El tatuador Sebastián Prezioso destacó la posibilidad de “inmortalizar un trabajo”
La Galería de los Puentes, sita en 9 de Julio 555, es el marco del estudio que rodea a Morrison Tatto Studio. Con algunas luces fluorescentes en la vidriera del local y un estudio que, a diferencia de otros, no se ve al tatuador en plena actividad, inmediatamente se reconoce el lugar y aparece Sebastián Prezioso o “Morrison”, como es conocido popularmente.
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El mismo describe que su imagen prolija, muchas veces no coincide con el imaginario colectivo de un tatuador con los pelos verdes, estilo punk y toda la cara tatuada. Así también la sorpresa continúa cuando presenta su impoluto estudio que, además de poseer todo el material necesario para desarrollar su arte, demuestra una pared repleta de elementos y recuerdos recopilados de la Guerra de Malvinas.
Nacionalista como pocos, apasionado por su trabajo y dedicado de lleno a su arte, recibió a El Eco de Tandil para realizar un repaso por estos años de trayectoria.
-¿Cómo fueron tus comienzos?
-En 2001 era de los pibes aburridos que cuando los amigos iban a jugar a la pelota, se quedaba dibujando. En esos años era muy difícil acceder a la información, no había internet y muy pocos teléfonos; así como los productos eran caros porque son todos importados, tal es así que una tinta vale 100 dólares.
Así fue que al principio empecé igual que todos: tatuando a un amigo en el comedor de una casa. En esa época no había tantas enfermedades como hoy. Cuando comencé en Azul era el único tatuador así que hice tatuajes que por ahí no fueron muy lindos pero sí muy higiénicos; y que con el tiempo los fui arreglando. Lo que me queda de eso es que esas personas siguen confiando en mí y siguen viniendo a mi estudio.
-Pero ¿cómo fue el traslado de Azul a Tandil?
-Vine un fin de semana a pasear y me enamoré de la ciudad. Además había un gran tatuador que fue un referente para mí y que se fue a vivir a Europa así que, de algún modo, me dejó el campo libre. Azul es un lugar muy pequeño para trabajar porque la comunidad es más cerrada, te ven con un tatuaje y lo asocian con las drogas.
Tandil era un terreno muy grande, con muchas posibilidades y con personas que se recambian sobre todo por la Universidad; en Azul no sucede esto, hay niños o viejos porque los jóvenes se ven. Entonces más allá del arte, yo tenía que buscar la veta económica porque vivo por y para esto. Hace 14 años que estoy en la ciudad, en la misma galería y eso quiere decir mucho.
Llegar podés llegar, pero lo difícil es mantenerse. Yo no soy un gran dibujante, por eso me tengo que esforzar día a día para lo que hago y en mis tiempos libres me pongo a dibujar, pero esto es lo que a mí me gusta. Mi cabeza se mete ahí y me olvido de todo; por eso tuve épocas en las que no tatué porque no estaba bien emocionalmente y eso se refleja en el trabajo.
-¿Por qué los tatuajes y no otra rama relacionada con el dibujo?
-Pude viajar, tener referentes de artistas como Caravaggio, Miguel Angel, me gusta la arquitectura y su referente Salomone. Eso fue lo que me atrapó, pero luego comencé a llevarlo a la piel, salvando las distancias. Me parecía genial poder inmortalizar un trabajo mío, yo no iba a ser arquitecto porque no quería edificar un edificio; sin embargo poder grabarle algo en la piel a una persona y que se lo lleve hasta la tumba es magnífico. Entonces me pareció un desafío y eso me gusta porque la adrenalina te mantiene arriba.
En primera medida hay que tener un conocimiento por lo menos básico de dibujo porque no es sólo calcar y tatuarlo, si se te borra qué haces. Por eso necesitás ser seguro de vos mismo y en mi caso lo que veo que es imposible para mí, lo derivo.
-¿Qué implica ser tatuador hoy?
-Debo usar muchos materiales de enfermería como antisépticos y por eso la necesidad de tener un conocimiento. Tuve la suerte de trabajar en Noruega, España y distintos lugares, pero no es porque soy el mejor sino porque tenés que cumplir un montón de requisitos como tatuador y artista para poder lograrlo. No alcanza solamente con dibujar y tatuar bien sino que tenés que ser buena persona y ser honesto. A mí me llevan del otro lado del continente donde me dan una casa, manejo tres locales y no me lo dan por bonito sino que es el sacrificio que ven, por lo tanto trato día a día de esforzarme.
Yo no sé qué haría si no hiciera esto porque es lo que me gusta. Soy un afortunado de poder hacerlo, lo cuido y lo valoro; por eso es necesario respetar a la gente. Además soy muy tranquilo para trabajar y hay trabajos que me llevan años porque para que quede buenísimo tiene que tener los detalles necesarios.
