EL BALANCE DE LA COMUNIDAD EDUCATIVA
Los directivos redoblaron los esfuerzos para cuidar las trayectorias educativas y acortar desigualdades
En pandemia, tuvieron la difícil tarea de organizar sus escuelas, cuidar a su equipo, a sus docentes, alumnos y garantizar las trayectorias educativas en un marco de respeto e igualdad.
Por Carolina Cordi (*)
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Gabriela Dátola, docente desde hace 32 años, es directora del Jardín 922 y del 919, “Marcelo Federico”. En un intento de sintetizar la experiencia de este año, identifica dos palabras centrales de lo que fue educar en pandemia: reinventarse y sostener.
Trabajaron para que sus propuestas atravesaran las pantallas, para acompañar, estimular y tratar de que, a través de un juego, una palabra, una canción, un títere, los niños se sintieran dentro del jardín. Por otra parte, tuvieron que sostener a los nenes que querían volver al edificio y no podían, pero también dieron mucho apoyo a las familias, a sus docentes y auxiliares, a toda la comunidad educativa del jardín.
Hoy puede asegurar que de esta experiencia aprendieron mucho y que aún queda por aprender. Pero lo más importante que rescata es que pudieron mantener el vínculo con alumnos de cuatro y cinco años, y crear lazos con las familias nuevas que habían ingresado a la institución y no se conocían. Para concluir, Gabriela expresó que “estamos orgullosas y contentas del trabajo, dimos lo mejor que teníamos”.
Escuela primaria
María Luisa Carabajal, directora de la Escuela Primaria 68, considera que educar en pandemia ha sido un gran desafío. “La escuela que transitamos este año no es la misma que a principios de marzo. Una escuela sin miradas, sin ruidos ni murmullos, ni complicidades, eso se extrañó mucho”, confió.
Se tuvo que pensar en un nuevo formato, en donde la vinculación y la comunicación con la familia eran fundamentales para dar continuidad a las propuestas pedagógicas. Por ese motivo, se establecieron estrategias de acompañamiento a cada alumno de acuerdo a su contexto familiar educativo y a los docentes como parte nodal de la educación, reafirmando nuevos caminos, habilitando nuevas sinapsis educativas, “brindando oportunidad a todos y a cada uno de nuestros niños”.
Para María Luisa, en la escuela virtual, las mesas de trabajo entre el director y los docentes jugaron un papel muy importante para establecer criterios, diseñar instrumentos, promover el análisis y generar nuevas alternativas para sistematizar las experiencias de enseñanza con familias y estudiantes, reflexionar sobre ellas y construir saberes pedagógicos que permitieron fortalecer las prácticas. Además, se sintió sorprendida porque “en poco tiempo todos hemos podido apropiarnos de la tecnología. Es importante poder sostener la continuidad pedagógica, organización del tiempo y espacio familiar, un trabajo constante, porque no todas las realidades de los niños son iguales. Lo emocional y lo económico jugaron un rol importante”.
Así, el logro de una retroalimentación entre los docentes y los chicos fue progresando día a día, e instalándose, y resultó sumamente necesaria para poder avanzar. La implementación de los diferentes espacios virtuales de diálogo colectivo, individual, de consultas, de prácticas pedagógicas ha generado, fundamentalmente, un reencuentro, reafirmando y fortaleciendo los vínculos humanos.
María Luisa afirma que “es un tiempo privilegiado para educar la paciencia, admirar la solidaridad del ser humano, atender a las desigualdades desde nuestro lugar. Si bien el próximo año continuaremos afianzando los contenidos del Curriculum Prioritario de este ciclo para poder continuar avanzando, es un año de grandes aprendizajes desde todos los ámbitos”.
Educación secundaria
Para Gabriela Southwell, directora de la Escuela Secundaria 10, la situación de emergencia sanitaria global “interrumpió todo, puso a prueba nuestra capacidad de adaptación y nos obligó como docentes a reinventarnos en poco tiempo”.
En la gestión, los directivos redoblaron los esfuerzos por cuidar las trayectorias educativas de la totalidad de los estudiantes y acortar las desigualdades, implementando variadas estrategias junto al cuerpo docente y brindando todas las oportunidades para dar las mejores respuestas a alumnos y a las necesidades de sus filas.
Southwell pudo comprobar que “la tecnología es una herramienta, pero no reemplaza el vínculo docente- alumno y el andamiaje en el aprendizaje. Garantizar el derecho a una educación inclusiva con igualdad de oportunidades, sostener el vínculo pedagógico y evaluar con empatía, ha sido nuestro gran objetivo y el mayor desafío”.
Fabiana Acosta, directora de la Escuela Secundaria 18, contó que “tuvimos muchos momentos en que encontramos falta de recursos y experiencia para salir adelante. Pensamos que en un mes volvíamos y nos dimos cuenta de que no, y empezamos a construir, armar y gestionar. Vivimos sensaciones encontradas: hubo momentos en que sentimos acompañamiento, en otros, soledad; recibimos reclamos y agradecimientos. La mayoría estamos de acuerdo en que fue difícil, pero ya aprendimos qué podemos y debemos hacer y qué no”.
Fabiana destacó que este año, como ningún otro, se notó la gran importancia de la familia y agregó que “desde mi rol directivo, siempre estuvimos entre lo que se quería y se podía. La última etapa fue la más difícil y, trabajamos mucho para quienes no disponían de tecnología o conectividad y también para aquellos que entienden la escuela sólo desde la presencialidad”.
Educación superior
Sandra Mordenti, directora del Instituto de Formación Docente y Técnica 10, destacó que cómo transformar de un día para otro una institución educativa presencial en una institución educativa virtual es una consigna que jamás se presentó en ninguna instancia de concurso para cargos jerárquicos educativos, ni en reuniones con colegas, ni bibliografías de análisis, porque es algo que nadie podía imaginar que sucedería.
Gestionar la virtualidad de una institución presencial pasó por varios momentos en el caso del Instituto 10. “El primero, de gran incertidumbre, porque no sabíamos por cuánto tiempo funcionaríamos desde nuestros hogares y en función de eso, era imposible proyectar; un momento de caos, de cómo organizar todo, por dónde empezar: ¿por lo administrativo, por lo pedagógico, todo a la vez? Luego llegó un momento de resignación, cada cual en su casa y a trabajar de la mejor manera posible”.
Así, la creatividad fue superando al caos con ideas nuevas, jamás pensadas en otros tiempos para dar clases, adaptaciones tecnológicas inimaginadas por muchos, capacitaciones virtuales para poder enseñar, reuniones virtuales de equipo directivo y docentes al por mayor, difíciles de conseguir en la presencialidad. De un momento a otro, apareció la calma, la nueva normalidad, todo empezó funcionar “como si lo hubiésemos sabido hacer desde siempre. Claramente fue necesario que cada directivo, cada docente y cada alumno pusiera su mejor aporte, desde lo académico como desde lo actitudinal”, dice Sandra y agrega que “seguramente, para cuando volvamos a la presencialidad, muchas prácticas de la virtualidad quedarán instaladas en el trabajo cotidiano, ya que han demostrado sus beneficios en la conducción de las instituciones”.
(*) Docente, comunicadora y periodista.