Emanuel Ginóbili, la imagen con afecto y respeto de todos
Por Eduardo Aldasoro
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Apreciar atributos en la derrota se facilita cuando no se es fanático. Se respeta un liderazgo en básquetbol que acaso en el fútbol que apasiona se reprocharía. Emanuel Ginóbili vio a un compañero amagando ensuciar un partido virtualmente imposible de ganar y, lejos de sumársele, lo instó a dejar la bravata y perder con la frente en alto.
Un hombre que ha aunado talento, esfuerzo y caballerosidad cayó ante Estados Unidos. Ginóbili dijo adiós con los mejores de testigo, un final a su altura. “Manu” estaba perdiendo. El exitismo, destructor de la razón, podría haberlo llevado a vender cara la derrota, a arruinar el festejo de Estados Unidos.
Acostumbrado a las victorias (fue cuatro veces campeón de la NBA y oro olímpico 2004 entre muchos otros títulos), aceptó irse de la selección argentina con un revés deportivo. Su imagen del final del partido, con abrazos de afecto y respeto de compañeros y rivales, es una postal de triunfo vital, perenne. Un deportista de elevado espíritu olímpico nos enseña a quienes trazamos gruesas y desprolijas rayas a distinguir vencedores y vencidos, que la mano puede ser distinta. Y que hay premios más allá de las estadísticas.
El respeto olímpico, la mejor medalla de oro. Los integrantes de la generación dorada jugaron su último partido (a excepción de algunos) en la selección. Desde sus inicios, en 1999 hasta hoy, los integrantes de esa camada hicieron popular un deporte que en Argentina no lo era. Estuvieron casi siempre entre los cuatro mejores de cada torneo, cuando antes no se iba más allá del octavo. Fueron los primeros en ganarle a un equipo integrado por jugadores de la NBA, y lo hicieron dos veces. Y si existe una justicia poética, es que estos gigantes del básquetbol argentino jugaron su último encuentro contra Estados Unidos. Bastó ver el respeto de los ganadores hacia los nuestros y en especial hacia “Manu” Ginóbili, saludado por cada uno de sus adversarios.
Los argentinos quedaron sin chance de medalla, pero con la frente alta, con el físico al límite, con la dignidad de saberse respetuosos de las convicciones de ir al frente. Siempre. Y los estadounidenses, intentando descifrar por qué tantos argentinos saltaban y gritaban pese a perder en el Arena Carioca I.
Vos sabés bien por qué. Basta ver a Ginóbili para entender que dentro de la cancha hay una rivalidad deportiva que debe ser dirimida. Fuera del terreno de juego están los valores y el respeto, esos pilares que ganan más con la derrota que con el éxito. Sabelo: fuiste un privilegiado al ver al mejor equipo de la historia del deporte argentino.
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