Héctor Olivera en busca de una locación para su próximo filme
El realizador comenzó contando a “No hay dos sin tres” que “He visitado muchas veces en los últimos tiempos esta ciudad porque tenía un proyecto de una película en coproducción con Estados Unidos, muy grande y costosa pero se cayó en 2008. Sin embargo siempre quedó la idea de filmar por esta zona. Como productor de Adolfo Aristarain hicimos hace muchos años en una cantera “Tiempo de revancha”, uno de los grandes clásicos del cine nacional. Después, recuerdo que con Tito Cossa tuvimos la idea de filmar una historia de la época de los picapedreros, los montenegrinos en coproducción con España, pero estaba muy difícil porque las películas históricas no interesaban en ese momento. Pero siempre quedó la idea de filmar acá y estuve pensando en una película de amor y aventuras pero como fondo de la conquista del siglo XIX.
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-De modo que siempre tuvo presente a la ciudad.
-Claro. La película la estuve preparando por el lado de la cordillera y después pensé en muchos motivos en Tandil, por sus sierras, entre otras bellezas naturales. Y sería un lugar adecuado. Por supuesto, estamos viendo en una primera tentativa, ya que es una película muy complicada que hay que prepararla con un año de preproducción.
-¿Ha estado muchas veces en Tandil?
-Sí, he venido a estrenos de películas años atrás, con Luis Sandrini, “El profesor hippie”, por ejemplo. Son muchos años de cine, de mi productora sesenta años, y diez más cuando empecé como ayudante del ayudante a trabajar a los 16 en cine.
“El gordo” Soriano
-En la ciudad vivió durante mucho tiempo Osvaldo Soriano de quien usted hizo un par de películas. ¿Cómo fue trabajar con él?
-Lo quería mucho. Fue una enorme pérdida su muerte. Lo contacté telefónicamente cuando el vivía en París y le dije que quería hacer la película de su novela No habrá más penas ni olvidos. Me dijo que sí: “el director de la Patagonia Rebelde, como no”. Le pregunté si vendría a Buenos Aires para trabajar en la actuación. Me dijo que no y en una segunda conversación le propuse el nombre de Roberto “Tito” Cossa y dijo que “era amigo y que además lo iba a hacer muy bien”. Y efectivamente con “Tito” Cossa trabajamos la adaptación de la novela de Soriano y éste quedó muy contento con la película. Cuando se estrenó ya estaba por acá y después nos hicimos muy amigos y a medida que iban saliendo los libros de él, decía “¡que lástima que esto ocurre en Africa”, no es para un productor argentino, por ejemplo A sus plantas rendido un león y otros libros fascinantes para películas, pero era imposible para un director argentino. En cambio cuando salió Una sombra ya pronto serás, una película de la pampa argentina, con muchos personajes que no sabían muy bien a donde iban, estuve como dos años tratando de hacerla con producción internacional y finalmente conseguí un gran apoyo del Instituto Nacional del Cine y la película se hizo. Fue una experiencia lindísima. Con Osvaldo charlábamos acerca de si Gardel había nacido en Argentina o Uruguay, si la Primera Junta de Gobierno tal o tal cosa… Fue uno de mis amigos más queridos y lamenté mucho su muerte tan temprana.
-En Argentina hay buenos actores, buenos libros. ¿Es difícil producir en el país? ¿Pasa mucho por el lado de la financiación?
