Hacer la plancha
La caída en la Davis le descorrió el velo a las miserias que anidaban en el seno del ¿equipo? argentino y dio inicio a una semana a puro pase de factura, en la que el tandilense Juan Martín Del Potro pagó de lo lindo.
La Tandilia y sus encantos quedaron opacadas ante tamaña frustración de los aficionados al tenis y de los que se subieron al carro cuando obtener la Ensaladera de Plata parecía un mero trámite.
Una vez más, al exitismo nacional lo sucedió un irrefrenable impulso por destruir todo lo que no le sea funcional. En apenas tres días, la moneda mostró sus dos caras. Una tan patética como la otra.
Pero yendo de lleno a la actualidad vernácula, si de política se trata, fue otra crisis, mucho más profunda e importante que la desatada por los premios por la Copa, la que copó la agenda de la clase dirigente. Nuevamente políticos, empresarios y gremios, en un ámbito comiteríl, se lamieron las heridas relevando lo que ya resulta un dato incontrastable, que de acuerdo a todos los cálculos se agravará con el correr de los meses.
Como no podía ser de otra manera, en el medio de la compleja situación social, que mantiene en total incertidumbre a cientos de hogares del pago chico, la política partidaria ?de la chiquita, claro- metió la cola. Y en el juego de las intrigas, la oposición volvió a apuntarle al oficialismo por su falta de acción y reacción ante el fenómeno de marras.
El Gobierno L casi ni se inmutó, igual que al anunciar un aumento de tasas, y contraatacó responsabilizando a la Provincia de sus padeceres. Hasta acá, nada nuevo en la materia.
Como nada nuevo aportó el embalaje final por el control del PJ. Rubén Sentís y Raúl Escudero se masacraron dialécticamente en cada medio que les dio espacio. La figura elegida por el presidente partidario, esa que apunta a ?los mariscales de la derrota?, parece caerle al dedillo al conjunto del justicialismo lugareño, sumido en otra crisis ?una más para esta nota-, de la que intentará comenzar a salir a partir de las urnas de hoy y los gestos de mañana. La tarea, se sabe, remite casi a una utopía.
Ante este febril panorama, en la vereda de enfrente, como en la gráfica de la semana, el Intendente aprovecha para disimular su costado flaco. Y toma aire.
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