Milo Lockett estuvo en Artemio con una exhibición de sus obras
Los coleccionistas, los conocedores de arte lo tienen entre los artistas a quienes compran obras y también los que se inician en hacer una colección. Y Milo nos decía: “Primero que soy un artista muy accesible en el lenguaje, la imagen, en el color. Y no hay tanto prejuicio con mi obra en tener la necesidad de ser obra de arte. Cuando uno dice ´voy a comprar una obra de arte´ suena como muy soberbio ya que es algo que tiene que reconocer el sistema del arte y lo hace cada tantos años y dice tal artista aportó esto u lo otro al arte. Y no sé si lo mío lo es. Es muy difícil levantarte y decir ´estoy haciendo arte cada vez que toco un papel, hago una raya, una mancha´. Tengo mucha duda sobre eso. Soy un trabajador del arte, sí. Un pintor, sí. Con el tiempo se verá qué parte de mi trabajo se reconoce como obra de arte o cuál fue mi aporte a ese mundo”.
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-¿Cuál es la razón por la que escribe dentro de sus pinturas?
-Empecé a ponerles palabras porque tenía ganas de escribir cosas que me parecen sencillas. Empecé escribiendo abrazame. Besame. Quereme… cosas que a veces parecen cursis, pero no lo creo así. Y después comencé a escribir cosas que me pasaban. Palabras y lugares donde quería viajar. Momentos, anécdotas, situaciones o cómo se hace una comida que me gusta. Parece que son lugares comunes cuando escribís cosas simples que a lo mejor te van pasando o querés que te pasen. Entonces ¿por qué tener tanta solemnidad con el arte?
-¿Tiene mucho de autorreferencial su trabajo?
-Sí, todo el tiempo porque todo el tiempo estoy contando estas situaciones. Una vez hice un cuadro que decía “Mamá hizo milanesas” y es una frase que decía cuando era chico. Y hubo dos coleccionistas que se peleaban por una frase tan sencilla. Y cuando uno busca la simpleza tiene una carga emocional diferente para el que lo mira. Sobre todo que siempre estoy tratando que el arte no sea tan solemne, que sea lo que tiene que ser: un cuadro que va a estar colgado en la pared de un living, no le va a cambiar la vida a nadie.
-O a lo mejor sí…
-Pero dejemos que suceda primero. Por eso siempre digo que el tipo que inventó la licuadora es un genio, lo veo como obra. Y no sé si todo lo que hacemos es una obra de arte.
-El hecho artístico se completa con la mirada del observador.
-Eso sucedió a partir de Picasso, gracias a él, de su llegada aparece en escena cambió la mirada del espectador que hasta ese momento los pintores decían tal cosa y era lo que los pintores decían. Hoy pasa otra cosa, a un cuadro no le pongo nombre y hay gente que va y se lo pone. Y me escriben y me cuentan y eso es maravilloso. Me encanta. Y me cuentan una historia y un mundo que no tiene nada que ver con lo que pinté, pero lo hacen suyo.
-¿Cómo surge un cuadro suyo?
-Me gusta arrancar, pero nunca tengo muy en claro lo que voy a hacer. Ante la incertidumbre me motivo; si tengo una idea, si la visualizo, me da mucho miedo (risas).
Con sentido social
-Usted ayuda mucho a su provincia, el Chaco, ¿cómo comenzó?
-El sentido social lo tuve toda la vida, pero con la crisis de 2000 me di cuenta que con lo que hacía podía ayudar al otro. Y lo mío, es una pintura social, muestra lo que tiene una comunidad. He trabajado, no solo en el Chaco, sino en otras provincias también de escasos recursos y en las que las personas tal vez no pudieron acercarse a las distintas manifestaciones del arte.
Y respecto puntualmente a Chaco, es una provincia donde la gente vive del Estado y que tiene que recuperar la productividad. Pero para eso no tenemos que ser personalistas, en vez de hablar de personas tenemos que discutir proyectos e ideas. En el Chaco, trabajamos en un programa que se llama Estampando geografía, recorremos ciudades de otras provincias también mostrando nuestro trabajo, es fantástico trabajar con chicos y ver sus ganas de hacer cosas… a veces uno puede cambiar un poco la realidad de las personas con lo mucho o poco que hace.
-¿Qué les enseña en su taller a los chicos?
-Dibujo, grabado, con técnicas de xilografía y lápiz. Y como le decía, es maravilloso ver el entusiasmo que tienen, dibujando la geografía tal cual la ven.
-También tiene otro proyecto, Gira interminable…
-Sí trabajamos con chicos de una escuela especial, Los Girasoles, que tienen síndrome de down. Con una murga que han creado vamos a otras escuelas, jardines de infantes, pintamos murales, hacemos intervenciones. También es un gran disfrute trabajar con ellos
Sobre el artista
Es chaqueño, autodidacta, comenzó su carrera luego de trabajar varios años en la industria textil. En 2002 cerró su fábrica y estampadora textil, y abandonó completamente sus actividades empresariales para dedicarse por entero a la pintura. Milo logró crear en poco tiempo, una identidad pictórica que lo convirtió en un éxito de ventas sin precedentes. Sus referentes se encuentran en la obra de Jorge de la Vega, Nigro, Macció y Deira. El público de Milo Lockett abarca desde grandes coleccionistas a jóvenes empleados y profesionales que están buscando su primera obra de arte. Dona anualmente un promedio de 40 obras para subastas a beneficio del Hospital Pediátrico de Resistencia, trabajo realizado con adolescentes dentro de un proyecto de prevención de HIV – Cruz Roja Argentina. Además, ha colaborado para Unicef en el proyecto “Un Minuto por mis Derechos” en el VII Encuentro de Niños y Jóvenes escultores bajo el tema “Los Monstruos de Berni y Juanito Laguna”. Ha realizado talleres masivos de pintura al aire libre en el Festival de la Triple Frontera, Paraguay, Brasil y Argentina, Chaco, Jujuy, Corrientes, Misiones, Santa Fe y Buenos Aires. Ha sido premiado en repetidas oportunidades por sus obras y su trabajo social.
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