-El público argentino de entre más de 200 películas que se estrenaron el año pasado vio doce o catorce. Las que son más fáciles de filmar son aquellas que tienen a un Ricardo Darín o a un Guillermo Francella, o al mismo Adrián Suar que produce sus propias películas. Y una sola excepción fue Gilda con Natalia Oreiro. No hay tantas estrellas como cuando yo empecé a filmar. Entonces había quince grandes nombres de mujeres y varones, por lo menos. Ellos solos encabezaban elencos que llevaban público a las salas. Hoy en día es muy peligroso porque los costos son muy grandes y nadie garantiza nada. Nosotros hemos hecho películas clásicas desde El Jefe, la primera en blanco y negro que dirigió mi socio Fernando Ayala, hasta otra que dirigió Adolfo Aristarain o yo y me refiero a Plata dulce, Patagonia rebelde y muchas más que fueron muy importantes en su momento y hoy es muy difícil porque había un público que iba al cine argentino no a decir ya cumplí con la patria y era la de Darín del año y después no había nada más. Y también es muy difícil convencer a los dueños o programadores de las multipantallas de que arriesguen. Hoy quieren ir sobre seguro y son, como le dije, muy pocas películas al año. Otra cosa son los altos costos de estos momentos y la política del Incaa debe ser muy prudente en su inversión de películas nacionales, pero en fin, tengo la ilusión de concretar esta que tiene de fondo la conquista del desierto sobre la que no se ha hecho mucho, Historia del guerrero y la cautiva”, el cuento de Borges. Esta tendría que ser una película épica y muy grande con la que me despidiría como director, ya que es hora que deje lugar a los demás. Aunque vamos a hablar claro, no es que haya un cine argentino que no permite que ingresen nuevos directores; por el contrario, todos los años ingresa un centenar y hay decenas que hacen su segunda película que es la última, porque es difícil salir de un pequeño cine y pasar a un cine industrial grande que es el que he hecho toda mi vida y que llega a un público masivo.
Es una tarea muy difícil pero hay que acometerla.
Sobre el cineasta
Es uno de los productores, guionistas y directores de cine argentino, más reconocidos de su generación en particular y del cine argentino en general. Estudió primero en el Liceo Militar, hasta que a los catorce años fue llevado por su madre a Estudios Baires. A los dieciséis años comenzó su carrera como segundo ayudante de dirección en La gran tentación, película en la que trabajaban Carlos Cores y Elisa Christian Galvé, entre otros.
En 1950 empezó a trabajar con Eduardo Bedoya en Artistas Argentinos Asociados en la parte de producción. Junto a directores como Mario Soffici, Tulio Demicheli, Carlos Rinaldi y Luis César Amadori fue aprendiendo sobre cine, lo que posibilitó su ascenso a productor ejecutivo independiente. Con Fernando Ayala crea la productora Aries Cinematográfica Argentina. Olivera se ocupó de la producción y Ayala de la dirección. Comienzan a trabajar en 1958 con la filmación de El Jefe, siendo Olivera coproductor.
Tras varias películas en las que ocupaba cargos de producción y que fueron dirigidas por Ayala, entre ellas la célebre Paula cautiva, se inicia en la dirección con un filme menor, Psexoanálisis. Tras varios largometrajes, comienzan sus obras cumbres con La Patagonia rebelde (basada en un libro de Osvaldo Bayer sobre los sucesos de la Patagonia trágica de 1921) y El muerto. También comienza a acentuarse la censura, sobre todo durante la época en que Miguel Paulino Tato fue censor del gobierno peronista de María Estela Martínez.
Luego llegarían La Noche de los Lápices, otra obra de calidad; El caso María Soledad, sobre el asesinato de María Soledad Morales, y Una sombra ya pronto serás ganadora de 5 premios Cóndor de Plata y basada en la novela homónima de Osvaldo Soriano. A Antigua vida mía, basada en la novela de Marcela Serrano, le sigue Ay, Juancito (2004), centrada en la figura de Juan Duarte, el hermano de Evita, esposa de Juan Domingo Perón. Esta película obtuvo dos premios Cóndor de Plata al Mejor Actor Novela (Adrián Navarro) y Mejor Vestuario (Horace Lannes) y fue premiada en el Festival Internacional de Cine de El Cairo.
En televisión produjo entre 1994 y 1998 por Canal 13: Nueve lunas, De poeta y de loco, Archivo negro y Laura y Zoe. Volvió en el 2012 con La defensora, por la TV Pública.
En 1996 recibió el premio Cóndor de Plata a la trayectoria que entrega la Asociación de Cronistas Cinematográficos de la Argentina. En 2001 recibió el Premio Konex – Diploma al Mérito por su trayectoria como productor en la última década.
En el año 2013 fue declarado personalidad destacada de la Cultura de la Ciudad de Buenos Aires.
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