La Iglesia pide al Gobierno que actúe para “pacificar al pueblo”
La Conferencia Episcopal Argentina, conducida por el cardenal Jorge Bergoglio, se pronunció así al difundir un documento al cumplirse, el próximo 29 de noviembre, 25 años del Tratado de Paz y Amistad entre la Argentina y Chile.
El pronunciamiento fue dado a conocer en medio de un debate por un presunto plan de “desestabilización” contra el Gobierno de Cristina Kirchner, denunciado por la propia Presidenta, derivado de un estado de conflictividad social ascendente.
Los obispos que participan de la asamblea plenaria que se desarrolla en la casa de ejercicios El Cenáculo-La Montonera, de Pilar, exhortaron a los ciudadanos y sectores sociales a tomar como ejemplo “los principios” de aquel acuerdo internacional que selló la paz entre países que se consideran “hermanos”. En una declaración conjunta, subrayaron que ese tratado dispone “la obligación de solucionar siempre todas sus controversias por medios pacíficos”.
Y pidieron que esos principios sean “inspiradores” también “para las políticas que han de adoptar las autoridades a fin de cohesionar y pacificar al pueblo argentino, y celebrar con verdadera alegría el próximo jubileo de la Patria”, en referencia al Bicentenario de la Revolución de Mayo.
“Los argentinos y chilenos nunca agradeceremos suficientemente a Dios haber evitado la demencia de la guerra y mantenido el don de la paz. Puede ser que todavía no hayamos medido de manera cabal el abismo en el cual estuvimos a punto de caer”. Además, el documento señaló que no se haya “valorado en plenitud los amplios campos que se han abierto para la cooperación e integración de nuestros pueblos, y cuánto podemos aún beneficiarnos”.
En el marco de la 98ª Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Argentina, los obispos destacaron así la vigencia del Tratado de Paz y Amistad entre la Argentina y Chile, de cuya firma se cumplen 25 años. En ese contexto, se mostraron a favor de “recordar agradecidos la figura del Papa Juan Pablo II, quien, recién elegido para el ministerio del Supremo Pontificado de la Iglesia, tuvo la audacia de asumir la difícil tarea de mediador que se le pedía, nombrando para ello al Cardenal Antonio Samoré”.
“Junto con ellos, queremos hacer memoria de los obispos chilenos y argentinos que nos precedieron, en especial del cardenal Raúl Francisco Primatesta, los cuales, valorando el inestimable bien de la Paz, lograron con santa obstinación abrir el único camino que quedaba para preservarla: la mediación del Papa”, señalaron. Según los obispos, “mirada a la distancia, la mediación de Juan Pablo II es mucho más que una acción pacificadora entre dos países litigantes iniciada hace más de treinta años, y concluida exitosamente hace veinticinco”, ya que se trata de “una fuente perenne de inspiración de alta política internacional”.
Señalaron al respecto que se debe primero “buscar las coincidencias antes que las divergencias” y también “cooperar entre las naciones”.
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