La grabadora Vera Rodríguez pasó por el Mumbat
La artista nació en Buenos Aires, egresó de las escuelas nacionales de Bellas Artes Manuel Belgrano, Prilidiano Pueyrredón y Ernesto de La Cárcova, en la especialidad de grabado. Realizó estudios de grabado en el taller de Alicia Scavino.
Algunas de las exposiciones individuales realizadas en el último período son en el Museo de Arte López Claro de la ciudad de Azul, Museo Municipal de Artes Plásticas Dámaso Arce de Olavarría y Centro Cultural San Martín.
La exposición podrá ser visitada hasta hoy de 16 a 20, con entrada gratuita.
-¿Qué se propone ?Con registro vital??
Vera Rodríguez: -Es una serie de grabados, que son aguafuertes y aguatinta. Tiene dos momentos, uno donde trabajo con murallas, donde hay un espacio más cerrado, de alguna manera con ?ausencia de la presencia,? donde hay huellas, surcos. Yo esto lo relaciono con el grabado. Yo he trabajado con el surco de la arena y lo he trasladado al metal.
-¿Cómo se traslada el surco de la arena, tan movedizo a un material tan duro como es el metal?
V.R: -Preparé bateas, que rocié con agua. Empecé a dibujar a la manera que puede dibujar el chico, con el dedo, pero con herramientas incisivas. Como el grabado tiene que ver con el surco, con esto de la incisión, las marcas de los dedos que trabajé en la arena las traspasé al metal. Con un barniz queda liberada la parte donde yo lo voy a colocar en el ácido.
-Esta es la primera parte, más oscura, de las murallas. ¿La segunda cuál es?
V.R: -Es más vital, allí irrumpe el color, es un espacio más abierto, más etéreo y empiezan a aparecer personajes, seres vivos. Es un espacio con más claridad.
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Propuestas de trabajo
-¿El registro de la arena se da en el mar?
V.R: -En un principio comencé en el mar. Incluso hay una serie anterior a ésta donde trabajé con las huellas de los pies. En esta nueva serie hay pececitos. Creo que hay dos momentos en la obra, una más oscura y otra, que se abre a la vida.
-En las reseñas de tu obra dicen que la propuesta está cruzada por la pasión y la libertad. ¿Estás de acuerdo?
V.R: -La libertad es lo que todos los artistas buscamos y yo soy una persona que tiene mucha pasión. Es un oficio que creo que no se le está dando la difusión suficiente y le agradecí a Indiana el espacio que me brindó en el museo.
Indiana Gnocchini: -Es un oficio sumamente difícil, único, que requiere de un proceso, una presencia, una pertenencia al grabado. Todos aquellos que investigan un poco pueden entender lo que significa el proceso hasta llegar a esa imagen o estampa que uno ve en el papel. Ya sea en la chapa, la madera o la resina, hay una idea, una intención y una iniciación que tiene que ser muy clara para poder decir. Hay un juego y una dinámica de línea, de gesto, impronta, acentos, hay mucha fluidez, hay cosas marcadas con una agresión y una distinción y una dirección que a uno lo colocan desde una posición como espectador. La parte vital a uno lo envuelve y le permite fluir junto a la obra. Es muy linda la propuesta.
-¿Cómo podés plasmar en el grabado, que es tan complejo, una idea tan clara, tan expresiva?
V.R: -El grabado lo que tiene es un proceso más indirecto. Lo primero es dibujar. Esto tiene un proceso indirecto. Cuando les hablo a mis alumnos les digo que un surco uno lo hizo en otro momento, en un pupitre para escribir un mensaje de amor en un árbol que deja una huella, es como una cosa primitiva. En el metal tiene un proceso técnico, que es indirecto y hay que esperarlo en el grabado, esto es una prueba de fe. Requiere de un tiempo lento, que no puede dejar de existir.
-¿Cómo fue recibida la propuesta en Tandil?
I.G: -Cuando recibimos la carpeta de Vera decidimos que valía la pena plantear una muestra de grabado. Vamos buscando una dinámica de posibilidades. Es un arte muy rico, fantástico todo lo que se puede ver, es una propuesta profesional, con fuerza y mucha búsqueda. Creemos que la elección fue muy atinada.
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