Necrológicas
JOSE JESUS BERROZPE MATE
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El día 29 de junio partió a la Casa del Señor una persona sumamente querida y respetada en el ámbito comercial y en la comunidad vasca José Jesús Berrozpe Mate (Josetxo).
Vino al país en la corriente inmigratoria de los años 50, dejó su terruño y se lanzó a la gran aventura del continente americano, siendo Tandil su lugar de elección donde contrajo matrimonio con María Luisa Cartotto, hogar que fue bendecido con la llegada de 4 hijos y 4 nietos.
Al año de su afincamiento en esta ciudad, sus padres y hermanas vinieron para acompañarlo.
Trabajó en Arroyo de los Huesos, en Metalúrgica Tandil, en Cooperativa Agropecuaria y finalmente integró la sociedad de la confitería Rex; fallecido Manuel Alonso, decidió abrir una tabaquería y agencia de lotería en la que se desempeñó hasta hace muy poco tiempo.
Fue de los primeros socios del Centro Vasco e integró la comisión, el coro, el cuerpo de baile y la enseñanza de danzas típicas en Rauch y otras localidades vecinas.
Volvió a su patria en tres oportunidades, encontrándose con familiares, amigos y compañeros de colegio.
El trabajo, la responsabilidad, el compromiso y la palabra justa fueron sus puntales y fue asesor de temas vascos, históricos y geográficos de su tierra natal y orientó a muchas personas respecto del significado y procedencia de sus propios apellidos.
Al partir, dejó una estela de hombría de bien, honestidad, laboriosidad y entrega.
“Lo extrañaremos mucho, pero tenemos la certeza de que está con Dios y se ha encontrado con sus seres queridos, especialmente su amado hijo. ¡Hasta siempre querido compañero de toda una vida!”. Tu esposa
“Nuestro querido amigo Josetxu formó parte del Centro Vasco Gure Etxea (nuestra casa) desde sus inicios en 1949. Hacía poco que había llegado desde Euskal Herria pero los vascos que ya vivían en estos pagos tardaron poco en enterarse de que Josetxu tocaba el txistu y el acordeón. Ingresó él con su música y acompañó al primer cuerpo de baile con acordes de ecos pirenaicos.
No sólo compartía el baile y la música en el Gure Etxea, sino que además viajaba a enseñar baile a otros centros vascos, porque desde aquella época, los vascos de la Diáspora se ayudaron entre sí para perpetuar su cultura.
Los años pasaron y con ellos también los cambios generacionales. Los más jóvenes disfrutamos siempre de la mirada serena y la voz pausada de Josetxu. Sus obligaciones cotidianas hacían que ya no pasara a diario por el centro vasco, pero sí nos lo encontrábamos en las fiestas. Si andábamos por el centro y entrábamos a su negocio, nos recibía con una sonrisa y palabras en euskara.
Se disfrutaba mucho conversar con él. El tema, era recurrente. Su añorado Valle del Baztán, al que describía pueblo por pueblo, con sus ríos, sus puentes, sus árboles. ¡Ay, sus árboles! Apreciaba a los monjes benedictinos de Leire, el canto gregoriano y por supuesto el euskara. El compartió libros y cintas de audio para que pudiéramos escuchar su lengua materna en hablantes nativos. Podíamos cantar juntos muchas canciones populares vascas y no hubo encuentro en el que no nos despidiéramos con un Agur, laster arte (Adiós, hasta pronto).
Formó una hermosa familia con su esposa María Luisa. Cuatro hijos lo acompañaron en todo, Fátima, Esteban, Javier y Belén. Tuvo la dicha de disfrutar de sus nietos y la tristeza de ver partir a uno de sus hijos. Con la entereza que lo caracterizaba, aprendió también a vivir con ese dolor.
Tuvimos el honor de conocerlo, de disfrutarlo, de contar con él, de compartir nuestros “San Fermines”. De transitar juntos esta vida hecha de encuentros y desencuentros, de celebrar nuestra cultura vasca respetando y agradeciendo siempre a nuestro país, Argentina.
Hoy falleció Josetxu, uno de los pilares de nuestra casa, un gran compañero, un buen amigo. Probablemente haya sobrevolado por el Baztán en su partida. Los que quedamos acá, lo tendremos
presente siempre, porque se ha ganado el espacio con su forma de ser, con sus acciones y con su compañía.
