Libros para regalar en el Día de la Madre
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“La novela de la poesía”, de Tamara Kamenszain
Con este título, Tamara Kamenszain ha decidido reunir todos sus libros, ponerlos juntos, hacerles una casa, darles un techo, lo que, según distintos tramos del recorrido, puede ser o casa grande o ghetto o living o tango bar o toldo o, incluso, carpa, como sucedáneo simbólico de la palabra poética en su dimensión cobijadora. Esta edición incluye desde “De este lado del Mediterráneo” (1973), hasta el presente libro, último en la serie, que ofrece el nombre como un don. A la obra la constituyen en total nueve títulos: el ya mencionado, “Los no” (1977), “La casa grande” (1986), “Vida de living” (1991), “Tango Bar” (1998), “El ghetto” (2003), “Solos y solas” (2005), “El eco de mi madre” (2010), “La novela de la poesía” (2012), y habría también que agregar el conjunto de poemas que no alcanzaron en su momento la forma de libro
“La omisión”, de Gabriela Massuh (novela)
“Yo, Matilde Viale, un metro sesenta y dos de estatura, cincuenta y tres kilos de peso, sin panza incipiente, viuda desde hace dieciséis días, sin marcas personales visibles, hija de Juan Manuel Viale y María Matilde Colombres Guerrrero de Viale, nacida en Villa Allende, Provincia de Córdoba, educada en el colegio St. Catherine de Buenos Aires, estoy desnuda y, desde mi corazón, les digo a todos que muero.” Con esta declaración, que tiene algo de juramento ante un tribunal, de que se va a decir la verdad y nada más que la verdad o de currículum en primera persona, Matilde Viale se dirá lo que acaba de descubrir. Como si recitara un parte, revela en voz alta el vuelco de su vida: el descubrimiento de un secreto capaz de hacer estallar su lenguaje. Ese descubrimiento es el tema de La omisión de manera aleatoria: no es el Alexis de Marguerite Yourcenar desde el punto de vista de la esposa corresponsal, Mónica. La omisión no es la de la doble vida de un abogado “careta”, sino de aquello a lo que Matilde Viale ha renunciado por cobardía, cediendo en su deseo: la disponibilidad de su juventud, la amistad con Sara Fiorito, abierta a la sensibilidad política y a la aventura. El secreto que descubre la protagonista luego de la muerte del marido es lo no vivido como una deuda incobrable que finalmente deja abierto el destino hacia una posible felicidad
“Poesía reunida”, de Arnaldo Calveyra
Se reedita la obra poética completa de Arnaldo Calveyra, más la inclusión, en este volumen, de El cuaderno griego y de El diario del recluta. La poética de Calveyra desafía los géneros. Drama, narración, siempre poesía, su escritura se ensimisma en el ritmo e inventa una lengua utópica que procrea la relación adánica que mantiene con las cosas: todo lo que nombra parece nombrado por primera vez. Lo que asombra siempre del castellano de Calveyra es que suena “cierto”, no literario; el más leve examen muestra que, con su viva raíz campesina, no es, empero, una lengua mimética del habla del campo ni de ninguna otra. “Mete miedo –dice de él Cristina Campo, que lo conoció recién llegado a Francia–; transforma en alegría todo lo que toca.”
