El investigador tandilense Miguel Ponce manifestó su preocupación por la situación de la ciencia en Argentina
El científico, doctorado en ciencia de los materiales por el Conicet, describió el panorama que se cierne sobre la entidad y la comunidad científica argentina frente a los recortes presupuestarios y la falta de recursos. Destacó el aporte de organismos internacionales para el avance de los desarrollos e investigaciones y afirmó que la "fuga de conocimientos" se produce aunque los científicos no se radiquen en otros países.
Miguel Adolfo Ponce es un tandilense que dedica su vida a la ciencia. Desde que egresó en 1992 de la Escuela Técnica 2 Felipe Senillosa como técnico químico, recorrió un largo camino consagrado a la investigación que lo llevó a concretar la licenciatura en química en la Universidad Nacional de Mar del Plata, doctorarse en ciencia de los materiales en el Conicet –actualmente es investigador de la entidad-, y a continuar con la formación postdoctoral.
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Ponce tiene su sede de trabajo en la localidad de Mar del Plata, donde se desempeña junto a un equipo de trabajo para desarrollar sus tareas en la División Catalizadores y Superficies del Instituto de Investigaciones en Ciencia y Tecnología en Materiales (Intema, Conicet-UNMdP).
En los últimos meses, un invento suyo obtuvo notoriedad pública porque permite detectar la presencia de monóxido de carbono y prevenir las muertes ocasionadas por la inhalación de este enemigo silencioso. “Lo inventado es una llave de corte por presencia de monóxido de carbono que actúa como una llave disyuntora. Lo más importante es que detectar la presencia de monóxido de carbono se logra con una alarma, que se puede adquirir en cualquier casa de electrónica, aunque son costosas”, expresó en una entrevista anterior con este Diario.
La situación del Conicet
Es preciso destacar que el Conicet, fundado en 1958, es el principal organismo dedicado a la promoción de la ciencia y la tecnología en la Argentina. Su actividad se desarrolla en cuatro grandes áreas: ciencias agrarias, ingeniería y de materiales, ciencias biológicas y de la salud, ciencias exactas y naturales, y ciencias sociales y humanidades.
En este momento, además del recorte presupuestario que impacta en las diversas aéreas, el ajuste también llega a los sueldos de los científicos y becarios. Por ejemplo, un investigador superior, que es la categoría más alta que existe en la institución, percibe un salario que ronda los 45 mil pesos y desde hace un año no reciben aumentos en sus haberes.
Consultado por El Eco de Tandil acerca de la coyuntura que atraviesa al organismo científico nacional, que no tiene fondos para ejecutar ciertos proyectos, Ponce manifestó que “en el laboratorio llevamos a cabo dos líneas de proyecto, una de ciencias básicas y otra de ciencia aplicada. En ciencia aplicada no tenemos por ahora financiamiento, de hecho no hemos tenido más que algún convenio con la Municipalidad de Mar del Plata allá por 2015, y en ciencias básicas tenemos un proyecto otorgado desde 2016 que aún no pagaron y otro de este año cuyos pagos no han sido acreditados todavía”.
“Ahora tenemos otro proyecto, que comenzaría a ejecutarse a partir de septiembre, para la conformación de un detector colorimétrico que cambia de color con respecto a la concentración de monóxido de carbono”, prosiguió.
Para el hombre de ciencia, que ingresó en 1999 a la entidad y ha atravesado diferentes períodos, la situación es realmente crítica. “Es grave, se nota mucho, sobre todo, en la gerencia y vinculación tecnológica. En ciencia aplicada el personal ha ido disminuyendo, la ejecución de los subsidios de los proyectos no llegan, no hay recursos”, y agregó que “la sensación que tengo, en lo personal y al interior de la universidad, es la de una situación que se asemeja a la del año 2001, donde tenés un gran recorte presupuestario y nosotros, de hecho, funcionamos con algunos recursos del exterior para avanzar en los desarrollos”.