Lo despedimos a lo vasco, con un Agur jauna, agur t’erdi (Adiós señor, adiós y medio) porque un solo adiós, es poco para despedir a un grande. Hasta siempre querido amigo y Eskerrik asko (muchas gracias). Goian bego (Que descanses en paz)”. Centro Vasco-Argentino “Gure Etxea”
MAXIMILIANO ARIEL PELLITERO
El 22 de junio pasado dejó este mundo Maximiliano Ariel Pellitero, un joven de 39 años. Su mamá lo recuerda con una sentida carta:
“Para los que lo conocieron y para los que no, les cuento cómo era mi Maxito adorado, que el día 22 se fue de viaje, seguramente nos esperará esté donde esté, vayamos donde vayamos. Maxi era un chico de barrio, barrio Metalúrgico. Creció con su fiel compañero, ‘el Tucho’, seguro que a más de uno dijo alguna vez que su infancia fue la mejor etapa de su vida y que si algún día tenía un hijo, quería que creciera igual. Maxi llegó a la familia Ferrari para despertarnos al amor, luego llegó ‘el George’ o ‘el Pelli’, como él le decía y llenó ese huequito que tenía por la ausencia de su padre de sangre. Pero Jorge llenó esa ausencia, es más, rebosaba de amor. Creo que fui un canal para que estos dos seres se conocieran y se dieran todo el amor que se dieron.
A los 3 años empezó con una enfermedad crónica y creo que quienes sufren algo así tienen una mayor sensibilidad. Por eso, a lo mejor no podía hablar de ciertos temas, pero sí podía hablar de amor y sentimientos (te acordás Jorge el día que te grito: ‘Te quiero Jorge’ al verlo en Barajas y al flaco le brotó una lagrimita…).
Sabía decir te quiero y no le daba vergüenza. Echaré mucho de menos su infaltable ‘te quiero viejita…’. Era sencillo, simple, generoso, con una sonrisa preciosa. Se sentía muy orgulloso de su familia. Quién no sabía de los ñoquis de su abuela Lita o de los cuentos que le inventaba su abuelo Ferra o de sus salidas con el tío Tito y de su padre y de su madre.
Cada persona que entraba en su vida debía conocernos. Era amigo de sus amigos, no los puedo enumerar porque eran muchos. Creció con una banda y ahí estaban todos para despedirlo. Y estoy segura de que cuando camine las callecitas estrechas de Lavapiés, centro de Madrid y Chamberí, estará la energía de Maxi por ahí.
Era fanático de Boca y del Real Madrid, le gustaba Soda Stéreo y Gustavo Ceratti, Sabina, le encantaba la poesía de Sabina. Trabajó detrás de la barra y ahí se transformaba. Regalaba sonrisas y atesoraba mil anécdotas que contar.
Vivió, conoció y regresó a sus orígenes, a su querido barrio Metalúrgico… a las comiditas de la Lita y sus charlas, a tomarse el Gancia con el abuelito y el tío Tito en el club Defensa. Se llenó de amor. Los asaditos de Jorge los domingos.
Cumplió el sueño de su padre al reunir a sus tres hijos… Verito, Seba y Maxi. El estaba muy feliz con su sentimiento de amor de hermano. Descubrirse amándolos al decir ‘he descubierto lo lindo de tener hermano’.
Una vez en Madrid él me contó que echaba de menos que un amigo lo abrazara y besara, y es que recordaba con nostalgia ese calor que nos hace únicos.
De pronto cerró el círculo de su vida al reencontrarse con aquel primer amor, Jimenita. Tardaron 20 años en ese juego y tras eso se dieron todo el amor que mutuamente se había reservado. Jime fue tan generosa que no sólo le dio su amor, sino que también lo completó y cumplió el sueño de ser padre del corazón y con Mel fue feliz.
Y fue tan feliz con esa niña tan preciosa, Mel, que la llevó al colegio, jugó con ella, le compró figuritas, le
llevó la comidita a la cama… y cómo no decirles gracias a las dos por hacer tan feliz a Maxi con su amor, completándolo como ser.
Gracias hijo por todo lo que vivimos juntos… Todo, sin excepción de nada… Todo.
