó algunas obras de infraestructura, como abrir las calles.
Unidos hoy, luego de 40 años, buscan reparar lo que ni el Estado ni el gremio Smata les pudo garantizar, que es el derecho al techo propio. Así, los adjudicatarios de Smata son un emblema de una larga lucha para recuperar un barrio olvidado.
Barrio Municipal: una pelea constante por los fondos y un mundo de pretextos
Otros caso emblemático de la falencia estatal es el de las viviendas del barrio Municipal, situado en Entre Ríos y Corrientes, en inmediaciones al barrio Arco Iris. El proyecto prevé un total de 100 viviendas, de las cuales 30 se entregaron en 2010. En tanto, 20 se encuentran inconclusas y 50 comenzaron a construirse en agosto de este año.
Luego de más de 4 años de que se frenaran las obras en el barrio, a fines de mayo el Instituto Provincial de la Vivienda se había comprometido a readecuar el monto del financiamiento de las 20 casas inconclusas, que sería de un total de 8 millones de pesos. La entrega de esas propiedades se concretaría en agosto, lo cual no sucedió.
Además, se firmó un convenio por un monto aproximado de 32 millones de pesos, financiados entre la Nación y la Provincia, para comenzar a construir las últimas 50 viviendas.
Las 20 casas inconclusas debían ser entregadas en agosto, pero no fueron finalizadas aún debido a que el Instituto de la Vivienda de la Provincia se retrasó en el desembolso de los fondos destinados a esas propiedades. Hasta el momento registran un avance aproximado del 60 por ciento y se aguarda la llegada del dinero que falta para poder finalizar las unidades habitacionales.
El secretario general del sindicato de Trabajadores Municipales, Roberto Martínez Lastra, manifestó su preocupación por el modo en que se vienen entregando los fondos, lo cual ha retrasado las obras y ello impidió que las casas fueran entregadas en los plazos previstos.
Y fustigó que “siempre tienen un problema. La última vez no la entregaron porque decían que tenían que pagar aguinaldos, después porque estaban en las PASO, ahora seguramente va a ser por el balotaje. Son todos pretextos”.
El Plan Federal: promesas incumplidas, usurpaciones y casas inconclusas
El Plan Federal, situado en el corazón del barrio La Movediza, comenzó a construirse en el año 2005. La primera etapa, constaba de 139 viviendas y los fondos, provenientes del Estado nacional, iban directamente a la empresa. Todas esas casas fueron terminadas.
El problema surgió en la segunda etapa del Plan Federal. De las 200 proyectadas se comenzaron a construir 100. Los fondos eran nacionales pero llegaban a través del Instituto Provincial de la Vivienda. En 2008 comenzaron a frenarse las obras, hubo varias interrupciones y luego varias de ellas fueron usurpadas.
Cincuenta de ellas se terminaron con fondos de Anses que llegaban a través del Instituto Provincial de la Vivienda, no sin dificultades, como paralización de las obras en más de una oportunidad y usurpaciones.
Otras cincuenta se concluyeron posteriormente, pero 100 quedaron sin terminar. Muchas de ellas fueron tomadas también. En tanto, había una promesa de un Plan Federal II, y el Municipio adquirió 300 lotes, pero los fondos nunca llegaron.
Reclamos renovados
En agosto de este año, un grupo de vecinos del Plan Federal renovó el reclamo por el estado en el que se encuentran las unidades habitacionales en las que residen desde hace más de cuatro años, cuando se las entregaron sin terminar para no correr el riesgo de que fueran usurpadas, tal como había ocurrido con muchas otras propiedades del lugar.
Karina Mirra, una de las frentistas sostuvo que “se nos caen las paredes, las casas se están viniendo abajo”.
Y recordó que en su momento les otorgaron una tenencia precaria para que pudieran habitar las casas con los faltantes existentes, pero después “nadie se hizo cargo nunca de nada”.
“Desde el Instituto de la Vivienda dicen que ellos están esperando que el Municipio mande la finalización de obra a La Plata para poder ellos enviarnos las chequeras, pero en verdad el final de obra no existe porque la mitad de las casas estaba sin terminar”, sostuvo.
Abandonados
Por su lado, Virginia Beltrán manifestó que “nos sentimos abandonados, porque entregaron y a la vez no entregaron las casas, porque no tienen final de obra, y no se preocuparon más por nosotros”.
Alvarez agregó que “nosotros queremos pagar una vivienda, aunque no sea totalmente digna. Hay que tirarla y volverla a hacer”.
Con tristeza, Virginia Beltrán recordó que “para el Gobierno de la Provincia es como si nosotros no estuviéramos viviendo en las casas. De hecho, todavía no nos las están cobrando, no nos mandan las ticketeras para pagar porque no tienen final de obra. Yo me iría a vivir a otro lado si tuviera plata, pero lamentablemente es la única posibilidad que tengo de una vivienda”.
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