El Mumbat exhibió interesantes muestras fotográficas en el 2014
La pintura se funde con el cuerpo humano, dando como resultado una obra de arte en movimiento. La pintura en un cuerpo desnudo, o semidesnudo, es una forma de transmitir un mensaje y convertirlo en una obra de arte viviente. “Mujeres de Aranthar”, planteó un juego entre el arte efímero, la fotografía y el video-arte, mostrando el resultado de un trabajo profundo. A través de cuarenta imágenes, tomadas por Natalia Rojas García-Blásquez y Julieta Oregioni, Jorgelina Aranart contempló diez personajes cada uno visualizado en cuatro planteos estéticos diferentes que narraron, a través de estas mujeres, historias diferentes de vida. Una muestra que transmitió calidad artística y creatividad, pureza y atrevimiento en una realización muy cuidada.
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Imágenes que rondan nuestra mente se convierten en algo tangible a la visión, como también a los ojos ajenos. De esa forma, Julieta Anaut exhibió una muestra fotográfica, acompañada de un video-arte, en la que escenificó rituales de regreso simbólico a la naturaleza primigenia. No la naturaleza llana, aquella que perciben los animales, sino ese tesoro perdido del que sólo sabe el hombre desde que comenzó a cultivar sus propios frutos. Ese es el origen de la palabra cultura, y también del castigo divino que desplazó el Edén fuera de la Tierra. La obra de la fotógrafa se presentó como una realidad onírica, para construir estas ficciones donde el mito y lo contemporáneo se aúnan. Se planteó una búsqueda para dar un nuevo significado a creencias antiguas, y de este modo hacer referencia a una espiritualidad que involucró a la naturaleza, el instinto y la mujer.
El mismo espacio en distintos instantes
Angela Copello capturó un paisaje creado hace casi un siglo, el tiempo pasajero y la idea de constante cambio, clima, luz, mareas, vientos. La naturaleza y su interacción con el hombre. Obras que mostraron la desintegración del momento a través del tiempo.
La muestra fotográfica “Impermanencias en Costanera Norte” de Ángela estuvo enmarcada dentro de las actividades de la decimonovena edición del Festival de la Luz durante el mes de agosto y septiembre, que se ofrecen de manera simultánea en países de los cinco continentes. En Argentina gracias a los Encuentros Abiertos pudimos disfrutar de diversos programas culturales que tuvieron como objetivo crear lazos internacionales de cooperación e intercambio que propiciaron la difusión de la fotografía artística del país al mundo, y viceversa, en un permanente y enriquecedor intercambio de miradas. Así, el Mumbat fue elegido como sede de los Encuentros a nivel regional, exponiéndose la obra de una artista con una destacada trayectoria.
Miradas, cuerpos, momentos
La naturaleza responsable y perfeccionista de Annemarie Heinrich alimentó un fuerte sentido autocrítico y una necesidad auténtica de mejorar día a día, de hacer un esfuerzo para que cada foto estuviera en el nivel de excelencia al que aspiraba. Dedicaba horas a sus ejercicios de iluminación. Boceteaba esquemas de luz con elementos quietos o tomando a algún familiar como modelo, o también posando ella misma. De esa manera comenzó a convertirse así en la creadora de un género que se desarrolló, como en otros países, en forma paralela al crecimiento de la industria del cine y de la popularización de la radio. Fue articulando con su trabajo una serie de conocimientos que había profundizado gracias a su pasión por la escenografía, las artes plásticas, la danza y el teatro.
Convertida en una apasionada de la fotografía instrumentó formas de iluminación y técnicas de toma que le permitieron controlar minuciosamente su tarea en el estudio y acceder a un mayor campo de libertad expresiva. Podía imitar con maestría la luz de las películas de la época manteniendo su espíritu pero adaptándolo a la imagen inmóvil de la fotografía. Utilizó los altos contrastes para acentuar el clima dramático o los rasgos severos de un personaje.
“Una luz, un cuerpo, un reflejo”, una serie de 84 fotografías, se encontrará en las salas del museo hasta el 6 de enero. Recorrerla, apreciar cada obra, observar los detalles, sentir lo que cada imagen trasmite es algo sensacional que no podemos dejar de advertir.
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