Tuve el mejor hijo que la vida me pudo dar.
Yo sé que estás en paz, que estás en otro lugar y que estarás en mi corazón como haz estado siempre.
Te amo hijo, descansá en paz”.
ANGELA ANA CASANOVAS DE SENOR
El 23 de junio se apagó la vida de una querida vecina, Angela Ana Casanovas de Senor, conocida como “Negra”. Sus restos descansan en el cementerio parque Pradera de Paz.
Hace muchos años atrás, refiriéndose a las características femeninas, Angela Ana Casanovas de Senor afirmó: “Las mujeres son como los juncos, se doblan pero no se quiebran”. Esa frase que formaba parte de una lección de vida para sus hijas la describiría perfectamente.
Negra, como era conocida por su familia y amigos, era determinada, característica que la condujo a urdir un universo especial del que lógicamente formaron parte quienes estuvieron en contacto con ella. “Excelente profesora”, declararon muchos de sus ex alumnos de inglés al recordar la incansable búsqueda de métodos de la persistente rosarina. “Muy dulce”, afirmaron sus amigas recordándola pintando caléndulas en el atelier de Catherine.
Su entorno familiar no declara ni afirma nada, sólo basta mirarlos para identificar en ellos la fuerza del universo de Negra.
RAMSIA BECHIR de TESTA
El 24 de junio dejó este mundo Ramsía Bechir de Testa. Sus restos mortales descansan en el cementerio parque Pradera de Paz.
Ramsía había nacido el 11 de noviembre de 1929 en la vecina localidad de Balcarce. Desde muy pequeña y al fallecer su madre, con sólo 12 años tuvo que hacerse cargo de siete hermanos. Sólo uno era un año mayor que ella y los otros seis eran menores.
A los 22 años contrajo matrimonio con Elía (Coco) Testa. Y como se estilaba en esa época, se dedicó totalmente a su familia. En Balcarce tuvo cuatro hijos -Cacho, Zully, Liliana y Daniel- y luego de llegar a Tandil, en 1966, al poco tiempo la familia se agrandó con el nacimiento de Sandra, la única tandilense de la familia.
Fue una trabajadora incansable durante más de 70 años. Ya sea criando a sus hermanitos, luego a sus hijos, y finalmente colaborando siempre con la crianza de sus nietos.
Con gran claridad de conceptos, excepto en los últimos 2 años, siempre trató de acompañar y aconsejar a todos los integrantes de la numerosa familia que le tocó en vida.
Sus cinco hijos, nueras y yernos, sus dieciséis nietos (uno fallecido) y sus cuatro bisnietos ruegan por el eterno y merecido descanso de su alma.
ANA MARIA ZAMPATTI DE LOPEZ
El miércoles 24 de junio se apagó la vida de Ana María Zampatti de López, a los 64 años.
Su esposo Rogelio Osvaldo López; sus hijos Claudio, Marcelo, Javier, Mauricio, Nicolás y Karina; sus nietos, hermanos, hijos políticos y familiares extrañan su presencia y elevan una oración por el eterno
descanso de su alma.
“Viejita: cómo duele tu ausencia. Tu imagen está siempre en nuestras mentes. No encontramos forma de llenar el vacío que dejaste en nuestros corazones. Espero que puedas vernos a crecer a nosotros, tus nietos. Dios te tiene en sus brazos y nosotros en nuestro corazón”.
“Quisiera que aparezcas en mis sueños para volver a verte, abrazarte y llenarte de besos. Te llevaré en mi corazón por siempre. Gracias por ser mi pedazo de cielo. Te quiero abuela.” Tu nieta Lorena.
LIRIA ESTHER GOMEZ Vda. DE RODRIGUEZ
El 26 de junio dejaste este mundo para reecontrarte con los tuyos que tanto añorabas, dejándonos en un día gris y en nuestros corazones el dolor para siempre.
Te vamos a recordar en tus mejores días, Esthercita.
Te recordaremos tus hijos, tus nueras, nietas, nietos políticos y bisnietos.
FERNANDO EDUARDO CHANTRE
El pasado 22 de de junio dejó de existir y sus familiares lo recuerdan de la siguiente manera:
“De la forma más inesperada nos dejaste. Partiste sin despedirte, solo un beso de hasta luego.