De acuerdo a lo expuesto por el investigador, la Universidad de Mar del Plata está en similares condiciones que la Unicen, y se han mancomunado los esfuerzos de las instituciones en la misma dirección con respecto a la crisis económica que están sufriendo las universidades nacionales.
Hacer ciencia en Argentina hoy
“Trabajar con otros países es más sencillo, porque podemos pedir ayuda. Nuestro grupo funciona porque tenemos dos áreas grandes, las ciencias básicas, donde estamos trabajando con insumos que nos quedan de años anteriores, pero eso en algún momento se agota. Y en lo que es ciencia aplicada, estamos avanzando gracias a la colaboración de otros países, que son coautores tanto en patentes como en artículos”, explicó, en alusión a los proyectos en ciencia aplicada para resolver problemáticas sociales y no dejó de lado que debe apoyarse la ciencia básica, que es la que permite todos los demás desarrollos.
Ponce relató que el Ifimat, que es el Instituto de Física particularmente dedicado a la Física de los Materiales y depende de la Unicen no cuenta, por ejemplo, con insumos de monocristales, un elemento sencillo que desde hace años no se consigue aquí y por este motivo deben pedirle a la contraparte de Brasil que los donen.
El especialista partirá próximamente a una estadía de nueve meses en Brasil como investigador visitante especial de la Fundación de Apoyo a la Investigación del Estado de Sao Paulo, en la Universidad Federal de Sao Carlos. “Se puede tener coautores internacionales, siempre va a estar el Conicet y la institución de doble dependencia (que es una universidad, en este caso UNdMdP). En este período que me invitan a trabajar en Brasil voy a hacer algunos desarrollos con dinero de ellos. Ahí coparticipás y en la ganancia de la patente entran los dos países, eso también es una estrategia”, señaló.
El científico hizo hincapié en que si un proyecto se desarrolla solamente en Argentina puede ser dificultoso mostrarlo y difundirlo en otros lugares, razón por la cual la integración en el desarrollo hace más fácil la inserción en el mundo. “Donde voy a ir ahora a hacer ciencia básica tienen un laboratorio de luz sincrotrónica que es el único de su tipo en Sudamérica. El equipamiento del laboratorio tiene 11 equipos de impedancímetros, nosotros tenemos uno para todo el instituto. Los recursos son otros”, puntualizó. Los impedancímetros RLC cuestan 25 mil dólares y son una herramienta básica para la investigación.
Fuga de cerebros
Con respecto a la radicación de científicos argentinos en otros países, Ponce fue categórico y afirmó que no hace falta que se vayan de Argentina para que eso suceda. “Todo el mundo habla de la fuga de cerebros, pero podés estar trabajando desde Argentina para el exterior. Cuando hablás de fuga de cerebros la tenés en Argentina, es una fuga encubierta. Yo ya estoy pensando en lo que voy a hacer afuera, con los recursos del exterior, que nunca los tuvimos en el país”, sentenció.
Al poner la lupa en esta cuestión, es posible visualizar que muchos de los hombres y mujeres de ciencia trabajan desde aquí para el exterior. Es decir, que su capital humano está puesto al servicio del desarrollo de otros países, ya sea por el pago o por el uso de recursos disponibles en otros ámbitos. “La fuga de conocimiento se da todo el tiempo”, sostuvo.
Sobre el final de la conversación, el especialista se mostró preocupado por la situación actual de la ciencia y las investigaciones en Argentina, y manifestó su incertidumbre respecto al rumbo que podría llegar a tomar en los próximos meses.
“A veces pienso en irme, por el valor de los sueldos y por lo que significa la lucha de hacer cosas, lo que nos cuesta a los científicos avanzar en este país, el camino es tortuoso, se depende siempre de las cuestiones presupuestarias, de no tener los recursos. El verdadero científico está angustiado, por ahí no sale a la calle, pero la gente está mal y se nota”, detalló sobre una profesión que exige una dosis de pasión a la altura del rigor científico.
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