Esperando el debate
Se fueron otros siete días y se palpita el cierre de año con una agenda comunal copada por el debate presupuestario que se presume cocinado ante la mayoría oficialista dispuesta a levantar la mano en próxima sesión, para que el lunghismo transite el 2013 con relativa comodidad económica si se tiene en cuenta el notable incremento de tasas impulsado.
Mientras que más allá de las fronteras serranas desde la Casa Rosada se despide el año con ningún frente de conflicto por abrir (que la Iglesia, el campo, la Justicia, los Gendarmes, Clarín y el mismísimo Moyano), en calle Belgrano están dispuestos a soportar el chubasco que representa el antipático incremento de los tributos municipales.
Hasta aquí, vale aclararlo, pocas han sido las reacciones ante semejante impuestazo. Apenas una timorata reacción de la Cámara Empresaria, quien obligada por representar a quien representa ensayó una crítica que se esfumó con una entrevista con el mismísimo Lunghi, que tuvo la “generosidad” de brindarles un “gesto interesante” según propios dichos del presidente de la entidad.
Pues bien, el gesto alcanza a los 100 mil pesos para un presupuesto de 400 millones. Detenerse en el número da risa, y las explicaciones del gesto, carcajadas.
Está más que claro que si de alguien no debe esperarse mayor contrariedad al paso lunghista es precisamente de la Cámara Empresaria, un socio estratégico en el entretejido del poder serrano que ha permitido, por caso, mantener el status quo de la Usina, que de popular y municipal tiene poco y nada, a la hora de su prometida diversificación del objeto social. Hasta aquí, la Usicom ha servido para pavimentar calles de frentistas con capacidad de pago y la promocionada intervención en las telecomunicaciones se ha quedado con el tibio lanzamiento de telefonía celular que al parecer ni usan los propios mentores.
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A la fecha se han dado apenas algunas declaraciones mediáticas aisladas de ediles que redundaron precisamente en el excesivo incremento, pero ninguno se detuvo en debatir ya no sólo el valor, sino en el servicio que se presta desde la comuna y si dicho servicio justifica semejante incremento.
Desde la asunción del lunghismo al poder comunal el presupuesto se fue incrementando de manera exorbitante y la pregunta es si el municipio ha cambiado mucho respecto del 2003 a la fecha.
Sin dudas ha mutado en la cantidad de agentes incorporados a la planta de personal. ¿Pero se brindan mejores servicios?
El radicalismo asentirá convencido y tendrá sus explicaciones. Hablará de un estado presente, poniendo el acento en lo invertido, principalmente en materia de salud.
Pero hay otras miradas que bien pueden exponerse en la mesa de discusión, por caso cómo puede ser que se incrementen las tasas año a año y la demanda ciudadana persiste en las mismas problemáticas. Con relativas variaciones, el vecino denota (así lo expresan las encuestas) que el servicio de recolección es cada vez más deficitario, que el transporte público no goza de buena salud y que siempre se está detrás del bache porque los planes de pavimentación y repavimentación no alcanzan.
También es real que, obligado por las circunstancias, la gestión parece ahora sí interesada en invertir en cuestiones que hasta ayer obvió. Léase el transporte escolar, la seguridad y el déficit habitacional. Habrá que analizar con mayor detenimiento si dichos asuntos en verdad son tenidos en cuenta a la hora de la distribución de los fondos previstos en el presupuesto por votar.
El radicalismo ya tiró la pelota y asumirá a su manera el costo del antipático ejercicio proyectado. Ahora el balón quedó del otro lado de la cancha. El desafío lo tiene la oposición a la hora no sólo de rechazar por el simple rol de opositor, sino de presentar su mirada crítica constructiva y por qué no otra alternativa de cómo administrar un municipio como el de Tandil.
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