Excelente marido, padre, abuelo. Hoy no tenemos consuelo.
Disfrutaste de la vida a pleno, de tus amigos y tus idas a pescar. Eras lo más importante en nuestras vidas”.
JULIO CESAR MENGARELLI
“Me parece mentira estar escribiéndote, pero sentí la necesidad de hacerlo.
Recién cuando te vi, aún con los ojos abiertos como diciéndome ‘ahora estoy en paz’, me di cuenta que quizás estaba equivocada.
Los médicos, a los que les voy a estar eternamente agradecida, me decían que habías perdido las ganas de vivir. Pero yo, por amor o por egoísmo, hacía lo imposible para tratar de levantarte.
Pasamos nueve meses muy difíciles, pero creí que le ibas a poner garra para salir adelante. Pero los meses pasaban y vos te entregabas cada vez un poco más.
Intenté hacer todo lo mejor; espero lo hayas sentido de esa manera.
Me siento muy triste, pero si estás descansando en paz -como creo- voy a salir adelante con el apoyo incondicional de todos los míos.
Gracias a todos los que me acompañaron.
Te amo Pa!”. Patricia
CARLOS EDUARDO FERNANDEZ
El pasado 23 de abril falleció en Tandil Carlos Eduardo Fernández.
Carlitos nació en octubre de 1959, y vivió toda su infancia en Napaleofú, en su querido Cantábrico. Concurrió a la escuela 26.
En 1971 se trasladó a Tandil con su familia al Barrio Jardín. Terminó el primario en el Colegio San José y el secundario en la Escuela Técnica.
Sus primeros pasos laborales los hizo en el taller mecánico de calle Belgrano, de Buby.
Al poco tiempo ingresó a trabajar en los talleres de la imprenta “La Minerva” y así lo hizo hasta el
presente.
Hijo de Carlos y Angela, y un gran hermano de Susana, Alicia y su querida Laurita, supo formar un hermoso grupo con sus amigos de toda la vida, con quienes compartía asados y reuniones.
Le gustaba mucho viajar y lo hacía con frecuencia junto a su compañera Irene.
“A sus hermanas y sobrinos nos queda su música, sus recetas y el hermoso recuerdo por tantos lindos momentos compartidos.
¡Te vamos a extrañar!”
NILDA RAQUEL ULLUA
El 27 de junio pasado falleció en Benito Juárez, a los 77 años, Nilda Raquel Ullua. Sus restos fueron velados y sepultados en María Ignacia (Vela).
Su esposo Ricardo Cortez; sus hijas Rosana, Silvia, Mónica, Sandra y Graciela; sus hijos Jorge, Carlos y Luis; nietos y nietas, bisnietas, sobrinas y sobrinos, hermanas y hermanos; hermanos políticos, amigos y amigas, y demás familiares la recordarán con gran cariño.
OSCAR JUAN BIDAURI
El 21 de junio murió Oscar Juan Bidauri, un conocido vecino que había nacido el 18 de enero de 1925 en María Ignacia, Vela. Fue el cuarto de nueve hermanos y desde temprana edad comenzó a trabajar en la estancia La Azucena.
A los veinte años cumplió con la obligación de realizar el servicio militar en Colonia Sarmiento. Según lo que contaba terminó con el grado de subteniente de reserva. Si bien esa situación le permitía seguir la carrera militar, optó por volver a Tandil y desempeñarse por cuenta propia comercializando productos de campo.
Formó una familia con Luisa Angela Peitti con quien tuvo un solo hijo, Daniel Oscar Bidauri, y se convirtió en un activo colaborador con las actividades extraescolares en el colegio San José durante los doce años que duró la escolaridad de su hijo.
En otra oportunidad, el concesionario Ford de Tandil lo honró con el título de Señor del Camino, reconocimiento que le produjo un enorme orgullo y lo llevó a portar la medalla que le entregaron hasta el final de sus días.
Fue un padre y abuelo ejemplar, siempre presente para acompañar a sus tres nietos Martín Daniel, María Daniela y María Daiana, como así también Dios le dio años de vida para conocer y disfrutar de sus dos bisnietos Luciano y Sofía Moretti.
Su familia agradece profundamente los saludos y condolencias recibidas ante tan dolorosa pérdida.
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