Hay gran preocupación por el asesinato de gatos con un arma al lado de Escuela 11
Hace un par de semanas que la calma que tenía una familia que vive en Machado 672 se quebró, ante la presencia de una persona desconocida que con un rifle de aire comprimido asesinó a dos de sus gatos e hirió a dos más. Además del daño ocasionado a sus mascotas, que son parte del hogar, temen por su integridad física y sobre todo la de sus pequeños hijos, que desde que comenzó todo el problema no pueden salir tranquilos al patio.
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En el transcurso de 10 días, de los seis gatos que tenían, dos fueron asesinados y dos quedaron heridos.
Marcela Zubeldía contó que el primer hecho ocurrió hace dos semanas atrás, una tarde de domingo cuando se encontraba tomando mate con una amiga y repentinamente escucharon un ruido arriba del techo. “Pensamos que eran los gatos que estaban bajando, entonces no le dimos mucha importancia. Pero al rato, cuando uno de los gatitos entró, vimos que estaba sangrando bastante y no sabíamos qué le había pasado”, relató.
Cuando lo miraron con detenimiento, percibieron que tenía “una herida bien redondita”, entonces pensaron que podía ser un balín. Lo llevaron al veterinario que le hizo una placa y vio que tenía un balín alojado en la panza, debajo de las costillas.
Al asesorarse, supieron que no se trataba de un proyectil común, sino que estaban ante la presencia de “un balín especial, que solo se dispara con pistolas de gas comprimido, no es el aire comprimido común que se usa para cazar” e indicó que ese tipo de arma “solo la pueden manejar ciertas personas. No sé si deben tener algún permiso en especial para poder tenerlas. El veterinario nos dijo que si esto pega a 20 metros, puede matar”.
Dos días más tarde, le dispararon a otro de los gatos, el más chiquito que tenían, de tan sólo 9 meses.
Parte de la familia
Su marido, Mario Caramelli, contó que “uno de los gatos murió y otro lo tuvimos que sacrificar porque estaba muy comprometido. Dos están heridos, medianamente bien, pero uno tiene dos balines adentro y a la otra, teóricamente, le rebotó. El veterinario vio que tenía la marca pero no el orificio”.
Marcela Zubeldía explicó que el primer gato herido murió una semana después. “Vimos sus últimos minutos. Fue horrible. Ya no aguantó más. Y al segundo le dejó de funcionar la vejiga. Tenía dos disparos también, uno en una de las vértebras que lo dejó parapléjico. Pasó una semana y no mejoró. Hubo que sacrificarlo”.
El tercer gato herido fue cuatro días después y el último a los tres días, que fue el miércoles pasado.
Caramelli remarcó que “más allá de los animales, que son parte de nuestra familia, este señor que está disparando tiene una locura importante porque estamos al lado de una escuela, la Primaria 11. Como le dispara a los gatos, le puede disparar a una persona. Podemos salir al patio y puede dispararnos a nosotros”.
“Nadie nos respalda”
Afirmó que realizaron las dos denuncias en la comisaría pero que sienten que “nadie nos respalda, porque vino la policía y si bien nos tomaron la denuncia, ellos aseguran que no pueden hacer nada. Me dijeron: ‘Si vos no tenés ninguna prueba fehaciente, no podemos hacer nada’, y yo le respondí que ‘cuando yo tenga una prueba fehaciente me vas a llevar preso a mí porque lo voy a matar al tipo’”.
“Vinieron a hacer un relevamiento y le preguntaron a mi vecino de la derecha y de la izquierda, pero tenemos fondo con más casas de 9 de Julio. No podemos sospechar de nadie, realmente, porque no vimos nada, pero tenemos cuatro fondos, así que sospechamos de los cuatro”, confió.
Su esposa lamentó que “lo más raro es que nunca nadie vino a quejarse de los gatos. Si alguien viene y me dice ‘tus gatos me están molestando’, no tengo ningún problema de hacer algo. No quiero molestar a los vecinos con mis mascotas. Yo me hago cargo, pero nadie vino a decirnos nada”.
“Es indignante”
Mario Caramelli expuso que hace dos años que viven en el barrio y nunca tuvieron ningún problema. “Hemos vivido casi en medio Tandil, siempre hemos tenido gatos y es la primera vez que nos pasa algo así. Es indignante”, manifestó.
“Más allá de los animales, estamos las personas que vivimos acá y los nenes que van a la escuela de por medio. Todo mi patio da al de la Escuela 11, y si le pega a un animal, puede tranquilamente pegarle a una criatura. Son nenes chiquitos, al igual que los animales, no se pueden defender”, expresó Marcela Zubeldía.
Y subrayó que “nosotros tenemos un negocio y no somos conflictivos, ni tenemos problemas con nadie”.
“Esto mata”
Su esposo destacó el hecho de que el tipo de balín no se dispara con un aire comprimido común y que al ser un gas comprimido la persona “le da la fuerza que quiere” y es “lo mismo que te disparen con un arma calibre 22. Esto mata, sea a una persona, un gato o lo que sea”.
“Qué pasa si el tipo le está apuntando al gato y justo sale uno de mis hijos y le pega”, se preguntó.
Y contó que cuando le dispararon al tercer gato la policía vino a hacer un relevamiento y estuvieron observando el patio y los alrededores. Cinco minutos después de que los uniformados se fueron, su hijo vio que uno de los gatos estaba sangrando.
“Tenía un orificio en el cuello, y le habían disparado. Esta persona nos está mirando permanentemente, a los cinco minutos que se fue la policía le disparó. Un día se le raya la cabeza y en vez de dispararle al gato, le va a disparar a un chico. Es un peligro”, advirtió.
Y sostuvo que “es indignante que cuando son animales, nadie te ayuda. Nos dijeron que la Ley Sarmiento ampara al animal y está vigente, pedimos que se cumpla. Los que nos tienen que cuidar no están haciendo nada, hicimos dos denuncias y no tenemos respuestas”.
Asimismo, fustigó que “la gente de balística se nos rió en la cara. Me dijeron que no pueden hacer nada porque es un aire comprimido. Es decir, que lo puede comprar o usar cualquiera. Un chico de la Policía Local nos dijo que hay un local en Tandil que vende una réplica de 9 milímetros con gas comprimido, que mata igual que el arma que usa la policía. Y al ser aire comprimido es venta libre. Eso es un desastre”.
La mujer admitió que ahora tratan de que los gatos que sobrevivieron no salgan a su propio patio, por temor de que se los maten. Pero tampoco tienen seguridad para utilizarlo ellos. “Quiero poder salir tranquila a mi patio. Yo salgo con miedo. Cada vez que voy a tender la ropa miro para todos lados, nunca me pasó esto. No se puede vivir así”, afirmó.
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