En medio de un escándalo, vuelve a frustrarse el juicio por el caso formol
El escandaloso caso ventilado en 2007 tuvo consecuencias políticas, valiendo alejamientos de la cúpula del centro asistencial de aquel entonces (José Luis Lavaroni y Oscar García Allende, directores administrativo y médico, respectivamente). Administrativamente, en el fuero Civil la comuna hizo un resarcimiento económico por la mala praxis sufrida por Roberto Rojo.
Era el turno de la faz penal. Era, como otras tantas (la tercera), puesto que la estrategia defensista del médico imputado de “Lesiones culposas” fue dilatar la audiencia por razones que la razón del común de los mortales no entendería. Recursos tras recursos, planteos de nulidad, etcétera (ver aparte), hicieron que la causa se extendiera más de la cuenta, dejando la sensación que cuando tarda tanto en hacerse justicia, no hay justicia.
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Estos últimos no estaban con la misma expectativa, más bien todo lo contrario. Instantes antes habían presentado una nueva nulidad por el proceso en cuestión, adelantando que no iban a ingresar a la sala y, consecuentemente, que no participarían del juicio pautado.
La “maniobra” defensista descolocó a las autoridades judiciales que vienen soportando desplante tras desplante por excusas varias. Esta vez no se iba a aceptar estrategia alguna y no se hizo lugar al nuevo planteo, transformando el pasillo de la sede judicial en un escenario con ribetes escandalosos, entre improperios de parte del letrado para con los funcionarios judiciales del correccional.
Se presenció, por caso, un fuerte cruce entre el secretario del juez y el letrado, quien insistía en nulidades escandalosas e inconcebibles, a lo que con paciencia el funcionario intentaba responder como así de persuadirlo de cambiar de tesitura. En medio de la resistencia, el abogado diría que no habían sido notificados como correspondía -en su domicilio- de la decisión tomada, por lo que no iban a hacer caso a lo que se decidiera.
Nada de eso pasaría. Mientras en las oficinas del juzgado el magistrado resolvía dar comienzo a la audiencia, Gómez le proponía a su pupilo Rossi el retirarse del lugar, sin más. Todo frente a la mirada de los Rojo, quienes no entendían los vericuetos judiciales y mucho menos la reticencia de la defensa para realizar un juicio en el que se buscará definir qué ocurrió en el quirófano y qué responsabilidad penal le cabe al profesional.
Apenas unos minutos pasaron para que otra secretaria del juzgado saliera a la puerta del edificio y preguntara a viva voz por Rossi. El médico no estaba…
Con cierta pavura, el resto de actores judiciales que casualmente se anoticiaba del escándalo, como la propia familia Rojo, veían correr las horas al aguardo de alguna definición. Quedaba esperar que Rossi fuera traído, detenido por la policía, para intentar comenzar con el juicio que nunca empezaría.
Ya pasado el mediodía (el debate había sido pautado para las 9), más precisamente 13.30, tomado conocimiento que lo estaban buscando -los medios ya habían transmitido la decisión judicial- se apersonó en soledad en el juzgado y mantuvo un encuentro con los funcionarios judiciales. Allí el médico explicó que se había retirado por consejo de su abogado y que frente a su desconocimiento de la gravedad del caso, lo único que hizo fue obedecer lo que su letrado le decía.
Bajo esas circunstancias y entendiendo que el encausado no tiene antecedentes penales, el juez aceptó suspender nuevamente la audiencia dado que Rossi estaba sin defensa. Presuntamente, el doctor Gómez había retornado a su ciudad natal, dando claras señales de que no estaba en su imaginación que el debate se realice.
Pocorena, consecuentemente, dispuso de un nuevo plazo (tres días) para que el acusado encuentre un nuevo abogado, y de lo contrario se dispondrá un defensor oficial. Para dicho cambio, igualmente se deberá dar un tiempo más para que el nuevo defensor se haga de la causa y se sustancie de qué se trata la imputación como las circunstancias en que ha quedado el anestesista, para una causa que nació como un affaire en el Hospital por una denuncia de mala praxis y derivó en un escándalo político. La esfera penal parece haber transitado por los mismos carriles y su desenlace no escaparía a la regla. u
El juicio de nunca empezar
En agosto del año pasado se había suspendido ya la audiencia fijada, cuando el juez aceptó el pedido del anestesista, que no podía concurrir por tener que estar de viaje producto de su profesión.
Para el 30 de noviembre, en consecuencia, el magistrado fijó la nueva cita, pero el 17 la defensa reiteró el pedido de suspensión a prueba. Allí Pocorena rechazó el planteo por extemporáneo. Se recurrió a la Cámara, que confirmaría la resolución judicial.
El letrado del profesional presentaría nuevamente la suspensión a prueba y otra vez el juez lo rechazaría al no existir ofrecimiento de reparación del daño, como así también la situación de inhabilitación planteada en el expediente.
La defensa apelaría otra vez, hasta que la Cámara azuleña ratificara el fallo en el mes de mayo.
No conforme, el doctor Gómez presentó en Casación un recurso de queja, lo que no impidió que el magistrado fijara nueva fecha de audiencia, precisamente ayer.
Para sorpresa de los actores judiciales, el día anterior el letrado presentaba nuevamente el pedido de suspensión de juicio, entendiendo que estaba pendiente de resolución aquel recurso de queja.
En medio de la discusión (desde el Juzgado se entendía que no era pertinente según el código y la jurisprudencia), el “rebelde” abogado presentaría nueva nulidades, que fueron desestimadas por el juez.
Sin más, el letrado y su pupilo se irían, generando un desplante impensado que sorprendió a todos.
Cabe señalar que el caso data de febrero de 2007, es decir, hace más de cinco años, y el juicio intenta dilucidar posibles responsabilidades del anestesista en la práctica donde Rojo recibió formol en vez de anestesia, según firmó el propio profesional en un parte que consta en la misma causa.
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