La Ruta 30 se deteriora a gran velocidad ante la falta de controles al transporte de cargas
En este lamentable diagnóstico, hay otras señales del efecto de los camiones cargados –muchos de ellos con más peso del que permite la ley- sobre la cinta asfáltica. En primer lugar, los cruces ferroviarios, donde el pavimento se encuentra hundido y los automóviles tocan debajo al pasar.
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En segundo término, las roturas se observan en las rotondas, donde las frenadas han desgastado el material y en las lomadas ubicadas en el acceso a Rauch, donde los neumáticos de los vehículos de gran porte han dejado sus huellas, una suerte de enormes cráteres.
A estos inconveniente se suman los pastizales en las banquinas. Hoy, a poco de llegar al cruce con la Ruta Nacional 226 hay rastros de un importante incendio que arrasó con los pastos secos de la mano hacia esta ciudad.
Con la sequía, cualquier despiste podría derivar en un foco ígneo con consecuencias impredecibles para los conductores y sus acompañantes, como así también para otros vehículos que transiten cuando se registra humo.
La obra esperada
Tras varios años de reclamos -comenzaron en la gestión de Felipe Solá-, la repavimentación del tramo de 72 kilómetros que une a Tandil y Rauch se puso en marcha en noviembre de 2008.
Cristina Alvarez Rodríguez, por entonces ministra de Infraestructura bonaerense, resaltó que la obra valuada en 30 millones de pesos había sido asignada a un “camino considerado estratégico para la producción agropecuaria y el turismo”.
El proyecto fue adjudicado a la firma Coarco y fue financiado a través de un crédito del Banco Mundial, que es posible que aún no haya sido cancelado.
“La pavimentación de este tramo reviste una gran importancia debido a que no sólo permitirá incrementar la afluencia de turistas a toda una vasta zona de la provincia, sino que además contribuirá enormemente para facilitar la salida de la producción agropecuaria hacia los centros de distribución y consumo”, reseñaba Alvarez Rodríguez en la puesta en marcha de la repavimentación.
Por otro lado, desde el Gobierno provincial informaron que el área de influencia de este tramo de ruta comprende una superficie de casi 250.000 hectáreas, donde se desarrolla una gran producción agropecuaria de cereales y oleaginosas que se destinan, en su mayor parte, a la exportación a través del Puerto de Quequén.
De operativos y balanzas
Ayer, la ingeniera Patricia Tombesi, subsecretaria de Obras Públicas del Ministerio de Infraestructura de la Provincia, le dijo a El Eco Multimedios que si bien se están colocando balanzas fijas en algunas rutas, resultan más efectivos los operativos que disponen controles en diversos caminos a la vez para evitar la fuga de los transportistas (ver aparte).
Agregó que en la actualidad, estos “operativos cerrojo” se realizan en distintas estaciones del año, porque “cuando la carga es sólo productiva es cuando hay cosecha”. De todos modos, advirtió que “diferente es en la zona de canteras, que es permanente, o de producción de leche o de granos”.
En este sentido, concluyó que los controles de carga “son temas que venimos trabajando y tratamos siempre de ir superándonos y perfeccionándonos”.
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