Emiliano Techeiro realizó el ?Arbol de la vida?
-¿Cómo te llegó la pasión por el arte?
-En cuestión de práctica y de pintura comencé hace relativamente poco tiempo, pero en sí está en mi familia desde siempre, por mis abuelos, mis hermanos, que son artistas en distintas disciplinas. Por ejemplo, mis hermanos son músicos, mi papá era artista plástico, mi tía es escritora.
-¿Sos autodidacta o estudiaste?
-Hice la formación básica en algunos institutos de arte, por cuestión de técnica. Estuve en el IPAT y luego me interesé por la cerámica y la vitrofusión y cursé un tiempo. Igual, la cuestión catedrática no me interesa demasiado. Hay cierta parte de conocimiento, por los materiales, pero lo demás, lo hice solo. Igual, hablar de arte en mi casa fue algo común, era cotidiano observar y consumir arte.
-Ahora estás con el ?Arbol de la vida?, ¿cómo surgió este trabajo?
-Vine una vez al Patio de Sarmiento y una de las propietarias me presentó con una señora que se había comprado una casa y precisaba una obra, de manera que empecé a charlar y me contó lo agradecida que estaba con la vida y sacamos el tema del ?Arbol de la vida?, sobre qué significa ser madre y muchas cosas más y así surgió. Me dijo ?te dejo vía libre?, vimos las medidas sobre la importancia de la pared y ¡libertad total!
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Manos a la obra
-Y te decidiste por un collage…
-Sí, la base es en madera, está recubierta en papel y tiene distintos trabajos de lustres, y barniz. Más que nada hay pintura y dibujo.
-¿Cuánto tiempo te tomó este trabajo?
-El tiempo que me tomé yo, porque es una cuestión muy introspectiva, fueron tres meses, pero como le decía a un amigo, podés hacerlo en menos tiempo, aunque éste fue el tiempo que me llevó el autoconocimiento, porque es un proceso muy crítico.
-¿Qué representa este árbol?
-El proceso que me llevó hacerlo fue descubrir y encontrarme con gente que me dio información que me sirvió. Por ejemplo, en un momento me encontré con una amiga que me empezó a hablar de los mandalas y me explicó cómo se conforman. El hecho de diseñarlo y elegir sus colores fue todo un trabajo, que hizo que cuestiones inconscientes pasaran al mundo consciente. Fue curativo. Decidí que esto le daría armonía al lugar donde se iba a ubicar. Así que los frutos de este árbol son mandalas, que generalmente están compuestos por un centro y cuatro puntos cardinales. Además, el árbol responde a un estilo de línea que es muy mío, tan orgánico, que algunos acusan de nouveau, pero que me lleva mucho más allá del garabato. La misma línea me lleva a hacer figuras y por eso, respondo a ello.
-¿Cómo seleccionaste los colores?
-Los colores son siempre elegidos al azar, no responden a ningún tipo de paleta, patrón o algo. Los pongo porque me gustan, son pinturas acrílicas y barnices vitral. Es muy mixta, los colores más vibrantes son acrílicos.
-¿Y cómo fue recibido este trabajo por su legítima dueña?
-Le gustó muchísimo, pero tuvo que esperar su tiempo. En el proceso nunca me llamó para ver, sólo me dijo: hacelo, confío en vos, sé que me va a gustar. Cuando lo vio, me dijo que representaba lo que ella quería.
Creencias personales
-Y para vos, ¿qué te representa esta obra?
-Un montón, el proceso en el cual lo estás haciendo es tan íntimo y tan introspectivo que terminás de entender y formás otras concepciones sobre las cosas. Desde que hice esta obra, miro artistas y no veo lo mismo que antes: si hay equilibrio, la paleta, o esto, o lo otro, o qué tan bien está realizado, sino que estoy más atento a la intención de cada uno. Las obras que trascienden tienen gran carga inconsciente, son las que te movilizan… es la información del artista sobre lo que está haciendo.
-¿Dolió desprenderse de esta obra?
-Fue raro, estoy en crisis de desarraigo. Cuando la terminé, me pregunté qué me había pasado, qué había aprendido. Parado en el taller solo, donde la había pintado, vi un montón de cosas, aprendí mucho sobre conceptos y a mirar las cosas de otro modo y por otro lado, es el desarraigo, de cuando un proceso extenso e intensivo se termina. Es como dejar un hijo. Eso sí, tengo que agradecerle a Fermín Kolor que me prestó su lugar todo este tiempo y no me reclamó que estaba todo el día allí. Lo bueno es que pudimos trabajar juntos en otros proyectos, donde hubo una fusión e integración.
-Ahora, ¿cómo sigue?
-Se trata de seguir creando y buscando mi misión en el mundo, porque cada cosa que hago, me habla más de mí. Estoy muy conforme con el trabajo que estoy haciendo.
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