La investigación por el crimen de Martínez naufraga
A poco de cumplirse tres meses del sangriento suceso en que le arrebataron la vida a Pablo José Martínez, quien fuera ultimado de dos balazos en la puerta de su casa, pocas expectativas, sino nulas, alientan a especular en un pronto esclarecimiento del crimen.
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Decenas de testimonios, más averiguaciones y diligencias conforman un abultado expediente judicial que, a la fecha, no arrojan ninguna conclusión certera que apunte, al menos, a sospechar sobre alguien o algunos.
Hasta aquí la instrucción penal no ha cesado en pos de encontrar alguna pista, empero se vino chocando con un murallón de impotencias que hacen presagiar, a estas alturas, las pocas probabilidades que se halle un responsable.
Apenas se aguarda por resultados de rastros de ADN que pudieran hallarse en el lugar de la agresión letal y, a partir de allí, poder cotejar con eventuales sospechosos que, a la postre, podrían quedar implicados.
Empero, hasta aquí no hay nada. Así, no es extraño escuchar desde las propias fuentes investigativas la resignación de comparar el caso con otros tantos que conforman una larga lista de crímenes impunes.
Casos irresueltos contemporáneos que se vinieron ganando los principales títulos de las tapas y marcaron la agenda periodística por semanas, pero ante la impotencia de no esclarecerse y la prepotencia de nuevos sucesos noticiables, van desapareciendo de la escena pública pero no por ello queda impregnada en aquellos sentires inseguros de una sociedad.
Apretándolo en tiempos contemporáneos podría remitirse que desde el misterio de la mujer sin nombre hallada muerta en el acceso a Gardey (hace 12 años) pasando por la desaparición de Abel Barbero hasta el crimen de Martínez, coincide un frustrante denominador común: no hay ninguna pista que aliente a un esclarecimiento.
La lista ya se ha transformado en extensa como preocupante. El jubilado José Mesquidas, Margarita Herrera, Luis Fernández, Adrián Gómez y hasta Rosa Magdalena Lara, hallada muerta en su casa de avenida Balbín, sobre quien aún hoy no se sabe si la mataron o sufrió un accidente doméstico, integran ese fatídico listado de haber sido blanco de manos asesinas como anónimas.
Aquí nomás, lamentablemente ahora debieran sumarse la muerte de Ayelén Rolando (ahora en manos del Fuero de Responsabilidad Penal Juvenil por las sospechas que recaen en el hermano menor) y de Pablo José Martínez.
El caso
La investigación por el homicidio en la casa de calle Lunghi 812, apenas alude a la presunción, como principal hipótesis, de que se trató de un intento de robo por parte de conocidos de la víctima, que sabían que tenía dinero en su poder que había ganado mediante el juego.
Cabe recordar que Pablo Martínez (39) fue asesinado de dos balazos en la puerta de su casa, cuando regresaba del club San Martín y fue sorprendido por los atacantes, instantes después de descender del auto de un amigo.
Se tomaron testimonios de distintas personas, se realizaron los peritajes correspondientes y se analizaron las imágenes de las cámaras de seguridad. Nada sirvió para avanzar, más bien para descartar posibilidades.
Hasta el momento, se recogieron testimonios que ayudaron a saber más de la vida y el entorno de la víctima. De acuerdo a las versiones de testigos, Martínez frecuentaba el ambiente del juego y solía realizar apuestas, que en muchas oportunidades, le hicieron ganar mucho dinero.
En ese marco, hasta el momento la investigación se inclina hacia el intento de robo o la concreción del robo, por parte de conocidos de la víctima, que efectivamente sabían que había ganado alguna suma de dinero.
Esa noche, regresaba del club San Martín. Encontraron en sus bolsillos 8 mil pesos y un celular. Martínez vivía con el dinero que tenía de una pensión de 2.500 pesos y algunas changas de herrería que realizaba. El hecho de que anduviera en horas de la madrugada con 8 mil pesos en el bolsillo indica, por lo tanto, una alta probabilidad de que la plata que traía consigo proviniera de las apuestas, más aún considerando que venía del club San Martín.
Sin embargo, no se descarta la posibilidad de que fuera mayor el monto de dinero que tenía y que los atacantes hubieran logrado concretar el robo, al menos, de parte de la plata.
Pero también hay ciertos indicios, como su personalidad temperamental y su contextura física robusta, entre otros, que llevan a los investigadores a considerar la posibilidad de que se haya resistido al robo y que por tal razón los malvivientes le hayan disparado.
Todas las comisarías, la Sub DDI de Tandil y la DDI de Azul están abocadas a una instrucción que lleva adelante el fiscal Luis Piotti.
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