“Nadie nos escucha”, fue la queja de una maestra víctima de la violencia escolar
Así lo afirmó la preceptora Bibiana Romay, quien el 10 de junio pasado fue agredida por un alumno de 13 años en el baño de la Escuela nº 501 de Carhué. “Venía mal desde hace años con esto del tema de la violencia en la escuela… Nadie nos escucha”, afirmó la preceptora en declaraciones a Radio 10.
Al ser consultada por el hecho que la involucró, Romay explicó que a pesar de que se trate de una escuela “especial”, “este chico (su agresor) está en total conocimiento de lo que hace”. “El chico es producto de un sistema. Es un chico patotero. Los padres no se hacen cargo, y la sociedad tampoco”, señaló muy molesta la docente.
Romay admitió que el hecho -que recién trascendió ahora- hizo que tenga “miedo de volver a clases”, ya que se siente “desprotegida” por las autoridades, “enferma” y “rechazada”. El pasado 10 de junio, la preceptora intentó separar a dos alumnos que se estaban peleando en el patio del colegio, dado que uno de ellos, de 13 años y cerca de 1,90 metros, estaba golpeando a otro menor.
Cuando logró detener la golpiza, el mayor de los chicos la insultó por haberse metido, y escapó hacia el baño, por lo que lo siguió dado que “como es un chico nervioso, temía que se golpeara o se lastimara”.
Al llegar al sanitario, comenzó a charlar con él, para tratar de convencerlo de que su comportamiento no era el correcto pero él, “se queda sin argumentos, me toma del cuello, y me tira dos metros más atrás contra la pared del baño”, contó.
“Yo me quedé tranquila, pero cuando vi que no me largaba comencé a hacer fuerza”, relató Romay, quien pudo zafar cuando experimentaba la falta de aire, gracias a un empujón que le dio. Inmediatamente, Romay fue asistida, y pidió licencia médica, según consignó un matutino porteño, pero sólo le dieron tres días, a pesar de que los psicólogos y psiquiatras que la atendieron le recomendaron guardar reposo por más tiempo. Los trámites que debió llevar adelante la sumieron en un estado depresivo.
“Desde el sistema querían que me incorpore al colegio, pero no me daban garantías. Así que decidí no ir más. Los médicos me diagnosticaron un estrés postraumático por el hecho de violencia vivido”, aseguró la docente. Actualmente, el caso era analizado por la Dirección General de Cultura y Educación, mientras que el alumno continúa asistiendo a clases en el mismo establecimiento y sólo fue sancionado con tres días de suspensión.
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