También es real que la gente es la que se encarga de ver un trabajo u otro y elige lo que quiere. Cada artista sabe lo que hace, no me comparo con otros porque cada uno tiene su manera de trabajar y yo no soy quién para juzgar a nadie. Lo que tienen que saber es que en un estudio no sólo pagás el tatuaje sino 20 años de conocimiento, estudio, de un local higiénico; y por eso se lo hace quien se lo merece. Hay personas que no les importa y está bien, lo respeto pero es la decisión de cada uno.
Eso sumado a que el arte está subestimado y tal vez se paga determinado valor por un celular pero no por un tatuaje; pero el trabajo lo vale y el que lo siente, lo sabe.
Algunas personas vienen a hablar mal de otros pero yo no les doy cabida. Por ejemplo Cali es otro tatuador, tiene su estudio en la otra cuadra, es mi amigo, un gran artista, un muy buen profesional y yo lo recomiendo. Viajamos y vamos a las convenciones juntos, pero sin embargo algunos quieren sembrar una semilla fea. Acá no sucede, ésta es mi burbuja hermética.
-¿Qué piden los clientes? ¿Por qué se tatúan?
-Hay muchos que lo hacen por moda. Por supuesto que yo no soy nadie para decirte algo si te lo hacés por moda, yo lo que puedo hacer es aconsejarte que es para toda la vida y pensar dónde se lo va a hacer. Si viene un chico a pedirme que le haga una estrella en la frente no se lo hago, pero es por algo lógico y ético.
Algunas veces llegué a hacerle pensar al cliente que no se tenía que tatuar y perdí el trabajo, a pesar de que vaya en contra de mi economía. Pero si pienso esto sólo como un negocio, abro algo que se directamente comercial. Esto lo quiero mantener así; por eso trabajo sólo con la ayuda de mi hijo de 15 años.
-¿Futuro tatuador?
-Y… le gusta mucho. Igualmente yo quiero que estudie. Tengo tres hijos y a todos les digo lo mismo porque la educación es lo único que les voy a dejar. Mi viejo me enseñó y me formó para que yo pueda dejar las cosas así y lo mismo quiero para mis hijos.
Yo podría poner a otra persona a tatuar pero es una responsabilidad y realmente prefiero estar con mi hijo que me ayuda. Esto es un estudio familiar, eso es lo que le da el ímpetu y es lo que busco, por eso no lo oculto. Cuando vienen menores, además de que necesitan una autorización, les sugiero que vengan con sus padres para que yo le explique cómo funciona y qué medidas de higiene tenemos.
-¿Cómo es el proceso cuando llega un cliente a hacerse un tatuaje?
-No es fácil, porque yo no tengo que convencer a nadie sino que tenés que venir convencido y muchos vienen diciéndome que se quieren tatuar, pero no saben qué. Hay que tratar de asesorar a las personas, de ayudarlas, encaminarlas, hacerles entender que es para siempre y que no hay vuelta atrás. Por lo tanto tenés que estar muy seguro y algunos no toman conciencia de eso.
Yo particularmente hago trabajos en realismo a color, entonces les pido que me cuenten de ellos o qué quieren contar en tu tatuaje. Uno se puede tatuar sólo para decorar y en ese caso se hacen tribales o trabajos abstractos que no tienen un significado representativo de algo en específico a la vista del resto. Luego están los trabajos que cuentan lo que uno quiere, ve o hace; por eso yo me involucro a preparar un diseño porque no es sólo el momento de armar los insumos y tatuar.
En un principio, la persona viene con una idea que amasamos juntos ya que ellos son la cabeza y yo soy la extensión en las manos. Luego te hago volver para que veas un boceto y juntos hacemos el diseño. Por eso me acostumbré a trabajar, mi estilo es free hand (mano libre) pero no quiere decir que hago lo que quiero, sino que lo que la persona me permite que esté pautado dentro del diseño, lo dibujo a mano alzada con una birome en la piel. Esto se hace porque dibujar sobre un papel que es plano, liso, blanco y abstracto no es lo mismo que sobre la piel y menos sobre el lugar específico donde se va a hacer el dibujo.
-Por ultimo… ¿Por qué el nombre del estudio?
-Hace 20 años era un pibe rebelde y qué mejor referente que Jim Morrison, ya que sus letras y su rebeldía me representaron en ese momento de mi vida. Cuando me vine a vivir a Tandil me empezaron a decir “Morris” al igual que en España, así que es como un sobrenombre artístico y a mí me divierte.
En un momento se lo quise cambiar porque yo soy muy nacionalista, pero la esencia del inicio estaba reflejado en el nombre y además ya me conocen mucho por ese nombre. Entonces le dejé MTS (Morrison Tatto Studio) y al próximo que abra le pondré Mi Tierra Santa.
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