“Seres desconocidos”, de Mariano García (novela)
Un argentino emigra a Madrid, siguiendo a su pareja. Tras un confuso incidente con una alumna, debe abandonar el colegio religioso donde da clases. El incidente altera su personalidad (o termina de desarrollarla) y su pareja lo abandona. Por un tiempo logra mantenerse, económica y espiritualmente, a costa de una galerista mormona. Pero el chantaje de un portero perverso, y el descubrimiento de cierto libro vampírico, lentamente allanan el camino de su ruina, que él irá regando con pétalos de almibarada venganza. En la línea (la enrevesada, gótica línea) de su anterior novela, Mariano García profundiza con Seres desconocidos lo que ya puede considerarse una fenomenología de la paranoia, el resentimiento y la auto conmiseración. Con honestidad infrecuente, y la natural elegancia de una prosa nacida para cautivar, esta confesión ácida y erudita despliega la ciega ira de un hombre contra sus semejantes, mientras deambula por una ciudad ajena, hablando en una lengua que no termina de ser la suya
“Trasfondo”, de Patricia Ratto
Una arraigada costumbre cultural nos habituó a pensar que en todo trasfondo se oculta siempre una verdad: la parte más sincera de la realidad del mundo. Pero Patricia Ratto se aparta de esa convención y explora una alternativa menos usual y más estimulante: en el trasfondo de “Trasfondo”, aparecen las falsificaciones, el engaño, lo irreal. También lo imposible, lo deseado, lo temido; en resumen, la ficción. Acaso sea, en definitiva, la mejor manera de encarar un relato de guerra. Sobre todo si esa guerra es la guerra de Malvinas, en la que nada resultó tan verdadero como la falsificación, el engaño, la ficción, la irrealidad. Von Clausewitz decía que una de las grandes exigencias de la guerra es la paciencia, porque durante la mayor parte del tiempo no hay cosa alguna para hacer. Patricia Ratto ha escrito con Trasfondo una perfecta novela de guerra. Perfecta en la dosificación de la acción y la inacción, perfecta en la narración de lo más difícil de narrar, que es la espera. Trasfondo es una novela de guerra y una novela de espera, contada por los sumergidos en un submarino de combate. Ese submarino funciona como barco fantasma. Sus habitantes, es decir los combatientes, no saben lo que está pasando afuera, no saben lo que está pasando arriba, porque quien está en el lugar de los hechos puede ser el que menos los entiende.
“Cartas a Theo”, de Vincent Van Gogh
Vincent Van Gogh (1853-1890) le escribió sólo a su hermano Theo más de seiscientas cincuenta cartas, muchas de ellas de una extensión de varias páginas. Vincent y Theo, que vivieron separados prácticamente toda su vida de adultos, sentían un profundo afecto mutuo, que jamás se vio empañado por las ocasionales disputas que a veces se producían entre ellos. Ambos hermanos sentían la imperiosa necesidad de remplazar con cartas los interminables diálogos que se hubieran establecido entre ellos de haber vivido juntos.
“La habitación”, de Andreas Maier (novela)
En esta novela Andreas Maier abre un abanico más amplio de procedimientos, contenidos y efectos que en sus libros anteriores. El narrador de “La habitación” reconstruye un día en la vida de su tío: una persona que padece un ligero retraso mental, tan ligero que podía parecer el más normal de los alemanes. A la distancia irónica del narrador se suma una voz menos neutra, que describe con emoción involuntaria la vida a la vez compleja y simple de alguien cuyo sufrimiento es en parte atribuible al narrador. La novela cuenta la relación del protagonista con su familia, el trabajo, la comida, la bebida, el cine, la vida en general; mientras que en un movimiento simultáneo critica con ironía esos núcleos de la cultura alemana y, en algunos casos, occidental. La habitación puede ser leída como la historia de un padecimiento individual, una saga familiar, un retrato de época; como crítica social o pintura de la vida de provincia. Pero los gustos y costumbres de este protagonista retrasado terminan por conformar una mirada crítica de la vida de la clase media alemana.
“La vida tal cual es”, de Nelson Rodrigues. Volumen I (cuentos)
Nelson Rodrigues (1912-1980) es el gran dramaturgo, narrador y cronista brasileño identificado con Rio de Janeiro. Su prosa evoca los barrios donde convivían los suegros con sus yernos y nueras; los distintos primos, las tías. Barrios con una cierta “fenomenología del espacio” dividida en capítulos de pura emoción: los velorios de la cuadra, concurridísimos; las solterías en vías de perpetuarse y, sobre todo, los escándalos de familia que ganaban la calle, especialmente las infidelidades y los celos. Desde la adolescencia comenzó a escribir crónicas policiales en el diario de su padre y para ello recorre la ciudad en busca de crímenes inauditos, como los pactos suicidas entre enamorados. A mediados del siglo XX, Nelson Rodrigues era el gran renovador del teatro brasileño.
Fuente: Adriana Hidalgo Editora
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