La eliminación del cepo y de parte de las retenciones sólo compraron tiempo para el campo
El comportamiento de la política económica argentina es tristemente predecible. El pasado 18 de abril de 2015 en un artículo publicado en Clarín Rural, sostenía, “En este contexto la eliminación de las retenciones vendría por agotamiento de las rentas del sector agropecuario y no como un logro de política económica saludable”.
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Lamentablemente así fue. El 11 de diciembre de 2015 el nuevo gobierno, anunció con bombos y platillos la eliminación de las retenciones a las economías regionales, al trigo, maíz, carne y girasol y la paulatina reducción de las retenciones a la soja.
Este anuncio vino de la mano de la tan esperada liberación del cepo cambiario y la restitución del mercado único de cambios, dando por terminado el problema de los tipos de cambio múltiples y el bajo nivel del dólar de liquidación de nuestras exportaciones agropecuarias.
Sin embargo, no todo lo que reluce siempre es oro. La devaluación inicial del 40% sumada a la eliminación y reducción de las retenciones en algunos casos, dio algo de aire al sector agropecuario que concurrió al mercado de cambios a liquidar saldos exportables acopiados con rentabilidad negativa en el pasado.
Si bien, hoy, el sector agropecuario recuperó algo de rentabilidad, el escenario de los próximos meses presenta algunos nubarrones que podrían licuar la rentabilidad del sector en un plazo que va desde los seis meses hasta el año.
El argumento que sustenta esta afirmación es el siguiente. Desde marzo de 2014 hasta la fecha los precios internacionales de la mayoría de los commodities han estado bajando respondiendo a un patrón cíclico en los flujos de capitales mundiales hacia las economías emergentes. Entre marzo de 2014 y enero de 2016 la soja cayó un 43%, el maíz un 30%, el trigo un 45% y el petróleo un 63%.
La reciente noticia de suba de tasas de interés de Estados Unidos apunta a que este proceso, liderado por el precio del petróleo no ha tocado fondo por lo que en el trascurso del año se esperaría una caída adicional, que en el escenario más optimista, será del 10% para cereales y oleaginosas.
La clave para el mantenimiento de la rentabilidad del sector agropecuario radica en que el tipo de cambio real, es decir la capacidad de compra de los productores agropecuarios en relación a sus insumos permanezca al menos como en el presente.
Un factor no menor radica en que si los costos del sector agropecuario suben por encima de la evolución del tipo de cambio y de los precios internacionales, nuevamente el sector enfrentará problemas de rentabilidad.
La clave para que esto no suceda, depende de cual sea el accionar del nuevo gobierno en materia de inflación. Si el nuevo gobierno no logra contener la inflación y esta se ubica en torno al 28% anual, sumado al escenario optimista de caída del 10% de precios internacionales la situación se complicaría para los productores que arriendan campo a partir de junio y para quienes están parados sobre capital fijo hacia fin de año.
Hasta ahora, el gobierno no ha mostrado medidas consistentes en materia de ajuste presupuestario que permita dilucidar que efectivamente piensan atacar la inflación con un plan de ajuste fiscal sostenible. Las medidas parciales de reducción de personal, son solo señales inocuas frente al excesivo gasto público y al escandaloso déficit fiscal que alcanza los 7 u 8 puntos del PBI para fin del año 2015.
Por otro lado, la herramienta de corto plazo que han elegido para contener los precios ha sido el anuncio de un “acuerdo de precios y salarios” dejando en evidencia que poco conocen, o les interesa la verdadera causa de la inflación, que es el elevado gasto público y su mecanismo de financiamiento.
La política de suba de tasas de interés, llevada a cabo por el Banco Central, elevará el costo del financiamiento y por ende los costos agropecuarios obstaculizando aún más el problema de la rentabilidad hacia mitad de año.
El anuncio de un plan de ajuste fiscal serio, consistente y directo es la clave para que la economía pueda sostener la rentabilidad del sector agropecuario. Estos tres primeros meses de gobierno son centrales para realizar el ajuste fiscal. Si el Gobierno de Cambiemos, actúa con poca celeridad la devaluación y el aumento de tasas de interés habrá sido una compra de tiempo innecesaria y cara para quienes producen en Argentina.